La semana pasada los abortistas lograron que la Cámara Baja de Inglaterra eliminara el castigo penal a las madres que se hubiesen realizado un aborto fuera de los casos legales previstos, en cualquier etapa del embarazo. El aborto seguirá siendo delito si se practica fuera de las causales y plazos que la ley inglesa regula, y se castigará a quienes lo realicen o colaboren en su realización. Chile no ha llegado a esa situación, pero no estamos lejos.
Desde 1967 se permite en Inglaterra la realización de un aborto hasta la semana 24 de gestación, y después de ese plazo solo bajo ciertas circunstancias excepcionales, como el peligro de vida para la madre. Aprobada por 379 votos a favor y 137 en contra, ahora la Cámara de los Lores deberá pronunciarse. La norma busca evitar que las madres sean investigadas, arrestadas, procesadas o encarceladas por realizar un aborto fuera de la ley. Lo anterior obedece a que, en los últimos cinco años, se han iniciado decenas de procesos penales por la realización de abortos ilegales, especialmente porque en la pandemia del Covid 19 se permitió el envío de píldoras abortivas por despacho a domicilio y realizar el aborto en la casa, dentro de las diez primeras semanas de embarazo. Los parlamentarios abortistas justificaban la medida explicando que casi el 99% de los abortos ocurren antes de las 20 semanas de embarazo y pedían para el 1% restante compasión, atención y apoyo, en lugar de culpa y criminalización. Se citaron ejemplos dramáticos, como el de una madre absuelta que abortó pensando que estaba en la semana 10 de embarazo, cuando estaba en la 26, o el de una madre de tres hijos condenada a más de dos años de prisión por inducir médicamente un aborto a los ocho meses de embarazo, aunque al mes siguiente fue puesta en libertad al recurrir contra la condena.
Lo cierto es que están a un paso de realmente lograr el aborto libre. Si bien el proyecto de ley impide que se pueda perseguir penalmente a las madres por abortar de forma ilegal, no ocurre lo mismo con los médicos y terceros que participan en ese aborto. Ahora bien, si no se sanciona a la madre, ¿por qué sí a los médicos? La modificación está incompleta, alegarán en unos años más, porque impide el acceso al aborto a esas madres del 1% (suponiendo que sea real), repitiendo así el discurso al que nos tienen acostumbrados. La norma también provoca inquietantes efectos: cómo se distinguirán los casos de abortos en etapas avanzadas de los infanticidios, como se intentó hacer pasar por el lobby abortista en el Caso Beatriz ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos el año pasado.
Están llegando al final de la pendiente resbaladiza. La despenalización del aborto será absoluta. Al mismo tiempo, se busca su constitucionalización y la legalización de la persecución a los opositores, de lo que sobran ejemplos: mujeres arrestadas por rezar frente a clínicas abortistas es otra más de las prostituciones a las que se ha prestado el derecho, pervertido como un pusilánime instrumento servil a la cultura de la muerte.
¿Compasión para el niño no nacido? Ni hablar. El discurso hegemónico no deja espacio en ese griterío ensordecedor y gutural que repite odiosamente, como parodia demoníaca, “este es mi cuerpo”.
En Chile, si no se toman las medidas correctas, estaremos hablando de esto en los próximos años. La estrategia abortista siempre ha sido gradual, victimista y alérgica a la ciencia. Una vez que se abre la puerta, es casi imposible cerrarla. Si la dignidad intrínseca de la persona deja de ser incondicionada, es cosa de tiempo -y cobardes omisiones- para continuar el avance por medio de sucesivos condicionamientos que progresiva y progresistamente oscurecen la conciencia. No podemos permitir que la abran aún más y debemos luchar para cerrarla, aun cuando no veamos los resultados de nuestros esfuerzos. Millones de niños nos agradecerán haber defendido su lugar en nuestra sociedad, así como miles de mujeres descansarán en tener una solución real y humana que las acompañe en la inconmensurable alegría de ser madres. (El Líbero)
Roberto Astaburuaga



