Un nuevo espíritu

Un nuevo espíritu

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Después de este gigantesco incendio no podemos seguir pensando y comportándonos igual. Solo imaginemos la magnitud de los desafíos que enfrentaremos los próximos años y cómo encararlos. A los desastres naturales, que se agudizarán por el cambio climático, se nos suman difíciles temas económicos, sociales y políticos. Mejorar la salud pública y la educación, reformar el sistema de pensiones y garantizar la seguridad ciudadana son metas ineludibles para reducir la vulnerabilidad de la mayoría y acrecentar nuestra cohesión nacional. Elevar la productividad, adiestrarse en las nuevas tecnologías para crear nuevos empleos; satisfacer las demandas de igualdad y participación son tareas de magnitud muy superior a las del pasado. La ciudadanía empoderada, educada, conectada tiene niveles de expectativa crecientes. A nivel global, los escenarios son inquietantes, la polarización política, social, religiosa y los nacionalismos se acentuarán, con riesgo de conflictos militares y deterioro económico. Requerimos niveles más elevados de acuerdo interno para aprovechar oportunidades a tiempo.

Lo que hemos visto en estos días nos muestra un gran espíritu de solidaridad, responsabilidad y resistencia. Es el nuevo espíritu que debemos levantar y proyectar. Quien no advierta que el reto principal en Chile y América Latina será la gobernabilidad, comete un enorme error. Los gobiernos cuentan con bajos niveles de aprobación en toda la región y las instituciones cuestionadas, mientras las sociedades se vuelven complejas y los problemas más difíciles de resolver.

¿Qué hacer? No hay respuesta simple. Las campañas presidenciales representan una oportunidad. Nuestra prioridad es privilegiar ahora el debate de las ideas y programas de futuro con amplia participación ciudadana. Sin embargo, sabemos que un programa no basta para impulsar la acción. Lo que nos movilizará es un nuevo espíritu. No basta un programa si no cambiamos el estado de ánimo de Chile. Esconderse en la indiferencia, agredir con críticas destructivas o practicar la queja deprimente no sirve a nadie.

Todos los sectores políticos y organizaciones sociales deben ayudar a construir coincidencias nacionales, en vez de fomentar la confrontación. La centroizquierda debe asumir la tarea de articular un acuerdo nacional en torno a cuatro grandes temas: proseguir la inclusión social para la convivencia; diseñar nuevas modalidades de participación ciudadana para afianzar la democracia; impulsar una transformación de las capacidades productivas, para el desarrollo con innovación y sostenibilidad; y, modernizar la capacidad del Estado para encarar los nuevos retos.

Las candidaturas, presidenciales y parlamentarias, deben afianzar ese espíritu de concordancia estratégica, de rigor programático y de responsabilidad personal y colectiva. Los candidatos que poseen y proyecten esas cualidades deben ayudar a difundir ese nuevo espíritu que se ha puesto de relieve estos días. Los candidatos presidenciales serios pueden convocar a equipos en las regiones, y recoger propuestas, para gobernar mejor. Si únicamente prevalece la pugna electoral no nos irá bien como país. Saquemos lecciones de esta tragedia para cambiar nuestro ánimo y mejorar la política. Claro que podemos. (La Tercera)

Sergio Bitar

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