El Chile que gana

El Chile que gana

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En algún momento nos alabaron por nuestra economía. Fuimos los tigres de América Latina. Después, por la transición a la democracia, por los acuerdos políticos. Otra vez por nuestra seriedad, por la idea de que este país se manejaba en estándares muy altos de probidad. Todo aquello se ha ido borrando de un plumazo. Pero apareció el fútbol, algo por lo cual nunca fuimos reconocidos. Hoy, la prensa extranjera se rinde frente a nuestra selección. Nos dicen que somos los reyes de América, que tenemos un equipo de temer.

Es cierto, los países no viven del fútbol. Por eso, la Presidenta no ha capitalizado en nada los triunfos de la selección. Ganamos la Copa América, con ella celebrando cada gol, pero su popularidad siguió bajando. El fútbol parece ser un planeta aparte. Pero aquello no significa que esté ajeno a lógicas claras, de las cuales siempre se puede extraer algo.

La primera es que el talento es necesario, pero no suficiente. De seguro esta generación es la mejor de la historia y eso ayuda. Pero países como Argentina y Brasil derrochan talento en sus filas y no están brillando. Por eso, la clave de Chile es también su esquema táctico. “Juega como los mejores clubes”, dijo alguien, resumiendo la forma como se complementa el equipo. Y este es un mérito indudable de Sampaoli. En suma, por mucho talento, si no hay un buen líder, nada resulta.

Segundo, es flexible. Tienen un programa, una estrategia, pero no se enamoran de ella. En el partido con Brasil eso fue evidente. Luego de un primer tiempo flojo, Sampaoli se reinventó. Buscó un nuevo esquema, el que finalmente logró dar vuelta las cosas.

Tercero, es un equipo con disciplina. Es cierto que fuera de la cancha hay algunos desordenados -el caso Vidal-, pero dentro de ella son obedientes. Siguen las reglas, independiente de si unos son mejores que otros. En la cancha no hay divos. Impera un sentido de equipo y respeto.

Cuarto, tiene actitud. Es un equipo guapo, no tiene miedo a nadie, se para de igual a igual. Atrás quedó la historia de los chilenitos, de los triunfos morales, de que jugamos mejor que nunca y perdimos como siempre. Ahora jugamos a ganar y nos resulta.

Quinto, esto es un proceso. Aquí no hay milagros, nada es improvisado. Todo ha sido parte de un largo trabajo que comenzó Bielsa y siguió Sampaoli. Este último pudo partir de cero, desmarcarse del pasado, pero optó por respetar las bases, lo bueno que había y de ahí construir lo suyo. Por eso, lo que vemos hoy es la suma virtuosa de ambos entrenadores.

En suma, el fútbol podrá ser un planeta aparte, pero sin duda arroja lecciones para el Chile de hoy. Por parte de los jugadores, talento, actitud y disciplina. Por el lado del entrenador, un liderazgo fuerte y una política de juego clara y también flexible. Por parte del país, un proceso largo y serio, donde nada se improvisa. Donde partir de cero es siempre una mala idea.  La historia siempre enseña. Si en todo actuáramos así, entonces no sólo estaríamos celebrando el fútbol. Porque, al final, lograr buenos resultados siempre sigue las mismas reglas.

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