Por esa razón, debe resultarle particularmente doloroso que, luego de la revuelta de octubre de 2019, después de que se abriera el proceso constitucional de la Convención con un aplastante triunfo de las fuerzas afines a su proyecto para integrarla, es decir, con todo a su favor, ello se haya diluido y escapado como agua entre los dedos, producto, en parte, de los excesos a que llegó ese órgano y de la pobre gestión del Gobierno del que los comunistas forman parte. Pero no solo eso, sino que, además, el ánimo político y la “correlación de fuerzas” —lenguaje predilecto del PC— han cambiado radicalmente, y ahora es la derecha la que controla los hilos de lo que ocurra en materia constitucional y tiene una razonable opción en la próxima carrera presidencial.
Con esos antecedentes, el referido informe del PC plantea que “la unidad social y política de todas las fuerzas que empujan las transformaciones, sin exclusión de ningún tipo, es fundamental”, dada la necesidad de “detener a la derecha”. Esto implica, en un reacomodo táctico de lo que eran sus planteamientos hasta hace muy poco, incorporar a ese frente común a la DC y a todas aquellas fuerzas políticas distintas de lo que para el PC es la derecha, así como a los movimientos sociales, para, “en una intensa disputa, conquistar mayorías que luchen por las demandas urgentes del país”. Afirma luego que la relación del partido con los movimientos de masas debe “reponer un eje histórico de trabajadores, pobladores y estudiantes, capaz de convocar la más amplia expresión del movimiento popular”, y continúa diciendo que “el momento que vivimos es crítico” y que solo esa unidad permitirá “en corto plazo expresar las correlaciones de fuerzas que necesitamos”. En esa línea es que llama a “tener abiertas las puertas para que sea el movimiento social, como tantas veces en nuestra historia, el que obtenga los avances sociales que buscamos, ya sea por la vía del derecho, como por la vía de los hechos”. Se trata de una afirmación preocupante: inevitablemente recuerda la actitud del PC en los días posteriores al 18 de octubre de 2019, cuando, apelando precisamente a la vía de la movilización y de los hechos, apostó por el término anticipado de un gobierno democráticamente electo, agudizando la crisis que entonces se vivía.
No queda claro cómo un discurso así podría atraer a fuerzas moderadas que no están en el Gobierno, especialmente en un momento en que el proyecto que propone no logra conectar con “las masas”. Más aún, es posible que una parte del socialismo democrático tenga objeciones a las tácticas unitarias que le proponga el PC, y busque potenciarse hacia el futuro planteando diferencias al camino seguido por un gobierno que no logra entusiasmar a la población, ni por ideas ni por gestión.
El PC se encuentra, pues, en una encrucijada, como lo muestra el que sus voces internas planteen públicamente disidencias, y que en el pleno del 24 de junio probablemente se convoque a un nuevo congreso del partido. (El Mercurio)



