Cuando el Presidente Gabriel Boric hable hoy ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la esperanza es que su discurso busque representar al país en su conjunto. En años anteriores, Boric ha olvidado su promesa de ser el Presidente de todos los chilenos y ha optado por privilegiar algunas causas que son personalmente importantes para el mandatario, pero que no son igualmente prioritarias para la gran mayoría de las personas. Aunque es inevitable que los políticos avancen causas personales en las relaciones exteriores, el Presidente Boric debiera evitar hoy darse un gustito que pudiera terminar saliendo caro para todo el país. Porque Boric, aunque no lo entienda, habla en representación de todo el país, el discurso que entregue el Presidente ante la ONU debiera evitar hacer daño a sectores claves de nuestro país.
Los discursos antes la ONU son una ocasión para que los presidentes aprovechen una plataforma que genera la atención mundial. Aunque en la gran mayoría de los casos, privilegian la razonable estrategia de no polemizar y en su discurso reiteran llamados a objetivos ampliamente compartidos en el mundo pero que son difíciles de lograr -como el fin de los conflictos armados o la lucha contra el cambio climático- hay veces que los presidentes aprovechan sus quince minutos de tiempo para polemizar o denunciar situaciones que consideran inaceptables.
En su discurso de 2024, el Presidente Boric llamó a una reforma al consejo de seguridad de la ONU en el que Brasil, India y algún país de África tuvieran un cupo permanente. También hizo un llamado para que una mujer de América suceda a António Guterres en el cargo de Secretario General de la ONU. Hasta ahí, nada controversial. Pero luego, Boric polemizó al decir que “me niego a elegir entre el terrorismo de Hamás o la masacre y conducta genocida del Israel de Netanyahu”. Al poner al grupo terrorista de Hamás al mismo nivel que el gobierno democráticamente electo de Israel en el mismo nivel, Boric le hizo un flaco favor a la causa del respeto a los derechos humanos que él dice apoyar. Es más, aunque es probable que en Chile haya una cantidad importante, sino mayoritaria, de personas que cree que Israel está cometiendo genocidio en Gaza, al comparar a un grupo terrorista con un gobierno democráticamente electo, el Presidente confundió los planos y terminó desviando la atención de lo que parecía ser su principal preocupación: la defensa de los derechos humanos de los desafortunados habitantes de Gaza. La defensa del derecho a ser una nación independiente que tienen los palestinos -y el reconocimiento al Estado de Palestina, que Chile realizó en 2011, bajo el gobierno del Presidente Piñera- no tienen por qué verse manchados por una desafortunada comparación entre un gobierno democráticamente electo con una organización terrorista.
Ya que éste será su último discurso ante la ONU, hay buenas razones para pensar que Boric pudiera estar considerando hacer nuevas declaraciones que reflejen más bien su postura personal que la posición del Estado de Chile y de una mayoría de los chilenos. Como lo que dicen los presidentes en la Asamblea General de la ONU en general no tiene mucho impacto a menos que digan algo especialmente polémico, no cuesta imaginar que tal vez quiera dejar una impresión especial en ese foro internacional haciendo declaraciones subidas de tono, impertinentes o contraproducentes con los objetivos que tiene su gobierno y con los valores y principios que tiene nuestro país. Seria lamentable que eso ocurriera. El daño que puede hacer al país un exabrupto de Boric o una declaración destemplada no es trivial.
En un mundo convulsionado en el que las relaciones entre las grandes potencias se están redefiniendo rápidamente, hay que ser especialmente cuidadoso para no pelearnos con nuestros amigos históricos y con nuestros principales socios comerciales hoy. Es verdad que soplan vientos complejos en el mundo. Pero la tarea de Chile no es ir a meternos en medio de la tormenta. Chile necesita navegar de la mejor forma posible estas difíciles aguas internacionales, defendiendo los intereses del país y, en la medida de lo posible, sumándonos a los esfuerzos de otros países aliados para terminar con los conflictos y las guerras que afligen al mundo.
En su discurso ante la ONU hoy, el Presidente Boric debiera recordar que su responsabilidad es defender los intereses de la República y proteger los valores y principios que nos guían como país y no darse gustitos personales que contribuirán poco a solucionar los problemas, conflictos y dolores que hoy afligen al mundo pero que pudieran hacerle un daño importante a la relación que tenemos con nuestros aliados históricos y con nuestros socios comerciales. (El Líbero)
Patricio Navia



