Un escenario político muy distinto-Harald Beyer

Un escenario político muy distinto-Harald Beyer

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La elección de consejeros constitucionales, más allá de su propósito, se transformó en un juicio al Gobierno. Y la evaluación fue negativa. La comparación con la elección de la Cámara de 2021 no es fácil, porque el número de alternativas políticas cambió. Sin embargo, la caída sumaría 8 a 10 puntos porcentuales. La escasa aprobación presidencial, la inflación y el mal desempeño económico le pasan habitualmente la cuenta al oficialismo en todos los lugares del mundo. A ello hay que sumar la preocupación, ampliamente compartida por la ciudadanía, por mayores seguridades. Sus principales movimientos no retrocedieron respecto de 2021, pero no fueron capaces de reunir votantes que en esa oportunidad votaron por otras alternativas de izquierda. Eso habla de la incapacidad del oficialismo para sumar adhesiones, incluso en grupos que tienen simpatía por sus ideas. No cabe duda de que existe un vacío de liderazgo importante en el oficialismo.

Esta se extiende con mayor o menor intensidad a otros sectores políticos. La excepción es precisamente José Antonio Kast y se notó en el enorme éxito electoral que tuvo el Partido Republicano.

Es cierto que sus posturas son insuficientes para hacerse cargo de las complejidades que enfrenta el país, pero bastaron frente a un discurso confuso y poco conectado con las realidades ciudadanas de otros sectores políticos. Nunca un partido había tenido un resultado electoral como este desde 1990. Una parte de este crecimiento electoral fue a costa de Chile Vamos, pero sus orígenes son más amplios. Así, la “familia derechista” tuvo una votación histórica, capturando gran parte del voto del Rechazo. El electorado le ha dado al Partido Republicano una oportunidad para proponer una agenda para los próximos años.

Esta, en un país que ha demostrado un pluralismo cultural importante, requiere ampliarse y crear las condiciones para que la población se sienta invitada a ella. La coalición política oficialista y la Convención anterior fallaron en este requerimiento. La mejor forma de demostrar ahora este compromiso es lograr una Constitución que sea ampliamente compartida. Sería un gran fracaso para el Partido Republicano que, en el próximo plebiscito, no se aprobase una nueva propuesta constitucional. En esto, Kast y el Partido Republicano no se pueden equivocar. La Constitución efectivamente no es una prioridad para la población. Hay otras urgencias evidentes, pero superar el pesimismo imperante supone dejar atrás la tensión asociada al debate de la Carta Fundamental.

Chile Vamos ha quedado muy golpeado. Obtuvo la mitad de convencionales que el Partido Republicano. La falta de agenda en los últimos años quedó de manifiesto. Si de seguridad se trata, el Partido Republicano aparece con más credenciales. Ahora, este resultado no necesariamente sugiere que el país se ha polarizado. En estas situaciones, los movimientos más cercanos al centro obtienen votaciones más elevadas que las expresadas en esta elección, sobre todo si la participación es elevada (un 83 por ciento). La gran pregunta es si hay espacio para pactar. ¿Es Italia o España el modelo de este sector? Como los electores parecen moverse entre los distintos partidos de este sector político con relativa fluidez se pueden buscar arreglos innovadores. El desafío, más bien, es mantener el caudal de esta elección.

Una última consideración; el llamado de sectores de izquierda radicalizada a rechazar el proceso constitucional a través del voto nulo no tuvo acogida. Estos votos subieron significativamente, pero no son muy distintos de los que se observan en las votaciones de personas en democracias con voto obligatorio. Más todavía en un contexto donde la información fue más bien escasa.  (El Mercurio)

Harald Beyer