El hilo de Adriana-Jaime Retamal

El hilo de Adriana-Jaime Retamal

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Está por verse hacia dónde nos lleva. Si el hilo de Adriana nos siguiera llevando por el camino de la arrogancia, la jactancia y el desdén, todas ellas posturas tan cool y tan propias del ministro que la antecedió, entonces vamos a seguir golpeándonos contra el murallón tecnocrático neoliberal disfrazado de justicia social o, lo que es peor, con el murallón del paternalismo de izquierda disfrazado de igualitarismo populista.

Si el hilo de Adriana nos llevara por el camino de la agresividad destemplada en contra de los profesores, esa tan de moda en estos días, esa que nace en Beauchef y termina en la FEN de Diagonal Paraguay, esa que nunca en su vida ha pisado una sala de clases o se ha sobrepuesto al rigor de los horarios escolares, esa que sólo ve a las escuelas y liceos públicos a través de modelos, regresiones y tablas matemáticas, esa misma tan buena para crear centros y fundaciones educacionistas, si es así, entonces no vamos a ver sino a una marioneta de ingenieros, todos de buenísima buena voluntad, todos PhD en las mejores universidades del mundo, pero que, al fin y al cabo, esconden su desconocimiento supino de la realidad escolar sobre la base paradójica de evidencias del primer mundo.

¿Es que el hilo de Adriana nos llevará por el mismo camino de crispación hacia el que nos llevó Eyzaguirre? ¿Veremos en ella una figura autoritaria, dueña de la verdad y limitada en el régimen del diálogo que busca el encuentro? ¿Será, su estilo, el de una funcionaria que sólo cumple las normas que le impone un checklist, sin criterio ético ni político, sino puramente pragmático? ¿Será una vocera más del formulario de Educación 2020 que, custodiada por los chicos buenos de Revolución Democrática, seguirá haciendo del Ministerio de Educación el panteón del sentido público que la movilización social sigue esperando?

Si el hilo de Adriana nos llevara por el camino de la agresividad destemplada en contra de los profesores, esa tan de moda en estos días, esa que nace en Beauchef y termina en la FEN de Diagonal Paraguay, esa que nunca en su vida ha pisado una sala de clases o se ha sobrepuesto al rigor de los horarios escolares, esa que sólo ve a las escuelas y liceos públicos a través de modelos, regresiones y tablas matemáticas, esa misma tan buena para crear centros y fundaciones educacionistas, si es así, entonces no vamos a ver sino a una marioneta de ingenieros, todos de buenísima buena voluntad, todos PhD en las mejores universidades del mundo.

El sinsentido que estamos viviendo en política educacional, el mismo sinsentido en el que nos han metido la Nueva Mayoría y sus chicas y chicos tan bien intencionados, nunca fue mejor dicho que por eldirector del Departamento de Estudios Pedagógicos, Ernesto Águila, recién el viernes pasado; dijo así: «Fueron a mirar el modelo finlandés, que descansa en la confianza, en una gran autonomía de los profesores, en la alta selectividad inicial de los docentes, en pocas y buenas escuelas de pedagogía, y en una formación continua, profesionalizante y académica, sin evaluaciones externas, pero hicieron lo contrario».

¡Hicieron todo lo contrario! Es muy difícil negarlo. ¿Son estos un Gobierno y una Presidenta a favor de la educación pública?

De Michelle Bachelet no podemos esperar nada coherente aún, en relación con el sentir popular. La Presidenta todavía no da con ningún tono sensato, pues sus últimas expresiones en contra de los profesores, esas de que “el lugar del diálogo está en el Congreso”, contrastan con el sentir ciudadano que no ve ahí sino el lugar de la coacción, la coima, el boleteo trucho, y el predominio, no de la sensatez dialógica y discursiva, sino del interés del dinero y del vozarrón del que puede roncar más fuerte con su chequera.

La Presidenta lleva, en verdad, meses sin dar con ningún tono ciudadano, tiene su brújula perdida entre los orejeros lobbistas pro empresarios y los clásicos espantapájaros del partido del orden. No sabe qué hacer y lo muestra con la instalación de una ministra proto-Educación 2020 y proto-Revolución Democrática, pero muy débil políticamente hablando, como si con eso mostrara cercanía con el movimiento social por la educación pública. Nadie creyó en su minuto en la bautizada –a la hora nona– Ley de Inclusión Educativa, nadie relevante de los actores del sistema escolar, y nadie de esos mismos actores cree en lo que la Presidenta está haciendo con los profesores ahora.

De lo que sí estamos seguros, es que un país no puede barrer el piso con ellos. ¿Son estos un Gobierno y una Presidenta a favor de la educación pública? Habrá que ver por qué caminos nos llevará el hilo de Adriana.

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