La DC es de centroizquierda

La DC es de centroizquierda

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La Democracia Cristiana nace de la Falange Nacional, escisión de jóvenes desde el Partido Conservador, precisamente por entender que no era posible desarrollar una política de inspiración cristiana, desde el espacio de la derecha.

En su evolución, nuestro partido se encontró, de manera natural, con quienes comparten la idea de la necesidad, ética, de trabajar a favor de la posibilidad  que los sectores más desposeídos de nuestra sociedad,  puedan acceder a mejores condiciones de vida y de una demanda por extender la democracia, desde el ámbito político al económico y social. Hemos bajado la pobreza considerablemente, pero no lo suficiente. Debemos velar también por la clase media que sumada a lo anterior alcanza al 80% de la población.

Por otro lado, un elemento definitivo de la separación valórica y política de la DC, con la derecha chilena, tiene que ver con el impulso de ésta al golpe de Estado y, posteriormente, en ser la base de sustentación del horror de la dictadura con una base de “cómplices pasivos”. Por otra parte en su reciente “Manifiesto por la República y el buen gobierno”, hoy, en democracia, hablan que primero es el crecimiento económico y después los derechos. Nosotros hemos afirmado: “En el centro la persona y sus derechos; el crecimiento y la distribución deben estar al servicio de su plena realización y ejercicio”.

Allí logramos entender, activamente, que la convergencia entre el Humanismo Cristiano y el Humanismo Laico, no solo era posible, sino imprescindible para el desarrollo de una política a favor de las grandes mayorías.

Entonces, una valoración común de la vigencia universal de los derechos humanos y su aplicación irrestricta en nuestra política local, dio paso a expresiones de gobernabilidad, que acompañan un período de estabilidad política, que ha sido el sustento al crecimiento que posibilita políticas públicas progresistas,

Eso es lo que hizo posible una transición ordenada y el periodo de mayor desarrollo económico social que conoce el país, primero con la Concertación de Partidos por la Democracia y, luego, con la Nueva Mayoría. Debemos sí, precisar algunas materias y corregir algunos errores.

Hoy  nuevos temas surgen, precisamente, a partir de lo que se ha logrado, lo que más preocupa a nuestra sociedad: inclusión de las minorías; respeto a la diversidad, junto con la capacidad de acceso a una toma de decisiones participativas, lo que nos sigue encontrando con los movimientos  de la izquierda, mientras la derecha permanece anclada a las posiciones más conservadoras, sin entender que el mundo camina hacia el encuentro de formas y prácticas que permitan la inclusión social , económica y política de la mayoría, en esquemas institucionales que den estabilidad a cuestiones fundamentales como son el desarrollo y el crecimiento del país.

Al observar esta realidad, entonces resulta razonable volverse a preguntar cuál es el espacio donde  debe entenderse  una política de inspiración cristiana, que oriente nuestra acción.

Afirmamos, sin lugar a dudas, siguiendo la enseñanza permanente de Jaime Castillo, que entendía a la Democracia Cristiana como un “partido de vanguardia” que, en esa concepción, el espacio político de nuestro partido es, ineludiblemente, en el ámbito de la centroizquierda.

Ello nos obliga a que nuestro partido realice todos los esfuerzos necesarios, para posibilitar que la coalición de centroizquierda, pueda asegurar su continuidad, que le permita al país profundizar los cambios necesarios, en la perspectiva de construir una sociedad más inclusiva, que supere la desigualdad que hoy todavía nos golpea. (La Tercera)

Belisario Velasco

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