El IFE: una pregunta incómoda

El IFE: una pregunta incómoda

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Hay un consenso, tanto de gobierno como de oposición, en la extensión del IFE para suplir la pérdida de ingreso de las familias a raíz de la pandemia. La pregunta incómoda es ¿a cuánto asciende esa pérdida de ingreso?, pues nadie lo estima.

La evidencia a la mano sugiere que el IFE “universal” ha elevado el ingreso de la mayoría de las familias bien por encima de lo que ganaban antes de la pandemia, y esto sin incluir los retiros de las AFP. En efecto, no necesitan el IFE (ni 4.to retiro) los jubilados, cuyas (bajísimas) pensiones no han mermado por la pandemia, ni la mayoría de los 5,5 millones de asalariados, cuyos salarios, sin IFE ni retiros, están 2% real por encima de lo que estaban antes de la pandemia.

Pero sí necesitan el IFE: 1) el millón de personas sin trabajo que estaba trabajando antes de la pandemia; y 2) trabajadores cuyos ingresos han caído significativamente (tal vez otro millón); pero suplamos esta caída, y no les demos más de lo que perdieron. En cambio, los montos del IFE —$400.000 al mes para una familia de tres, $500.000 para una de 4— suponen caídas generales irreales, frente a un salario mediano (jornada completa) menor a $600.000 al mes.

Extender el IFE “universal” actual beneficia a 7,5 millones de trabajadores, cuando los seriamente afectados son una fracción de esto (del orden de dos millones). Suplamos las pérdidas de ingresos de esos dos millones, pero no paguemos el IFE a ningún asalariado que esté ganando lo que ganaba antes de la pandemia. Focalizar el IFE en estos dos grupos necesitados ahorraría cada mes más de US$ 2.000 millones para usar en necesidades sociales apremiantes.

Nadie estima la pérdida de ingreso que hay que suplir. Nadie se atreve sugerir que se limite la ayuda a la pérdida efectiva. Frente a tal “consenso”, ¿no será ya el momento para informar que el “rey (el consenso) está pilucho”? (El Mercurio Cartas)

Joseph Ramos

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