Emoticones: ¿Qué ocultan esas pequeñas caras amarillas?

Emoticones: ¿Qué ocultan esas pequeñas caras amarillas?

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Desde que hace cinco años Apple decidió permitir el uso de los emoticones en el iPhone, la popularidad de estos símbolos se ha disparado hasta causar conflictos de raza, sexo y religión.

Es como hablar una lengua cuyas palabras están controladas por un oscuro comité. Grupos de optimistas presionan sin descanso a estos burócratas, intentando ampliar la lista de expresiones permitidas. Sin más palabras, exponen, hay algunos conceptos literalmente impensables.

Este escenario de pesadilla no es más que una exageración, pero refleja la mecánica de los emoticones, los coloridos iconos del teléfono que representan caras, alimentos y miembros de la familia.

Se calcula que en la actualidad se envían 6.000 millones de estas imágenes al día. Y ahora Apple les concede un valor tan alto que su nuevo MacBook Pro incluye una franja táctil que funciona como “teclado de emoticones”.

La primera objeción que se le puede poner a este escenario es que los emoticones no son un idioma. Sólo hay 1.500 símbolos estándar, frente a las más de 100.000 palabras del inglés, por ejemplo. Los lingüistas los consideran más bien como señales no verbales que reemplazan el lenguaje corporal, el tono y los gestos que utilizamos al hablar.

No poseen una gramática estable y no pueden encadenarse para producir significados complicados. Dicho esto, existe una persona que está tratando de traducir a emoticones Ulises, el libro de James Joyce.

QUIÉN DECIDE SOBRE LOS EMOTICONES

Lo cierto, sin embargo, es que los emoticones están gobernados por un oscuro comité: el Consorcio Unicode. Éste unifica la representación del texto en todos los ordenadores del mundo. Ocho tecnológicas de Estados Unidos, más la china Huawei, el grupo alemán de software SAP, y el gobierno de Omán son miembros de pleno derecho. Pagan US$ 18.000 al año para decidir estos estándares universales.

Todos los años, el consorcio sugiere nuevos íconos. Acaban de dar el visto bueno a 51 para 2017, entre ellos un vampiro, unos calcetines y una mujer con un hiyab. Este último muestra que los emoticones se han convertido en un campo de batalla político. Antes, no había diversidad racial entre los personajes de los emoticonos; ahora, muchos tienen cinco tonos de piel más el genérico amarillo.

En 2010 apareció un trabajador de la construcción, pero su versión femenina ha tardado en llegar seis años. Hasta este año, las mujeres estaban en una situación injusta, ya que los personajes femeninos se limitaban a una princesa, una novia, algunas bailarinas en leotardos y una recepcionista. Los hombres tenían detectives, atletas y agentes de policía. Los smartphones estaban perpetuando estereotipos anticuados.

El consorcio sufre ahora el acoso de solicitantes que demandan emoticones más diversos. La mujer con hiyab fue exigida por una niña de quince años en Alemania, mientras que un grupo de Google se aseguró de la introducción de científicas e ingenieras. Una campaña de mecenazgo en Kickstarter recaudó US$ 12.400 para presionar a favor de añadir una empanadilla china, señalando que los miembros del consorcio eran “en su mayoría hombres, en su mayoría blancos y en su mayoría ingenieros” y que “distaba de ser lo ideal” para fomentar “un lenguaje visual mundial vibrante”.

DOBLES SIGNIFICADOS

Es cierto, pero no hay que subestimar la capacidad humana para subvertir cualquier sistema impuesto desde arriba. El melocotón ha pasado a representar un trasero, y hubo quejas hace unos días cuando Apple cambió su aspecto. La berenjena sirve como genitales masculinos. La imagen de una mano pintándose las uñas simboliza indiferencia. Y pese a la declarada universalidad de los emoticones, las diferencias culturales persisten: las “manos rezando” en Europa significan “gracias” en Japón.

La naturaleza vertical de los emoticones nos recuerda el grado de confianza que depositamos en las tecnológicas. Les entregamos despreocupadamente el significado de nuestras comunicaciones más íntimas: después de todo, cuando Apple cambió el símbolo del melocotón, hizo que los coqueteos se asemejasen más a pedidos a la tienda de alimentación. Anteriormente, cambió el aspecto realista de la pistola por el de otra de agua mientras otros teléfonos conservaron el original.

Como señaló Jeremy Burge de la página Emojipedia: “Una persona podría tuitear de forma inocente un juguete y que otros lo entendiesen como un arma”. ¿No resulta extraño? Cuando utilizamos emoticones, no tenemos la última palabra. (DF FT)

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