¿Un segundo gobierno?-Sergio Muñoz

¿Un segundo gobierno?-Sergio Muñoz

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En una próxima encuesta podría aparecer esta pregunta: ¿Le gustaría que hubiera un segundo gobierno de la Nueva Mayoría? Si alrededor del 70% desaprueba hoy la gestión del gobierno de la Presidenta Bachelet, es poco probable que la mayoría de los chilenos desee que el próximo gobierno sea parecido. El proyecto NM se agota ante nuestros ojos. Prueba de ello es que Isabel Allende, presidenta del PS, ya propuso empezar a estudiar otro programa, de lo que se deduce que el actual es mejor olvidarlo.

¿Pueden lavarse las manos y dar vuelta la página los partidos gobiernistas? No. Son corresponsables del mal diagnóstico y de las malas medicinas. Han avalado los desatinos. Tienen responsabilidad directa en la venta de ilusiones, las reformas fallidas y la contracción de la economía. Y algo más: han extendido una inmensa sombra de duda sobre la capacidad de la centroizquierda para gobernar con buen criterio.

No hay gratuidad garantizada para las incongruencias. La NM fue un acuerdo de conveniencia entre quienes revindicaban la obra concertacionista y quienes la despreciaban. Estos últimos habrían hecho todo muy distinto a partir de 1990 si hubieran tenido la oportunidad, y no sabemos adónde habríamos ido a parar.

El rumbo errático del gobierno se origina en las discrepancias internas sobre el papel del Estado en la sociedad, la necesidad de la inversión privada, la provisión mixta de educación, etc. Incluso sobre el valor universal de los derechos humanos: mientras algunos miembros de la NM han solidarizado con los presos políticos en Venezuela, otros han apoyado a los carceleros.

No fue casual la imagen de la retroexcavadora. Tampoco la de quitar los patines a ciertos alumnos para nivelar hacia abajo. Ni la política de convertir las consignas de la calle en leyes. En la NM hay quienes creen que agrandar el Estado es progresista y que es preferible no construir hospitales públicos antes que aceptar la participación privada en su construcción.

El factor definitorio ha sido, sin duda, la visión con que ha gobernado Bachelet. Ella dijo el martes 12, delante del Presidente de Alemania, que los críticos del proceso constituyente “no alcanzan a percibir el debilitamiento institucional de nuestra democracia”. Es evidente que no le toma el peso a las palabras. Ojalá termine su mandato sin que se produzca una crisis institucional.

En tal contexto, los cálculos de ciertos dirigentes oficialistas sobre una hipotética primaria presidencial para asegurar “la continuidad” son simplemente una forma de fuga hacia adelante. Hay derecho a preguntar:¿La continuidad de qué cosa? ¿Primaria para elegir a un representante de qué? ¿Y para llevar el país hacia dónde?

Quienquiera que gane la próxima elección, enfrentará una dura tarea para conseguir que Chile salga del atolladero. Se necesitará un gran pacto para despejar la bruma constitucional; estimular el crecimiento, la inversión y la creación de empleos; focalizar los recursos públicos en las necesidades más urgentes, y articular derechos y deberes. Nada será sencillo. (La Tercera)

Sergio Muñoz, analista político

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