Un doble Rechazo

Un doble Rechazo

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¿No dos veces en lo mismo? La izquierda chilena está logrando que el viejo aforismo quede completamente desvirtuado.

Un 62% le dijo que No al proyecto constitucional, hace casi cinco meses; hoy, un 67% le dice que No al Presidente Boric. Sí, dos veces en lo mismo. Dos veces rechazo al fondo común que une a las dos propuestas.

¿Qué es lo que subyace, tanto en el mamarracho presentado al plebiscito de septiembre, como en la actitud gubernamental, a la que hemos calificado de no-gobierno?

Humo, el pernicioso humo del neomarxismo, que asfixia por un tiempo —aunque a algunos los intoxica de modo permanente, es cierto—, pero que, enfrentado por el viento del sentido común, se disipa, se desvanece.

Hay mucho humo, mucha banalidad encubierta de fraseología rimbombante en estas izquierdas del nuevo milenio. En unas, porque asumen a los divulgadores de moda, desde Gramsci y la Escuela de Frankfurt, hasta Laclau y De Sousa Santos; en otras, como el PC, porque intentan modernizar tesis perniciosas de hace más de siglo y medio, que no por ser maquilladas pierden su radical pobreza conceptual.

Humo.

El humo de la Igualdad, meta siempre contradicha por las construcciones socialistas y comunistas, mientras que al mismo tiempo es negada por las mismas izquierdas como constitutivo natural de la humanidad. Y para hacer factible la Igualdad, dicen, hay que procurar la Gratuidad, humo de colores que oculta un dato básico: cada cosa cuesta, le cuesta a alguien, a muchos; incluso les cuesta, por otra vía, a los mismos que supuestamente la reciben “gratis”.

La Dignidad se extendió como humo, incluso físicamente, desde que a Plaza Baquedano la quisieron vaciar —y por ahora lo lograron— de su verdadera grandeza. Pero, ¿cuál fue la Dignidad de reemplazo? El humo de los incendios aledaños, de la quema de iglesias, de museos, de teatros, de hoteles y de locales comerciales. Los indignados se hicieron indignos. Y se suponía que la Dignidad venía a reparar la Discriminación, otra nube negra de humo que se ha extendido por todos los ambientes, impidiendo la justa ponderación de méritos y defectos. Se vive pisando huevos en medio de ese humo.

De más larga data, instaladas ya como partículas de un esmog que se mueve a sus anchas por nuestra vida pública, están las concepciones sobre la reciente Historia de Chile, especialmente desde 1970 a la fecha, y las declaraciones sobre los derechos humanos. Si soplas con la brisa fresca de la verdad histórica, eres negacionista, hablas con discurso del odio; si procuras disipar el negro humo de una ideología que ha convertido a los derechos humanos en garantías para los delincuentes, eres un cómplice pasivo… o activo. Y mereces la cárcel. Humo, puro humo.

Otra densa neblina, contaminada también, la conforman las Ideología de género y los Tipos de familia. El feminismo auténtico sufre con la sucia negrura de los más de 100 géneros que las izquierdas defienden y promueven; y la turbia promoción por la que se afirma que hay tantas familias cuantas la imaginación puede concebir, choca a cada rato con un dato duro, donde el humo se disipa: el paradójico afán por dar valor a la estabilidad de las uniones y protección a los niños.

Y para convencer a los más jóvenes de que, aunque les cueste respirar, el ambiente está sanito, se ha propagado también el humo de la Participación, que en realidad no es más que un pobre asambleísmo de circunstancia, asociado a un férreo control de las decisiones en manos de minorías frías y calculadoras.

Todos los humos, el Humo.

Mucho cuidado tendrán que tener los consejeros del nuevo proceso constituyente. Si incorporan el humo de las izquierdas en el proyecto, arriesgan un récord absoluto: tres veces, Rechazo. (El Mercurio)

Gonzalo Rojas