Leí con interés la columna de ayer de Sergio Urzúa sobre la protesta de los alumnos de Arquitectura por exceso de carga académica. Es bueno preguntarse qué está pasando con nuestros alumnos de educación superior.
Yo soy profesora de una asignatura de la carrera de Medicina en la Usach y todos los días me pregunto hasta qué punto podemos exigirles más, enseñarles mejor, formar mejores profesionales al servicio de sus pacientes y comunidades; en fin, todas esas preocupaciones propias de la docencia.
No tengo cómo saber si los alumnos de estos tiempos vienen mejor o peor preparados que cuando yo era estudiante universitaria. Un estudio para responder esa pregunta tendría que hacerse cargo de demasiadas variables de confusión y resultaría probablemente ocioso.
Lo único que me interesa señalar en esta carta es que creo que Sergio omite dos circunstancias que afectan a muchos de mis alumnos y que resulta fundamental a la hora de buscar explicaciones: la mayoría pasan más de tres horas en micro para llegar a clases y campus clínicos; y muchos trabajan tanto durante la semana como el fin de semana para financiar su carrera y ayudar en su hogar. Esa no es la realidad de los alumnos de las universidades del primer mundo, ni de los de la cota mil. (El Mercurio)
Vivienne Bachelet
