Trump en perspectiva histórica-Ernesto Tironi

Trump en perspectiva histórica-Ernesto Tironi

Compartir

¿Es tan dramático y profundo el cambio que está teniendo lugar en el orden económico y político internacional con las iniciativas tomadas por Trump en su primer mes de gobierno?, ¿Perdurarán sus transformaciones?, ¿Qué debería hacer un país pequeño como Chile?

Me permito disentir de las visiones tan catastróficas que están prevaleciendo. Me parece que podemos no estar viendo corrientes más de fondo y de largo plazo que prevalecerán.

El temor, la incertidumbre y otras emociones desde las cuales estamos reaccionando pueden estar nublando una mirada histórica de más alcance. Se hacen demasiadas comparaciones poco exactas, como que la negociación de Ucrania se parece a la de los misiles cubanos. O el planteamiento de que Trump ante Rusia está actuando más como Chamberlain que como Churchill.

Para empezar, no creo que se esté generando un rebalance perdurable de poder en favor de Rusia gracias al “trato directo” que le está dispensando Trump a Putin. Tampoco que Ucrania vaya a ser subyugada de nuevo como bajo la Unión Soviética y la Revolución que le dio origen.

No creo tampoco que vayamos hacia un mundo Tripolar de EEUU, China y Rusia, en desmedro de Europa. Creo más probable que a unos veinte años plazo tengamos un sistema bipolar atenuado por tres potencias secundarias semi-aliadas y competitivas con las dos mayores. Europa siempre moviéndose cerca de EEUU, mientras Rusia e India coquetean con China.

La presencia actual tan fuerte de Rusia la encuentro circunstancial. Mi mayor fundamento para esta tesis es la experiencia de Inglaterra a la salida de la Segunda Guerra Mundial. En un principio parecía que Churchill y su país serían una de las tres potencias que mandarían a futuro en el mundo. Allí estaba él en Yalta junto a Roosevelt y Stalin. Pero el declive del imperio británico ya estaba en curso y su poderío económico y militar era limitado. Por eso en las décadas siguientes el mundo fue bipolar. Algo parecido a GB entonces pasará ahora a Rusia, a pesar de los esfuerzos y amenazas de Putin.

Otra cosa es lo que está sucediendo con China, que por el momento toma palco en el tema Ucrania. Lo determinante para su ascenso a la categoría de segunda potencia mundial son cuatro factores: su gran tamaño poblacional y territorial, su capacidad de ahorro, inversión y crecimiento, su adelanto tecnológico excepcional y la red de países aliados que ha conformado en Asia, África e incluso América Latina gracias al desarrollo de su comercio, créditos e inversiones externas en infraestructura, recursos naturales y producción. Y detrás de China vendrá luego India, que ya la supera en población. 

Las guerras comerciales que desate Trump no alcanzarán para dañar sustantivamente la creciente emergencia de China. La gran lección de los ya casi setenta años del mundo de posguerra es que las aperturas externas traen crecimiento y prosperidad. Los altos aranceles o tarifas a la importación y otras medidas que cierran a los países les traen estancamiento y pobreza. Hacia allá puede ir Estados Unidos si mantiene las políticas actuales de Trump. China, en cambio, seguiría el camino opuesto. El poderío económico y militar que logre cada uno será lo determinante a futuro.

¿Y los países pequeños como Chile que deberían hacer en el actual contexto? Bastante, es mi primera respuesta. No hay que permanecer pasivos. Pero en un sentido bien definido. Es como lo que tiene que hacer el capitán de un barco chico cuando se desata un temporal con muchas embarcaciones grandes maniobrando cerca. Bajar velas, apretar cuerdas, sacar salvavidas, para usar comparaciones del tiempo de vacaciones.

Lo que vivimos hoy es una pelea de perros grandes. Mejor no meternos, porque saldremos muy lastimados si pretendemos abanderizarnos con uno u otro. Mucho menos pretender de dar lecciones morales o indicar a alguna de las grandes potencias como deberían comportarse.

En lo económico, es el tiempo de elevar el ahorro y la inversión nacional, porque contar con recursos externos puede volverse más dificultoso y caro. Elevar la productividad y el crecimiento, por los mismos motivos. No hay razones para cerrar nuestra economía, aunque EEUU lo haga. Sí diversificar productiva y geográficamente nuestras exportaciones. Por estos motivos el alto endeudamiento externo que hemos alcanzado estos últimos años en Chile es muy preocupante. Debemos revertir esa tendencia.  Tiempo de apretarnos el cinturón todos: Estado y privados, empresas y personas.

En lo político internacional lo único que puede protegernos algo de las medidas de fuerza arbitrarias de las mayores potencias es guarnecernos lo más posible bajo el paraguas de los organismos internacionales. Muy en particular del Sistema Multilateral de Comercio, la OMC. No es el momento de alinearnos con ningún país en particular, sino con el cumplimiento de la ley internacional aprobada libremente por todos, incluyendo aquellos que hoy quieren repudiarla o actuar al margen de ella.

En lo concreto, Chile debe defender jurídicamente su derecho a exportar sin restricciones en el marco de las reglas prescritas en la Organización Mundial de Comercio. Pero sin ostentación ni pretensiones moralistas en favor del libre comercio. Esto implica desarrollar una política de colaboración activa con países que comparten nuestros valores y características económicas estructurales. En particular con naciones de tamaño mediano como Australia, Canadá, Nueva Zelandia y otros; los bien llamados “like minded countries”. En síntesis, calma, ubicatex, visión y trabajo. (El Líbero)

Ernesto Tironi