El ejemplo de vacunación chilensis

El ejemplo de vacunación chilensis

Compartir

Me pregunto, ¿sería posible aplicar a otras áreas de nuestra sociedad la estrategia, organización y comportamiento social y personal tan responsable que se está usando en la vacunación por Covid? ¿Qué hace que esto lo estemos abordando tan bien técnicamente, unidos entre todos, con cooperación y mucho menos críticas y descalificaciones mutuas?

No soy tan ingenuo para pensar que podríamos utilizar una organización tipo “Vacunación Covid” para redactar una nueva Constitución o corregir los descontentos expresados después del estallido. No; estos son procesos distintos. Pero, ¿en qué son tan diferentes? ¿No habrá algunos componentes importantes de la experiencia de la vacunación que sirvan para abordar otros problemas que también nos afectan a todos los chilenos? Creo que la experiencia vacunación tiene parecidos a la Teletón: une al país en torno a un propósito concreto y común. ¿No señalará esto algunas pistas hacia un estilo de hacer las cosas en el gobierno y la sociedad que se puede replicar, mutatis mutandis, en otras áreas?

Me disculparán los más pragmáticos y los economistas, pero estos tiempos de pandemias y estallidos pueden ser oportunidades para dejarse soñar e innovar. Aquí va mi volada: pienso que hay algunos problemas o necesidades específicas  de grupos grandes de nuestros conciudadanos que podrían abordarse con una organización tipo “Vacunación Covid 2021”. Son situaciones específicas que pueden verse como enfermedades de nuestra sociedad que pueden arreglarse con campañas masivas acotadas y en plazos de meses o máximo un par de años, para mantener así el foco y el vuelo (o momentum). Tres ejemplos:

1) Abordar la falta de áreas verdes o plazas cercanas a los hogares en las poblaciones de grandes ciudades, especialmente aquellas tomadas por el narcotráfico y la inseguridad por sitios eriazos y poca iluminación pública. Esto afecta a varios millones de compatriotas.

2) El gran número de casas rurales o pueblos chicos sin vidrios en las ventanas a pesar de los fríos nocturnos en todo el país.

3) la falta de pavimentos en calles principales de pueblos del norte y el sur que llenan de polvo las casas en verano, y de barro en el invierno, con el paso de camiones madereros y otros vehículos; lo mismo con la falta de veredas.

Para corregir deficiencias agudas como esas, bien podrían diseñarse campañas parecidas a la realizada para la vacunación. Es decir, que un organismo especializado del Estado, bien coordinado con otros de su sector y también con el aporte privado, organice el trabajo a realizar para una reducción drástica de la insuficiencia señalada. Organizarlo tipo “Campaña de vacunación Covid”: planificar, precisar los lugares donde se va a intervenir, calcular lo que se necesitará, determinar los encargados de las construcciones, comprar los materiales por adelantado, hacer  la coordinación con las municipalidades y finalmente poner fechas y realizar la obras convenidas en cada lugar. Estos son sólo ejemplos, y puede haber otros mucho mejores.

A lo que apunto con esta reflexión no es intentar empujar una idea genial que sirva para resolver alguno o gran parte de nuestros mayores problemas económicos o sociales. Lo que busco es que no perdamos la oportunidad de valorar  lo bueno que somos capaces de hacer algunas veces. Y además pensar donde más podríamos usar esas capacidades propias exitosas. Para eso  sugiero detenernos a observar qué hicimos bien y cómo lo hicimos para que resultara exitoso. En otras palabras, tomar conciencia de las capacidades propias que ya tenemos. Como la planificación oportuna y no la improvisación; el tener recursos ahorrados para comprar los materiales que se necesitan; el tener organismos públicos que funcionan (el de salud, en el caso de la vacuna); organismos municipales que hacen lo mismo, y la capacidad de coordinación entre entidades diferentes, incluyendo las empresas privadas de servicios asociados tan importantes como el transporte de insumos y personal hasta los lugares más apartados del país. Todo esto supone relaciones de confianza que fuimos capaces de construir, mantener u utilizar oportunamente. Y esto es producto de una tradición cultural y de años y décadas de pasos históricos graduales dados uno después de otro. ¿Se imaginan qué habríamos logrado si para hacer lo que se logró con la vacunación hubiera sido necesario empezar por un Proyecto de Ley que el Presidente  hubiera tenido que presentar al Congreso? Probablemente hoy todavía estarían los parlamentarios discutiendo en una Comisión de la Cámara a dónde  comprar  la vacuna.

En los tiempos  que vivimos de reformas constitucionales y elecciones presidenciales muy abiertas y anticipadas, creo que puede ser importante que los candidatos tomen nota de la experiencia de esta vacunación. Puede ser que la gente espere hoy un nuevo estilo de gobierno que muestre características como las que hemos resaltado: más orientado a soluciones específicas de algunos problemas sociales antes que a reformas de estructuras o refundación del sistema completo; más pragmático que ideológico, más práctico que teórico. Puede ser valioso para los candidatos considerar con seriedad y atención esta  experiencia cuando diseñen sus programas de gobierno. Chile lleva 16 años alternando sólo dos estilos tradicionales y predecibles de gobierno que hoy parecen agotados. La situación en la que estamos tal vez abre la oportunidad de probar un estilo nuevo que nos permita trabajar más unidos y con mejores resultados. (El Líbero)

Ernesto Tironi

Dejar una respuesta