En la reciente Enade, el ministro Marcel presentó un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas para Chile, sin duda, un ejercicio interesante y valioso. Sin embargo, algunos aspectos que señala como fortalezas, me parecen en realidad debilidades y otros que ve como amenazas son ya una triste realidad. Más grave es aún que tanto las debilidades como las amenazas tienen como una de sus causas principales las ideas y políticas promovidas por el alma de extrema izquierda del oficialismo, por lo que los principales enemigos del ministro están dentro del mismo Gobierno.
Vamos por parte; dentro de las fortalezas el ministro menciona la creciente escolaridad, y la baja participación laboral, ya que existiría espacio para que suba. Sin embargo, es evidente que la calidad de la educación está en franco deterioro, y la participación laboral, tanto de hombres como de mujeres, ha caído, lo que se explica por una cada vez más baja participación laboral de los sectores de bajos ingresos ¿Y por qué han caído la calidad de la educación y la participación laboral? Es inevitable pensar en las malas políticas en esta materia impulsadas por la izquierda, especialmente en el segundo gobierno de Bachelet, la destrucción de los liceos emblemáticos y un Colegio de Profesores totalmente cooptado por el Partido Comunista. En materia de participación laboral, el problema está en los grupos de menor calificación, que se ven perjudicados por reformas laborales que aumentan en forma significativa los costos de contratación, en un contexto de creciente automatización. El escenario probable es que la tasa de ocupación formal de los sectores de bajos ingresos siga cayendo, ya que no existe una política de capacitación lo suficientemente potente para que los mayores costos laborales se puedan compensar con productividad. Nos quedamos entonces con que la única fortaleza efectiva dentro de las mencionadas por Marcel es el cambio en la matriz energética, sin embargo, no parece estar ese sector enfrentando aguas calmas en materia de cambios regulatorios.
Dentro de las debilidades, el ministro menciona la demografía, que ciertamente es un problema, pero entre la promoción del aborto libre y la negación de la izquierda a hablar de la edad de jubilación, nada hace el Gobierno para enfrentar este desafío. Menciona también la caída en la ley mineral del cobre, lo cual, dado el enorme potencial minero del país, no debería ser problema, sino que más bien las dificultades las pone el propio Gobierno con una propuesta de royalty excesivo y con las crecientes restricciones de todo tipo para desarrollar ese potencial. La recién anunciada política del litio tampoco parece ser el impulso que ese sector clave y fundamental para Chile necesita. Por último, menciona como debilidad la importante caída del ahorro y la inversión, pero estuvo por meses impulsando una reforma tributaria que los castigaba fuertemente, a lo que se suma la añeja concepción de que el motor de las decisiones de inversión debe ser el Estado, junto con una propuesta de reforma de pensiones que terminaría con un mercado de capitales también mayoritariamente controlado por el Estado.
Las oportunidades señaladas por Marcel, el litio, el hidrógeno verde y la digitalización, efectivamente existen, pero requieren un entorno de certeza jurídica que el Partido Comunista y el Frente Amplio llevan años dañando, con sus intentos refundacionales. Menciona también como oportunidad la diversificación productiva, lo que hace pensar en ese fetiche que tiene la izquierda con el llamado “extractivismo”, cuando es evidente que las mayores oportunidades para el país siguen estando en la minería y en el rubro agropecuario y forestal, que con un entorno regulatorio adecuado y un capital humano calificado pueden agregar tanto valor como cualquier rubro industrial.
Las amenazas para el ministro vienen en parte del complejo entorno geopolítico mundial. Ciertamente, aunque llama la atención que mencione como principal defensa a esa amenaza el CPTPP, mismo tratado que los que hoy gobiernan rechazaron hasta el final. Señala también las dificultades que enfrentan las empresas de menor tamaño, muchas de las cuales provienen de un Estado que, en vez de ser un colaborador para esas empresas, es normalmente la principal traba. Por último, reconoce como amenaza el problema de inseguridad pública, cuando hace rato ya que dejó de serlo. Se trata más bien de una realidad crecientemente compleja, que, si no se enfrenta en forma rápida y efectiva, pasará a ser parte del paisaje habitual del país. Imposible no pensar además que cuando la izquierda que gobierna validó la violencia política y cuestionó fuertemente el actuar de las policías, les abrió la puerta también a la delincuencia y al crimen organizado.
Creo entonces que la principal fortaleza del análisis del ministro es que tiene un buen diagnóstico de muchos de los problemas, pero parece no darse cuenta de que la principal causa está dentro del propio Gobierno. El llamado Socialismo Democrático está “durmiendo con el enemigo”. (El Mercurio)
Cecilia Cifuentes
Directora ejecutiva Centro de Estudios Financieros ESE Business School U. de los Andes



