Más allá de las legítimas críticas que merezcan estas candidaturas o sus respectivos proyectos políticos, es preciso notar que tras la estridente denuncia de Winter subyacen dos rasgos persistentes del Frente Amplio. El primero es la intolerancia al disenso: solo ellos serían legítimos para gobernar. Cualquier otro grupo o referente (la Concertación, el expresidente Piñera y así) sería indigno de tal calidad.
El segundo rasgo, en tanto, puede ser resumido con el viejo adagio “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. Para advertirlo baste señalar que mientras Winter se despacha esas declaraciones, el Presidente Boric decide asistir a la cumbre del grupo BRICS, entre cuyos exponentes destacan regímenes como Venezuela e Irán (donde, ahí sí, se ejerce violencia a mansalva por parte de quienes detentan el poder).
Todo esto sería anecdótico de no ser porque estas mismas lógicas —la intolerancia y las peores prácticas de la izquierda latinoamericana— fueron las que llevaron al oficialismo actual a querer derrocar al gobierno anterior primero, e intentar imponer un modelo constitucional protochavista después. Winter con sus declaraciones, confirma que tras cuatro años en La Moneda el aprendizaje del Frente Amplio es escaso. (El Mercurio Cartas)
Claudio Alvarado R.
Director ejecutivo IES
