El gobierno del Presidente Boric enfrenta serias dificultades ante la ciudadanía, a nueve semanas de iniciar su gestión. Las más diversas encuestas promedian entre 20 y 35 puntos de aumento de la reprobación a la gestión gubernamental.
Nadie que haya votado por este Gobierno y se sienta representado por él puede permanecer indiferente frente a esta situación. En mi opinión, tres son los grandes desafíos que enfrenta el Presidente.
En primer lugar, la relación entre gobierno y coaliciones que lo respaldan. No está de más decir que en la historia contemporánea de Chile, hasta ahora no existía la situación que vivimos, en la cual dos coaliciones políticas y sus representaciones parlamentarias respaldan a un mismo gobierno. En consecuencia, es imprescindible apurar el tranco a concretar la aspiración que el propio Presidente les manifestó a sus partidos y parlamentarios en el encuentro en Viña del Mar, es decir, caminar hacia un solo bloque político de respaldo. Asimismo, el Gobierno enfrenta a una legislatura en minoría, tanto en la Cámara de Diputados, con 67 diputados de 155, como en la Cámara de Senadores, con 19 de un total de 50, no solo es minoría, sino que además una minoría desordenada y dividida, como se constató en el proyecto del quinto retiro y últimamente con respecto al proyecto frustrado del denominado “Estado de emergencia intermedio”. Frente a los desafíos de un programa de gobierno transformador, se requiere más que nunca una sola coalición y disciplinamiento en torno al programa de las diversas bancadas parlamentarias oficialistas. Por otra parte, dada la situación de minoría ya descrita, es imprescindible acercarse en la Cámara de Diputados y en el Senado hacia la Democracia Cristiana y el Partido de la Gente, a través de un diálogo político permanente que permita obtener las mayorías necesarias para el programa transformador.
En segundo lugar, el Gobierno tiene que enfrentar una situación económica y social delicada. Un bajo crecimiento para este año, acompañado por un desempleo aún sobre los niveles de prepandemia, más las diversas urgencias sociales, requieren de una respuesta adecuada. En esta materia ha existido mayor claridad expresada en el programa “Chile apoya”, así como en el reciente proyecto de ley aprobado de reajuste del salario mínimo, el más importante incremento en los últimos 25 años, que beneficia a más de 800.000 trabajadores. No obstante estos avances, hay que apurar el trámite de la reforma tributaria, base material indispensable para financiar las reformas sociales, con responsabilidad fiscal, que espera la mayoría de los ciudadanos.
En tercer y último lugar, creo que el principal problema que enfrenta el Gobierno es su posición frente al orden público, la migración, la seguridad ciudadana y la violencia en la macrozona sur. Creo que en este tema radica la principal debilidad del Gobierno y aún más, junto a la situación económica y social ya descrita, los temas del orden público y la seguridad pueden constituir la razón principal de la animadversión contra el Ejecutivo. En este plano, las vocerías dispersas y contradictorias sobre “los presos políticos”, la querella contra el líder de la CAM, la reticencia a utilizar los instrumentos que el derecho y la ley le otorgan al Poder Ejecutivo para garantizar la tranquilidad ciudadana están haciendo mella en la opinión pública. Tengo la impresión de que las vacilaciones en esta materia no perciben que la seguridad ciudadana y el orden público deben ser de las políticas más progresistas en materia de políticas públicas, considerando que el desorden y la inseguridad de los ciudadanos afectan principalmente a los sectores populares y de las capas medias. No hay más espacio político para las confusiones, contradicciones y vacilaciones en esta materia.
Si el Gobierno logra enfrentar positivamente estos tres desafíos y la ciudadanía percibe, particularmente en el último tema, un giro del Ejecutivo, se podrá remontar la crítica situación de opinión publica frente al Gobierno del Presidente Boric. (El Mercurio)
Francisco Vidal