Epsy Campbell —economista, vicepresidenta de Costa Rica, ex diputada, ex ministra y ex precandidata a la presidencia— elige empezar su mensaje con una metáfora: la del parto. «Nunca me di cuenta de lo que era parir hasta que vi a mi hija parir», dice frente a la audiencia que la escucha en el Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile.
Es lunes y son más de las siete de la tarde cuando pronuncia: «Después del dolor, la desesperación y de cómo ella me decía ‘por favor, mátenme’, llegó la luz. Nació una criatura». «Cuando una mujer está en labor de parto, cuando un planeta está en labor de parto, a veces lo que se ve solamente es el dolor, la confusión, el no saber qué es lo que sigue. Pero cuando algunos de nosotros estamos ayudando a ese planeta a dar a luz, sabemos que después del dolor sigue una nueva generación. Yo estoy apostándole a esa nueva generación», añade.
Campbell, de visita en Chile por pocos días, dice que eso es lo que ocurre no solamente con el país que está pisando, sino también con otros lugares del mundo que están en ebullición. Está profundamente convencida de que la humanidad vive «un momento extraordinario». «Yo pienso, contrario a lo que muchos creen, que es el momento en que se inicia una nueva era«, asegura.
En su país, Campbell es casi una celebridad. A sus 53 años, tiene a su haber el hecho de ser la primera vicepresidenta afrolatina. Internacionalmente, su trayectoria está marcada por el activismo en temas de derechos humanos, pueblos originarios, sexismo y racismo.
Con su pelo rizado y sus lentes gruesos, su figura se ha hecho conocida como una de las más populares de la política costarricense. Por primera vez en 2020, Costa Rica y Chile comparten una misma categoría en el Índice de la Democracia elaborado por The Economist: junto a Uruguay, son los únicos tres países latinoamericanos considerados como «democracias plenas».
En su charla, Campbell entrega ejemplos de lo que se hace allá, pero es clara: «No vengo a dar clases sobre mi país».
—Se tenía la percepción de que Chile era un país estable, pero tuvimos este estallido social. ¿Cómo lo ven, desde Costa Rica? ¿Identifican vulnerabilidades que permitan que algo similar a lo que está pasando en toda América Latina se dé allá?
—Costa Rica aprende de lo que está pasando en toda la región y en todo el mundo, y lo importante es que asumamos nuestros propios desafíos en términos de desigualdad. El Presidente Carlos Alvarado lo ha planteado como un tema de agenda prioritaria y creo que Chile ha sido una escuela para toda la región.
—¿En qué sentido?
-Hay temas que en ningún país se deben dejar pasar. Hemos aprendido que no solamente tenemos que pensar en el desarrollo económico, sino en el desarrollo económico con distribución y con igualdad, que le permita a todas las personas tener las mismas posibilidades de realización personal. Creo, más bien, que esta ha sido una oportunidad extraordinaria, porque nos permite mirar los debates internos y tener respuestas.
DEFINIR EL CHILE DEL FUTURO
En 2002, Campbell llegó hasta el Congreso unicameral de Costa Rica como diputada. Se convirtió en una de las 20 mujeres que entraron con la puesta en marcha de la primera ley de cuotas, que obligaba a presentar mujeres en el 40% de los puestos elegibles. En esa elección, alcanzaron el 35% del total. Hoy representan un 46%.
«Nadie nunca tuvo que decir: qué pena que les dimos espacio a las mujeres, porque demostraron que tienen limitaciones intelectuales. Era obvio que lo que había era una barrera estructural, entonces las acciones afirmativas siguen siendo un mecanismo que da resultados para abrirle la puerta a quienes no han tenido posibilidad«, dice la vicepresidenta de Costa Rica.
Dichas acciones son, a su juicio, «imprescindibles en este momento de transición». «Es una manera de romper lo histórico y empezar a construir una nueva historia», asegura. Además de su trabajo por la representación de la comunidad afro, otro de los tópicos que llenan su agenda es el feminismo y la desigualdad de género.
—El Congreso chileno no ha podido consensuar un mecanismo de paridad para la futura convención constituyente, si se elige. Para usted, ¿cuál es la importancia de establecer este principio en una instancia como esta?
—Ya cuando tienen el debate, es porque han entendido que en este país es necesaria la participación paritaria de las mujeres. A veces cuesta encontrar el mecanismo, pero yo más bien quiero felicitar al país por estar entendiendo que la participación de las mujeres en un nuevo pacto social es crucial.
—¿Qué recomendaría?
—Que indaguen sobre experiencias de otros países. El mío propio es un país que tiene una propuesta paritaria que ya es constitucional, que ha permitido que las mujeres, como resultado, realmente lleguen a los espacios de toma de decisión. Me parece súper importante porque definir el Chile del presente y del futuro sólo es posible si el órgano constituyente es un reflejo de la sociedad, y creo que ese reflejo es, por razones obvias, paritario.
—Tuvimos un movimiento multitudinario de mujeres en 2018 y el alcance que han tenido LasTesis ha sido mundial. ¿Cómo ve al movimiento feminista chileno?
—Creo que es una representación de lo que yo llamo «la generación de la luz»: mujeres jóvenes que están reivindicando la agenda histórica de los derechos de las mujeres. Los movimientos sociales ya no se pueden entender sin la participación de las mujeres y en eso Chile es un ejemplo. Me parece que las universitarias han tomado un rol muy importante, porque tienen la oportunidad de dialogar con el mundo y han utilizado las redes sociales como una herramienta fundamental. Esa experiencia que han tenido al interno sirve también para fortalecer el debate internacional. Yo lo único que puedo decir es: están haciendo un gran aporte. (Emol)


