Transantiago: ¿de mal en peor?

Transantiago: ¿de mal en peor?

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Un exministro de la Concertación lo calificó como la “peor política pública de la historia”. Meses después, un exdirector del Hogar de Cristo dijo que era una “humillación para los pobres”.
¿Cuál es el balance a 10 años del Transantiago?
Desolador.

El proyecto ideado por un grupo de “expertos” de la Concertación ha resultado un barril sin fondo. Según Espacio Público ha costado más de US $15.000 millones. Pero no es solo lo que le ha costado a todos los chilenos. Los usuarios lo evalúan muy mal, el servicio se ha deteriorado, todos los años pierde pasajeros y la evasión se ha estabilizado en torno al 30%. Uno de cada tres pasajeros no paga.
Durante el actual gobierno de la Nueva Mayoría los indicadores han seguido empeorando. Lo único que ha aumentado es el subsidio fiscal y la opacidad en el trato a los operadores. A algunos se les extiende el plazo de sus concesiones sin mayor explicación; con otros se negocia sin transparencia ante la amenaza de demandas judiciales e inminente quiebra.

El gobierno ha montado una campaña publicitaria para hacer creer que la “varita mágica” es la anunciada licitación prevista para el año 2018 ( los contratos vencen en octubre del próximo año).
Sin embargo, lo primero que hay que notar es que todo el proceso está muy atrasado. Las bases ni siquiera han ido a la Contraloría y basta revisar el calendario para advertir que es sospechosamente ajustado. Según el itinerario previsto, la adjudicación será en febrero del 2018 (cuando el actual gobierno esté a punto de terminar y el nuevo ad portas de asumir). Es decir, una empresa nueva adjudicataria tendría poco más de seis meses para estar operand, pero los buses no se compran como cigarrillos en la esquina: ¡Hay que financiarlos e importarlos!
Pero el asunto es peor. Ya lo dijo Einstein: “No se puede obtener resultados distintos haciendo lo mismo”.
¿Hay algo en las bases que haga presumir un mejoramiento significativo del Transantiago?
Nada.

No solo los plazos conspiran contra una efectiva competencia: también lo hacen la exigencia de ser actual operador o acreditar experiencia con “300 buses durante 3 años en los últimos 10” y el hecho que los terminales -un factor estratégico- están en manos de los actuales operadores.
Pero el posible “traje a la medida” no es todo. También se vislumbra un inevitable aumento de costos por la incorporación de 435 buses ( debieran haber disminuido por las nuevas líneas 3 y 6 del Metro) y no se entiende el nuevo cambio en el pago fijo ( a todo evento) y variable ( por pasajero transportado) a los operadores. Cuando el sistema partió era 90% fijo y 10% variable. Es decir, ¡daba lo mismo subir pasajeros a los buses! Luego cambió a 70% fijo y 30% variable.

Después se invirtió: 30% fijo y 70% variable. Ahora el fijo vuelve a subir a 45%. ¿Por qué razón? Nadie sabe. Solo es claro es que el cambio desincentiva el control de la evasión.
La licitación en sus actuales términos no resolverá ningún problema de fondo del Transantiago. La política del actual gobierno ha sido una sola: inyectarle plata a un sistema que funciona muy mal y pasarle la mochila al que venga después.

La mejor confirmación de lo anterior es que al margen de su negligente manejo del Transantiago el actual gobierno no aportará ningún kilómetro nuevo de Metro: solo completará las líneas que se venían construyendo. Y ni hablar de los trenes suburbanos: El San Bernardo-Santiago y el Rancagua Express tienen dos años de retraso; el con destino a Melipilla está postergado indefinidamente y el Lampa-Batuco siempre fue un volador de luces.
Ante ese cuadro, en cualquier país del mundo, el ministro de Transportes habría sido reemplazado hace rato. En Chile, el ministro Gómez-Lobo se va de vacaciones. (La Tercera)

Andrés Allamand

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