Solo lo posible es bueno-Iris Boeninger

Solo lo posible es bueno-Iris Boeninger

Compartir

El ex Presidente Patricio Aylwin afirmaba con certeza: …“en la medida de lo posible —conciliando la virtud de la justicia con la virtud de la prudencia” …

La prudencia es vital a la hora de hacerle promesas a la gente. El síndrome del pato cojo comienza en el mismo instante en que no se cumple lo prometido. La expectativa de los ciudadanos es alta, más cuando la situación que se vive en Chile amenaza la pérdida de empleo y la seguridad. La paciencia de la gente dura cada vez menos. A partir de ese momento el presidente pierde liderazgo. Y poder para gobernar.

En el caso del Presidente Boric, sus principales tropiezos comienzan a pocos días de asumir cuando la médica Izkia Siches, entonces ministra de Interior y Seguridad Nacional, la recibieron a balazos en Temucuicui. Este debilitamiento se profundizó cuando ganó el Rechazo, a tan solo seis meses de comenzar el gobierno. Su propuesta era imposible de financiar y de aplicar. Se quedaron sin plan. Y sin el 50% de aprobación de la que él gozaba al inicio de su presidencia. Nunca más contó con el beneplácito de la mayoría de los chilenos.

 Ante la proximidad de la primera vuelta electoral, los chilenos deben tener en cuenta que:

 • “El populista”, de perfil superficial y cortoplacista, simplifica problemas graves y empobrece sus soluciones. En cambio, el “político profesional” diseña y ejecuta soluciones basadas en su formación técnica y su experiencia de gobierno.

• Es muy probable que no haya las mayorías parlamentarias necesarias para aprobar las leyes que hacen falta para los cambios estructurales y constitucionales. Y, por tanto, el candidato que finalmente resulte electo a la presidencia deberá tener probada su capacidad de diálogo y consenso. Esto no fue posible a la hora de unirse para el parlamento.

• La polarización política impide llevar a cabo reformas estructurales en un país. Los extremos no logran acuerdos por la distancia de sus divergencias. No hay diálogo posible.

No alcanza con cuñas al aire sin sustento real y posible.

En el primer debate presidencial quedaron claros los populismos y los extremos. Esto es verdaderamente preocupante.

Todos los candidatos coinciden en el diagnóstico básico de los problemas urgentes: inseguridad, estancamiento económico, aumento de la informalidad y el desempleo, listas de espera en salud, y deterioro en la educación. El deseo de sacar adelante el país es honesto por parte de todos. La gran diferencia estriba en la capacidad que tenga cada uno de ellos para resolver los problemas, en su liderazgo, en los equipos programáticos, y en la experiencia de los profesionales que respaldan al candidato. La fuerza parlamentaria y la capacidad de diálogo no la tienen todos. De haber ido la oposición con lista única, probablemente en los temas más importantes, exceptuando los valóricos – hubiera habido acuerdo.

El candidato Artés compite por tercera vez a la presidencia: repite su discurso de combate al capitalismo y la organización popular. Una persona grata que pudo emplazar al candidato Parisi que vive en Estados Unidos, lejos de la vida cotidiana de los chilenos.

El candidato Enríquez Ominami, repite la historia de sus cinco intentos presidenciales sin novedades y cansando un poco la repetición. Bastante rígido y engominado en su postura un tanto actoral. Eligio un rol de juez de los otros.

El candidato Mayne-Nicholls, de una honesta simplicidad decidió no entrar en polémicas. Su posición humana frente a los problemas de los ciudadanos y a las soluciones drásticas de otros candidatos destacó por el respeto a la vida humana.

Estos tres candidatos coinciden en algo que es contraproducente para Chile en las actuales circunstancias. Son independientes, no tienen estructura partidaria ni representantes parlamentarios. Mucho menos un equipo con experiencia en gestión de gobierno.

El candidato Kaiser fue claro, concreto, y con propuestas extremas. Diputado sin experiencia en gestión de gobierno, ni equipo profesional atrás.

Por otra parte, el candidato Parisi tiene un partido que se quedó sin parlamentarios. Se fueron todos. Su única experiencia es haber sido tres veces candidato a la presidencia. Su nivel de agresión y falta grave de respeto a las reglas quedo a la vista cuando atacó a la candidata Matthei, que le respondió con altura y claridad. Su vocero de campaña es el “abuelo Maltes”, pareja de la diputada Jiles. Conocida por su odio visceral al ex Presidente Sebastián Piñera y su apoyo irrestricto a los retiros de los fondos de pensiones por cincuenta mil millones de dólares que tanto dañaron la economía del país. Llegó a convocar -irresponsablemente- el retiro del 100% de los fondos de pensiones.

La candidata Jara viene de semanas difíciles. Las enormes contradicciones que salen a la luz al manifestar ser la candidata social demócrata siendo militante comunista. Liderando encuestas no logró salir de un rictus amargo y molestia permanente, enredándose en sus argumentaciones. Sus armas de simpatía y cercanía que utilizó en la primera vuelta estuvieron ausentes. La gente quiere certezas además de cercanía. Fue evaluada como una de las peores. ¿Sería capaz de manejar el país? Difícilmente.

El candidato Kast tuvo una mala semana. Incluyendo la derrota de Milei en quien dijo haberse inspirado. En el debate se lo veía serio y un tanto desencajado. No pudo ni puede aún explicar cómo reducirá los seis mil millones de dólares en los primeros 18 meses. Tampoco su propuesta “Chau préstamo”. Liderando las encuestas junto a Jara, ¿podrá enfrentar una difícil campaña de segunda vuelta, que no fue capaz de ganar en el 2021?

La candidata Matthei sorprendió para bien, tanto por sus preguntas como por sus respuestas. Cuenta con una larga experiencia de gestión, parlamentaria y como alcaldesa. Instaló ejes temáticos relevantes: unidad, necesidad de acuerdos transversales, como también aprovechar los activos del país. Optó por un discurso conciliador, centrado en la unidad y la seguridad, distanciándose de los conflictos más álgidos del debate.

La erosión de las instituciones, la polarización política, la inseguridad, el miedo a perder el empleo, la desigualdad económica, y la falta de un diálogo racional en la clase política son situaciones que complican a la democracia liberal. Definitivamente, Chile no saldrá del estancamiento económico sin un presidente fuertemente preparado y con sólida experiencia en gestión de gobierno, capaz de volver a poner a nuestro país como ejemplo de desarrollo económico y democracia en Latinoamérica. La situación de la gente, exige medidas concretas. Y urgentes.

No hay lugar a errores en la elección de quien sea el o la próxima presidenta. (El Líbero)

Iris Boeninger