El dos veces Presidente de Chile vivió como murió, en un accidente de helicóptero en el lago Ranco. Fue gracias a él que sus tres acompañantes, los cuales eran su hermana Magdalena, su amigo y el hijo de su amigo, sobrevivieron, mientras que él se inmoló al no poder salir del lago y morir por asfixia por sumersión.
Era un decidido demócrata; nunca fue pinochetista ni amigo de la dictadura. Participó en la asamblea del Teatro Caupolicán en que escuchó a Frei Montalva en su discurso y votó por el No a la Constitución, y luego, en el plebiscito de 1988, también se la jugó por el No. Finalmente, terminó en política con la centroderecha y como senador de Renovación Nacional con el que se llegó a acuerdos muy importantes, como la reforma tributaria del entonces ministro de Hacienda, Alejandro Foxley.
Fue Presidente de Chile en dos ocasiones, entre 2010 y 2014, y entre 2018 y 2022. Fue un extraordinario gobernante, que afrontó la devastación que implicó el terremoto del 27 de febrero de 2010, y que recorrió el país apoyando la reconstrucción de Chile. Sus habilidades gerenciales eran de lo más destacado de su personalidad. También se jugó por el salvataje de los 33 mineros que quedaron sepultados tras el derrumbe de la mina San José.
En su segundo gobierno, la violencia de la revuelta del “octubrismo” hizo que se la jugara por la “vuelta larga”, como tituló su libro Gonzalo Blumel, y se llegó a un acuerdo político por la paz y la nueva Constitución. La Convención Constitucional hizo lo que pudo para dar una Constitución refundacional a Chile, la que fue rechazada por un amplio porcentaje en un plebiscito con voto obligatorio. Lamentablemente, incluso en un segundo período para modificar la Constitución vigente, el Partido Republicano y Chile Vamos arrasaron con el texto. Otra cosa hubiera sido si nos quedábamos con lo redactado por el Comité de Expertos.
Luego llegó la pandemia del covid-19, en marzo de 2020, y fue la suya una gestión extraordinaria, ya que se aprovisionó de vacunas preventivas para detener la epidemia. La gestión de camas en los hospitales y clínicas privadas fue importante, así como la conformación de un comité de emergencia en La Moneda, a cargo de los ministros de Salud Jaime Mañalich y Enrique Paris.
Este columnista se opuso a la reforma del matrimonio “igualitario”, en que se cambia la definición del matrimonio: “El matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente” (art. 102 del Código Civil). Más aún si se trata de padre o madre, y se habla de progenitores, ya que pueden ser dos padres o dos madres. No se modificó el régimen de la sociedad conyugal, pero actualmente hay un proyecto que permite que el cónyuge no administrador se incorpore a la administración de los bienes comunes, y se elimina la frase: “el marido es el jefe de la sociedad conyugal”, que claramente es una expresión de machismo.
También discrepé de la ley de identidad de género, que permite cambiar el sexo registral de hombre a mujer o de mujer a varón, pero sin poner ninguna condición de cambios físicos o psicológicos.
En su funeral, hablaron los expresidentes Frei Ruiz-Tagle y Michelle Bachelet; y también el Presidente Gabriel Boric, quien —refiriéndose a la oposición que se le hizo— reconoció que “en medio de la vorágine política, durante su gobierno las querellas y las recriminaciones fueron, en ocasiones, más allá de lo justo y razonable. Hemos aprendido de ello y todos debiéramos hacerlo”.
Se trataba de una persona que tenía una gran capacidad de gestión, que nunca guardaba rencores y que esencialmente era un demócrata que confiaba en la democracia. Sus hijos, hermanos y nietos, y su señora, Cecilia Morel, fueron capaces de darle el cariño familiar del que tanto se ufanaba, sobre todo del de sus nietos. (El Mercurio)
Hernán Corral