Tras las elecciones hubo de “lo esperado” y de “las sorpresas”. Claramente ya se sabía que la candidata comunista se impondría, pero muchos esperaban que fuera con mayor holgura. La baja de la línea de flotación en relación con la votación tradicional de izquierdas es un reflejo que Chile entendió que la continuidad es mala, y que, de la mano de una comunista, es aun peor. Se sabía que Chile Vamos tendría un mal desempeño en la carrera presidencial, pero no se esperaba que se desfondara tan profundamente. Marcó menos de lo esperado y en las parlamentarias no lograron los resultados que deseaban. Claramente, Chile castigó las tibiezas y esa supuesta bondad de la “política de acuerdos”, que nunca es buena en sí misma. Los buenos acuerdos siempre son bienvenidos y los malos, siempre cuestan caro. Chile Vamos insistió de modo permanente en renunciar a sus supuestas ideas fundamentales e incluso a su identidad, desdibujándose hasta perder el ser. Eso les costó caro.
Chile, tras tan larga crisis, quiere claridad y eso es lo que fue premiado en esta elección desde la derecha. No era sorpresa que quien iría al balotaje sería José Antonio Kast, quien hizo una campaña impecable y quien supo, tras el revés del segundo proceso constitucional, reinventarse desde la prudencia y la perseverancia. En política no hay muertos, ya Churchill decía que “la Guerra y la política son parecidas, en la guerra mueres una sola vez y en política puedes morir varias veces”. Se puede resucitar en política y Kast lo dejó más que claro. Hoy es evidente que si la derecha se hubiese unido antes, se habría podido ganar en primera vuelta.
Sin duda la gran sorpresa fue la votación del PGD y de Franco Parisi quien claramente le quitó votos a la candidatura de Matthei, quien abogando hacia la izquierda abandonó a los propios y se quedó en buen chileno “sin pan ni pedazo”. La centroizquierda y otros tantos, abrazaron esa idea de “ni facho, ni comunacho” y dieron su respaldo a un proyecto amplio, donde “todos caben” y sin mayor norte.
Sin duda, en esta elección se midieron las fuerzas y hubo perdedores. No sólo se desfondó Chile Vamos, quienes tendrán que “aprender a golpes” humildad y aceptar que su discurso no calaba en los corazones, sino que los otros grandes perdedores fueron las encuestadoras. Nadie midió a Parisi. Hace unas semanas yo predije que la candidata de Chile Vamos saldría quinta y alerté “cuidado con Parisi”. Muchos me miraron sorprendidos. Ciertamente, debido a las encuestas, yo creía que Parisi era una fuerza por debajo de Kaiser, no fue así. Las encuentras influyen en las percepciones y las decisiones y pueden ser agentes políticos interesados. Este resultado es complicado y complejo, precisamente porque no se sabe en qué cree el PDG. No cabe duda de que hay propuestas de Franco Parisi que conquistaron corazones y por lo mismo, logró un porcentaje que sorprendió a todos. El gran problema hoy es la segunda vuelta.
Se agradece el primer acto de humildad, claramente a desgana de Chile Vamos quienes visitaron a José Antonio Kast en su comando e hicieron lo correcto. Era evidente que Johannes Kaiser haría lo mismo y lo hizo. La incertidumbre es qué pasará con los votos del PDG. Ciertamente parte de esos votos pueden pasar a Kast, no todos. La vez anterior fueron muchos a Boric. Si ninguno pasa, igual hay holgura, pero hay riesgo. El peligro es mayor y hay que tenerlo claro. Es Kast o es comunismo. Es Kast o es marxismo leninismo. Es democracia o la muerte de la misma. El comunismo no es democrático y quien diga que lo es, no entiende de democracia o abiertamente miente. No es una candidata socialdemócrata, es marxista. Si renuncia a la militancia, sigue siendo marxista, ya que el marxismo es una religión de sustitución, no un partido político. Si renuncia, miente, ya que no se puede renunciar a lo que se lleva al nivel de la creencia. Por tanto, votar por Kast es salvar la democracia. Están los que creen que no es tan grave que sea comunista, ya que Chile tiene instituciones que funcionarán y harán de contrapeso. Esos son los ignorantes de la historia. Siempre que el comunismo se hace del poder, no lo suelta y poco a poco y mediante resquicios legales destruye las instituciones levantando una ilusión de democracia que no es tal.
No es el momento de “los gustitos”, es el momento de la responsabilidad. Si hay quienes “les duele la guatita” votar por Kast deben entender que la tibieza de muchos nos llevó a esta encrucijada. Hoy hay que hacerse responsable y hacer lo correcto por Chile. La derecha y el centro democrático deben unirse, la unión hace la fuerza. En la segunda vuelta se juega Chile. (El Líbero)
Magdalena Merbilháa



