La desclasificación de documentos del Ministerio de Exteriores relativos a la secta alemana ubicada en el sur de Chile creó expectativas entre las víctimas y organizaciones de derechos humanos. El anuncio del ministro Frank-Walter Steinmeier señalaba que en vez de abrir archivos de hasta 30 años de antigüedad, se rebajaría en una década la prohibición de acceso. A diez meses de la apertura anticipada, expertos no ven avances significativos en el caso.
«Estimo que hay entre 300 y 500 tomos con Colonia Dignidad en el título. Hoy hay acceso a la documentación de lo fechado hasta 1996», indica Jan Stehle, politólogo del Centro de Investigación y Documentación Chile-América Latina.
«Ha habido mucha especulación porque nunca la Justicia chilena o la alemana han esclarecido por completo este caso. Hoy se sabe y el mismo Steinmeier dijo que personal del Ministerio cometió errores y no protegió los derechos humanos, algo con lo que se especulaba por décadas. Ahora es posible comprobar qué sabía realmente la diplomacia alemana sobre los crímenes cometidos en Colonia Dignidad y qué hizo al respecto», agrega el investigador, quien estudia los archivos desde hace siete años, para lo cual debió recurrir incluso a una querella judicial para obtener permiso.
Para él, la apertura anticipada no aportó gran novedad. «No creo que los archivos puedan entregar pruebas para las investigaciones actualmente en curso en Chile y Alemania, pero pueden darles un contexto histórico», apunta. En ello concuerda Dieter Maier, investigador y autor de libros sobre Colonia Dignidad: «Las actas recién desclasificadas son de un período menos interesante -de 1986 a 1996-, hacia fines de la dictadura y cuando ésta ya había terminado. Confirman lo conocido, pero hay un par de documentos con información nueva, declaraciones de exagentes chilenos que incluyen nombres, contextos y hechos. Se toca por ejemplo el tema de las armas».
GRITOS DE AUXILIO
¿Qué tipo de información se encuentra sobre lo que ocurría en la colonia y la responsabilidad de la diplomacia alemana? Los archivos permiten hacer una reconstrucción histórica desde que Paul Schäfer emigró a Chile en 1961, llevando consigo a un grupo de alemanes, entre ellos decenas de menores, algunos engañados o sin el debido permiso. Los registros incluyen la fuga de Wolfgang Kneese en 1966 y sus denuncias de que los colonos no podían salir, que se violaba a los niños, que tenían que tomar psicofármacos y eran castigados brutalmente. «Ya en los años sesenta, desde antes de la dictadura, el Ministerio reunía artículos de prensa y contaba con antecedentes sobre denuncias públicas», agrega Jan Stehle.
Así como este caso, hay decenas a lo largo de los años. Reiteradas denuncias y cartas de colonos dirigidas a la embajada denunciando maltratatos y pidiendo ayuda. Ante citaciones de la embajada, no obstante, las víctimas llegaban acompañadas por jerarcas y adoctrinadas para desdecirse, relata Stehle.
«Todas estas piezas del puzle bastaban para haber intervenido. A esto se agregan irregularidades de la embajada como extender colectivamente pasaportes y certificados de sobrevivencia para el cobro de pensiones, a pesar de que la ley consular dice que cada uno tiene que presentarse individualmente», indica el investigador.
LOBBY Y COMPLICIDAD
En los documentos se advierte que la secta hizo lobby desde temprano frente a políticos en Alemania y construyó toda una red en Chile, que incluía miembros del gobierno militar y jueces, advierte Jan Stehle. Los colonos concedían favores y recibían muestras de apoyo. Así establecieron una relación muy cercana con el personal diplomático, con prácticas como vender sus productos en la embajada o invitar a funcionarios a visitar la colonia o tratarse en el hospital del lugar. «Los colonos se mostraban solidarios y generosos, y al mismo tiempo contaban que eran víctimas de denuncias infundadas de comunistas y gente envidiosa», relata Stehle.
Se sabe de una complicidad muy directa con el armamentista Gerhard Mertins, quien traficaba armas a través de la colonia y también trabajaba para el servicio secreto alemán, BND. «Él estableció una red de lobby en Alemania, defendía a Colonia Dignidad en la prensa, iba a la fiscalía y al Ministerio de Exteriores a decir que las denuncias eran infundadas», agrega el investigador.
«INEFICACIA DE LA JUSTICIA»
A pesar de investigaciones por décadas en la fiscalía de Bonn, jamás se ha dictado en Alemania alguna acusación en contra de un miembro de Colonia Dignidad. «En 1985, el Ministerio de Exteriores envió por primera vez a la fiscalía informes de personas fugadas en 1984-85 que relatan minuciosamente casos de torturas, administración de fármacos y fugas. Se abrió una investigación penal, pero nunca se dictó acusación ni hubo orden de detención, lo que demuestra la ineficacia de la Justicia alemana», acusa Jan Stehle.
«Es una situación escandalosa. Hoy están todos los crímenes prescritos, salvo asesinatos y algunos casos aislados de uso de psicofármacos y abusos», agrega. Muchos de los que participaron o fueron testigos, hoy viven en Alemania. En Chile, en cambio, crímenes de lesa humanidad como torturas cometidas durante la dictadura no prescriben y siguen siendo investigados.
«Después de años trabajando este material, me sigue soprendiendo la capacidad de esa gente de perpretar sus crímenes durante décadas, existiendo denuncias públicas y gran cantidad de información al respecto. ¿Cómo no hubo una intervención más decidida de Alemania? Se argumentaba que había que dejar a la Justicia hacer su trabajo, pero en el contexto histórico de una dictadura que colaboraba con Colonia Dignidad era ingenuo esperar que la Justicia chilena resolviera este caso», opina Stehle.
COMPLETANDO EL PUZZLE
Los investigadores esperan mayor compromiso de Chile y Alemania. «Si el mea culpa que hizo Steinmeier cuando anunció la apertura anticipada de archivos es sincero, debería facilitar que investigadores e historiadores se ocupen de esa gran cantidad de material», indica Jan Stehle. Restricciones como la prohibición de sacar copias o fotos del material dificultan el proceso.
«Falta mucho por hacer -agrega Dieter Maier-. La masa de información es tan grande que sería importante tener un fondo estatal o particular para un equipo de investigadores que trabaje en forma coordinada y analice las fuentes en Chile y Alemania. En estos momentos lo hacen individuos en forma particular».
Este complejo puzle político no tiene explicaciones fáciles, reconocen los expertos, quienes piden acceder también a otros archivos. «En otros ministerios alemanes y en el Servicio de Inteligencia (BND) también hay documentos sobre Colonia Dignidad que deberían ser desclasificados», señala Maier, quien también espera la apertura de archivos en Chile: «Allí la Justicia confiscó las fichas de Colonia Dignidad, la Policía las revisó superficialmente, pero los investigadores no tenemos acceso. Sólo conocemos en parte resúmenes, lo que ya es muy interesante, pero falta saber más». (DW)