Un clima de incertidumbre marcó la sesión del Senado este miércoles, donde se esperaba despachar a la Cámara de Diputados la reforma política impulsada por el Ejecutivo. Pese a que el proyecto —que busca fomentar la gobernabilidad y frenar la fragmentación de partidos— contaba originalmente con un amplio respaldo, una jugada reglamentaria del senador Rojo Edwards (Partido Libertad) logró dilatar la votación.
La situación se vio agravada por la ausencia de varios parlamentarios que se encuentran en un viaje oficial vinculado al Congreso del Futuro, lo que ponía en riesgo el quórum de 26 votos necesarios. Aprovechando que La Moneda no renovó la «discusión inmediata» del texto, Edwards solicitó el aplazamiento de la votación, herramienta que no habría podido utilizar si la urgencia máxima hubiese estado vigente.
CRÍTICAS POR «PARTIDOCRACIA» Y FUERTES CRUCES EN EL HEMICICLO
El debate de fondo estuvo marcado por las críticas de senadores independientes y de partidos en formación. Edwards calificó la iniciativa como un intento de «partidocracia» que busca concentrar el poder en las colectividades tradicionales, bloqueando a nuevos competidores. A esta postura se sumó el senador Juan Castro (PSC) y el independiente Karim Bianchi, quien realizó una reserva de constitucionalidad tras tildar la reforma de «legislación exprés» que solo beneficia a la clase política.
La ofensiva de los detractores generó molestia en las filas de los partidos tradicionales. El senador Juan Antonio Coloma (UDI) cuestionó duramente la «predictibilidad» de Edwards, recordándole su paso por cuatro coaliciones distintas en los últimos años. Por su parte, el senador Matías Walker (Demócratas) señaló que el verdadero desafío del país no es la fragmentación, sino la polarización evidenciada en la última elección presidencial. Ante la falta de acuerdos, la mesa del Senado acordó retomar el debate el próximo 6 de enero, tras el receso de fin de año. (NP-Gemini-La Tercera)



