Para Hernán Cheyre el futuro del crecimiento chileno se ve complicado. El director de Emprendimiento de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo estima que este año el Producto Interno Bruto (PIB) se expandirá menos de 2,5% y algo por encima de eso en 2016 (entre 2,5% y 3%).
Lo más preocupante -recalca quien estuviera a cargo de Corfo en la administración Piñera- es que este resultado se da en un contexto donde la actividad internacional está «razonablemente buena» para el país y con los dos grandes estabilizadores de la economía -como son la política monetaria y fiscal- casi a su máxima capacidad, la que debería aminorarse en el futuro.
Así, considera que para salir de la desaceleración es clave mejorar la productividad y para eso cree imprescindible revisar el impacto de las reformas en dicha variable.
– ¿Qué le parece esta «vuelta de timón» que está dando la presidenta a su gobierno?
– Fue muy oportuno, porque ha permitido sincerar una realidad. Sin embargo, con todo lo positivo que tiene este gesto, creo que es una condición necesaria pero no suficiente para enmendar el rumbo. Reconoció que aquí tenemos un problema, que los recursos no alcanzan para financiar todo lo que se había prometido y, por lo tanto, hay que priorizar.
Pero falta la segunda parte del análisis, que es sincerar el diagnóstico, reconocer si las reformas que ya se implementaron -y las otras que están en trámite- son o no convenientes para el país. Porque si el resultado final de este cambio de timón va a ser simplemente continuar con lo prometido, pero en dosis más pequeñas, el problema sigue siendo el mismo.
– ¿No se podrá priorizar el crecimiento si las reformas siguen su curso inicial?
– Si la preocupación central es priorizar el crecimiento, veo que eso es incompatible con reformas tal cual como se han estado llevando a cabo. Y esto es una reflexión sobre cifras bien básicas.
El año pasado se creció 1,9%. Si hubiésemos crecido dos puntos más, suman unos US$ 5.000 millones y si tomamos que la recaudación tributaria equivale al 20% del Producto aproximadamente, el Fisco dejó de recibir
US$ 1.000 millones sólo en 2014. Agreguemos lo que va a pasar este año, que muy distinto no sería, y tenemos casi US$ 2.000 millones que se han dejado de recaudar solamente por efectos del menor crecimiento.
La creación de empleo también se ha visto afectada. De 200 mil empleos que se creaban a fines de 2013, ahora se habla de 90 mil, la mayoría creados por el sector público. Y los empleos están siendo más precarios.
Hay que tomar conciencia que esto no es una amenaza o ser agorero de algo malo que pueda ocurrir en el futuro, aquí estamos constatando un hecho que ya es cierto. Las reformas no es que vayan a tener un efecto negativo sobre la economía, ya lo están teniendo. Y eso que todavía no entra en régimen la reforma tributaria, aún se está discutiendo la reforma laboral y los cambios en la Constitución son una gran nebulosa.
Por lo tanto, si la presidenta de verdad quiere cambiar el eje y centrarse en el crecimiento, tiene que tomar en cuenta lo que ya le está costando al país.
Reforma tributaria vs. productividad
– Si la política fiscal y monetaria perderán fuerza, ¿qué podría impulsar la actividad?
– La productividad, cambiar la expectativa de las personas, es más un tema de oferta que de demanda. La presidenta habló de la necesidad de aumentar la productividad y yo suscribo plenamente eso.
En esa línea, la comisión de productividad que lanzó el gobierno hace unas semanas es una excelente iniciativa.
– ¿Está de acuerdo con los lineamientos de su trabajo?
– Me parece bastante razonable, es un buen primer paso y lo aplaudo. Pero si queremos ser consistentes con lo propuesto, se debería aprovechar que esta comisión tiene atribuciones para realizar estudios, propuestas e informes en materias que se relacionan con la productividad del país y analice e identique aquellos obstáculos generados por la regulación o gestión del sector público que restringen el emprendimiento y proponer acciones para su solución.
La presidenta le dio un primer encargo a esta comisión, relacionada con la productividad minera y la capacitación laboral, dos temas que me parecen relevantes. Pero lo que me atrevería a pedir humildemente a esta comisión, como ciudadano, es que analice con sentido de urgencia el impacto que puede tener en la productividad la reforma tributaria ya aprobada y la laboral en discusión.
La contribución que la comisión puede hacer desde esta perspectiva para efectos de orientar las políticas públicas a futuro es fundamental. La comisión tiene facultades e independencia para hacerlo, el país necesita escuchar la opinión de ellos respecto a esto porque ya son demasiadas las voces que están diciendo que esto no va por buen camino.
– ¿Pero no sería un diagnóstico tardío?
– La reforma tributaria ya está teniendo efectos malos y eso no quita que los pueda seguir teniendo. Dado eso, también urge enmendar el rumbo, aceptando la recaudación de los 3% del PIB, pero buscando cuál es la mejor forma para hacerlo.
Yo estoy convencido de que la reforma tributaria amerita un cambio vía circulares en tres puntos específicos: primero, la inaplicabilidad de los dos sistemas (renta atribuida y semi integrado). Lo lógico sería eliminar la primera y volver a un sistema de integración. Segundo, dejar la tasa en 27%, pero avanzar hacia un sistema que nos va a permitir más actividad económica y que nos permita recaudar más. Y tercero, en el contexto actual, donde la contrucción puede ser relevante para impulsar la economía, por lo menos habría que postergar por uno o dos años el aumento en el IVA a la construcción.
– ¿Esto es indispensable para un crecimiento más alto?
– Lo más prudente sería congelar y ojalá postergar la reforma tributaria, mientras se estudian con una comisión de expertos -que puede ser la de productividad u otra ad hoc-, cómo se puede perfeccionar esta norma tributaria manteniendo el objetivo de recaudación, para frenar este tema y postergar aquellas cosas que pueden ser muy nocivas.
Eso sería lo más sano. Es imperativo una revisión (…) Si no se hace, le puede significar al país perder de forma permanente varios puntos de PIB.
