El reciente ataque a un comandante de Gendarmería en Cauquenes, y por el cual fueron detenidos tres ciudadanos venezolanos presuntamente vinculados al Tren de Aragua, confirma un fenómeno que hemos informado con insistencia durante casi un año ya: el crimen organizado transnacional ha echado raíces en Chile.
La acometida de los delincuentes ocurrió el 5 de abril pasado. De acuerdo a la versión de los medios de comunicación, los antisociales dispararon contra la vivienda del oficial de Gendarmería, donde también se encontraba su hermana, quien por escasos centímetros no resultó herida. Además, dejaron una corona de flores en la puerta, acompañada de un mensaje intimidatorio que decía: “Descansa en paz, se despide tu familia pronta muerta. Así como estás muerto tú vamos por tus amigos sapos, tenemos todas las ubicaciones de todos. Atte. Los en contra del abuso” .
Según información que pudo conseguir el Departamento de Inteligencia Territorial y Análisis de Insight Security, esto fue una suerte de advertencia y venganza por procedimientos contra “presos VIP” que se llevaron a cabo dentro de una cárcel de máxima seguridad. Pero no sólo eso, todo el hecho ha dejado en evidencia que hay gendarmes asociados a estos criminales. Las autoridades están investigando.
Sin embargo, y para retomar el análisis, es importante decir que esta no es una noticia aislada. Es parte de una tendencia inquietante que se ha ido instalando en distintas regiones del país. Bandas como el Tren de Aragua no son simples agrupaciones delictuales. Son estructuras complejas, jerárquicas, con tentáculos en varias naciones y capacidad para infiltrar territorios, controlar economías informales y vulnerar el Estado de Derecho.
Frente a esto, no podemos seguir actuando como si enfrentáramos delincuencia común. Se requiere una respuesta estratégica, basada en inteligencia, interoperabilidad institucional y, sobre todo, tecnología de punta.
La experiencia internacional nos muestra que el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG) ha sido clave para contener a grupos criminales de alto impacto. En Chile, aún estamos en deuda con esta modernización.
Herramientas como las que ofrece Hexagon SIG, una empresa con más de tres décadas de colaboración con organismos de seguridad en el mundo, permiten integrar datos delictivos, sociales, logísticos y geográficos en tiempo real, facilitando respuestas más rápidas, focalizadas y efectivas.
Según el informe “Redefiniendo el futuro de la seguridad pública”, los SIG deben estar en el corazón de los sistemas de comunicaciones de emergencia. Su uso no sólo mejora la planificación táctica, sino que permite anticipar movimientos delictuales, coordinar instituciones y proteger a las comunidades antes de que sea demasiado tarde.
El caso de Cauquenes es doloroso, pero también puede ser un punto de inflexión. Si seguimos enfrentando amenazas del siglo XXI con herramientas del siglo XX, el crimen organizado nos seguirá tomando la delantera. No se trata sólo de más patrullajes o leyes más duras: se trata de actuar con inteligencia, colaboración y tecnología.
Chile necesita una política de seguridad pública robusta, moderna y basada en evidencia. Y eso incluye apostar por plataformas SIG, sistemas CAD y soluciones interoperables en la nube, como ya lo han hecho países con problemas similares, pero que han sabido enfrentarlos con decisión.
La seguridad no puede seguir siendo reactiva. Es hora de prevenir, anticipar y proteger con las mejores herramientas disponibles. La tecnología está. La experiencia también. Solo falta la voluntad de actuar. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO Insight Security



