El principal beneficio de que Bachelet presida la ONU es que dicho cargo reparte una serie de puestos bien pagados de dudoso oficio, lo que operaría como un bálsamo y un colchón para la élite frenteamplista —favoritos de la expresidenta— que todo indica que se verá forzada a dejar cargos similares en el Estado chileno luego de las siguientes elecciones. Sin ese cobijo, muchos de ellos se dedicarán tiempo completo a la protesta, “las luchas” y la caza de rentas permisológicas, entorpeciendo la labor del próximo gobierno.
Peter Turchin señala que la sobreproducción de élites, y la consiguiente pugna entre aspirantes, es un factor clave de desequilibrio y crisis social. Que Chile presida la ONU podría operar como una pequeña válvula de escape a este problema, distrayendo el interés de varios gestores profesionales del malestar identitario, y otorgando así una ventana a los demás chilenos para intentar corregir el rumbo en materias como seguridad y economía. (El Mercurio Cartas)
Pablo Ortúzar Madrid
Investigador IES



