Clivajes-Loreto Cox

Clivajes-Loreto Cox

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Se dice que estamos comenzando una nueva era política. Ya se adivinan algunas direcciones sobre los estilos de gobierno y el mapa de coaliciones —aunque esto recién comienza—. Pero, desde la ciudadanía, ¿observaremos nuevos clivajes, en el sentido de grandes rupturas sociales e históricas? Si lo que comienza es de verdad una nueva era, y no solo un nuevo gobierno, ¿cuál será su eje estructurante cuando pase el vendaval y la elección entre Boric y Kast suene a historia lejana?

En una tesis influyente de 1999, Tironi y Agüero plantearon que en los 90 el sistema de partidos chileno abandonó su viejo esquema de tres tercios y se reconfiguró en torno a la ‘fisura generativa’ de autoritarismo/democracia, que nace en la dictadura, pero luego se profundiza. Ciertamente, el tiempo post-estallido podría interpretarse a la luz de esta fisura (pensemos en las demandas por mano dura). No obstante, mientras el plebiscito que marcó el fin de los tres tercios fue más o menos equilibrado (56% por el sí; 44% por el no), el que en 2020 daría origen a la actual era, marcada por una nueva Constitución, tuvo un resultado arrollador por la posición que bajo esta fisura se interpretaría como el polo de democracia (78% por el apruebo). Es poco balanceado como clivaje. Pareciera que el plebiscito de salida será menos aplastante, pero si la propuesta constitucional persiste en el maximalismo, será difícil plantear esta elección como una entre autoritarismo y democracia.

Un orden político basado en identidades partidarias, como el que se observa con creciente fuerza en EE.UU., se ve imposible en un contexto en que solo el 18% se identifica con algún partido (CEP, 2021; en EE.UU. es más de 70%, según ANES, 2020). Aun cuando la última elección sugiere un escenario ideológicamente polarizado, la ausencia de partidos robustos que representen las visiones de mundo con alguna consistencia y arrastre hace difícil que los nuevos clivajes se institucionalicen en torno a ideologías.

Tal vez, incluso, sea más fuerte el clivaje entre quienes están a favor o en contra del establishment. Este eje se impuso para la elección de la Convención, pero su naturaleza antiinstitucional, su tendencia a una fragmentación confusa y, también, Rojas Vade hacen dudar sobre su capacidad de ser un clivaje duradero.

¿Un ordenamiento en torno a un quiebre generacional? Sin duda esta nueva era baila al ritmo de una generación. Tanto el estallido como el fenómeno Boric han sido eminentemente juveniles. Pero, ¿puede un sistema político, en el largo plazo, estructurarse en torno a una fisura que cruza el interior de cada familia y que está destinada a envejecer? Si bien la generación que hoy lleva la batuta podría conservar su hegemonía por algunas décadas (como ocurrió en la transición), tendrá que batirse con los futuros jóvenes, que no querrán renunciar a buscar su espacio. Por último, están los temas identitarios, que, aunque tienen un dejo generacional, podrían ser clivajes en sí mismos: feminismos, ambientalismos, indigenismos y muchos más. Pero con su exaltación de lo particular de la propia experiencia, difícilmente podrán apelar a sensibilidades amplias.

Quizás lo más probable es que sea una era de clivajes múltiples, superpuestos, cambiantes, lunas de miel cortas y popularidades fugaces. (El Mercurio)

Loreto Cox

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