Elección

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Se vincula esta elección con el “estallido”, lo que fortalecería a la izquierda. Sin embargo, sus planteamientos políticos, y los del progresismo en general, incluidos los de la derecha, no apuntan tanto a situaciones concretas como a postulados intelectuales sobre la realidad. También hay que preguntarse por las demandas que dicho estallido habría expresado.

Porque su espontaneidad y ausencia de líderes visibles lo muestran como un rechazo a la “modernidad”, así en genérico, hoy disfrazada con el mote de neoliberalismo y concebida como un monstruo que destroza a los sujetos puros e incontaminados con la miseria humana: los modernizadores alienarían al pueblo mediante el consumismo. En el fondo, se la rechaza porque la falta de mística que caracterizó a los treinta años le restó el impulso anímico al esfuerzo que requiere proyectarse al futuro. Este vacío abrió el camino para instalar la posibilidad de una “antimodernidad”, así en genérico, como objetivo redentor de la política: Cuba, Venezuela y Nicaragua serían los modelos.

Esta postura redentora es posible en un mundo disociado entre la élite política que impone los objetivos para el país, basada en su pretendida representatividad, y el pueblo que debe seguirla sumiso. Ambos grupos solo compartirían desencuentros en medio de un mundo descreído y materialista, que abre amplio campo a los mesianismos humanos (no divinos).

Así planteado el problema, hay que comprender que el “centro político chileno tradicional” no es el punto medio entre estos dos polos. Más bien este centro (PDC y Socialdemocracia) no ha sido más que una izquierda blanda, que solo en estos treinta años ha aceptado ser reformista.

Cabe plantearse si existe un “centro” en el esquema de modernidad. Es difícil responder. Como ideología parece que no. Podría serlo como prudencia y sentido común en los conductores políticos del país, lo que requiere de una base compartida por todos los partidos, aparte de la transitoriedad de constituir gobierno u oposición. Su meta tendría que ser el bien común, objetivo tan difícil de definir como de alcanzar, porque depende de las circunstancias de cada momento y de la apreciación de unos y otros.

La complejidad de esta elección es que tenemos un candidato tildado de conservador (Kast), lo que significaría no modernista, y otro declaradamente antimodernista (Boric). Pero ambos buscando atraer a los blandos cercanos a uno y otro polo. La elección definirá dónde estamos parados como país. (El Mercurio)

Adolfo Ibáñez

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