Vulnerabilidad y cambio moral

Vulnerabilidad y cambio moral

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El modo con que Carlos Peña, saltando de Wittgenstein a la “sociedad abierta”, puede esgrimir con toda naturalidad una cerrada serie de argumentos de dicho tenor en favor de la eutanasia, pone en evidencia una cuestión anterior, en que no se repara suficientemente: una inversión normativa de esa magnitud arranca de un trastorno ontológico, en el sentido más propio de la ciencia de los primeros principios. Es decir, los fundamentos en que reposaba milenariamente la moral de nuestra cultura occidental, fueron reemplazados por otros.

Es digno observarse que milenarias culturas, que hoy puntean el desarrollo tecnológico mundial —India, China, Rusia, por ejemplo— al contrario de lo que sucede en la otrora católica Europa, nuestra madre y maestra en muchos sentidos —a la que replicamos livianamente aquí—, no admiten por ejemplo la eutanasia.

Duele, qué decir, la vulnerabilidad de nuestras sociedades. Inmersas en un pragmatismo tecnológico ciego a la ciencia de los primeros principios y mezquinas en relación con lo que les aporta su propia tradición cultural y espiritual, ni llegan a ser una avanzada técnica y mientras tanto abaten con ligereza los muros que cubren sus fundaciones.

Jaime Antúnez Aldunate