El último informe de la Fiscalía Metropolitana Sur revela un panorama alarmante: el secuestro es un delito que ya se instaló en Chile. La recurrencia y magnitud son inquietantes. La cuña que recogió BioBioChile en una publicada este 2 de julio, así lo argumenta: “Antes, el porcentaje que teníamos de homicidios/secuestros era 80-20, 80% eran los homicidios versus 20% eran secuestros. El día de hoy tenemos 60% homicidios, 40% secuestros. Y eso demuestra el gran aumento que ha tenido”, explicó el fiscal coordinador del Equipo contra el Crimen Organizado y Homicidios (ECOH) de la Fiscalía, Héctor Barros.
Pero, además, en la Región Metropolitana subieron 28% en el primer semestre de 2025, pasando de 101 a 130 delitos entre enero y junio y lo que produce especial preocupación es que 49 de los 130 casos se concentran en la zona sur de la capital, esto según la nota publicada por BioBioChile.
Las cifras son ineludibles y representan la evidencia de la consolidación de una modalidad criminal antes excepcional en Chile: el secuestro extorsivo. Según la propia Fiscalía, muchos de estos casos responden a dinámicas propias del crimen organizado transnacional como las ocupadas por el Tren de Aragua: permear el mundo delictivo local con técnicas propias, fracturar y corromper instituciones, utilizar la violencia extrema, amenazar de muerte e incluso asesinar a través del sicariato… y también secuestrar.
Pero el delito no sólo se ha consolidado, sino que ha mutado. ¿A qué me refiero?, a que el perfil de las víctimas ha ido cambiando y con ello la profesionalización y la rentabilidad. Así ocurrió en países como Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela donde el Crimen Organizado también se ha instaurado.
Cuando el secuestro comenzó en nuestro país, los casos se remitían a problemas entre bandas rivales. Una suerte de castigo para demostrar fuerza y poder y así mantener o recuperar territorios para los delitos que desarrollaran.
Después, los delincuentes fueron un paso más allá en aras de probar o ensayar cómo podían expandir, ya que el secuestro extorsivo es un delito para ellos rentable y sostenible. Así se diversificaron y apostaron por llevarse a aquellas personas, coterráneos la mayoría de las veces, que no pagaban la renta establecida a cambio de protección. En este punto, es importante destacar que no sólo se “ocupaban” de quien no pagaba, sino que, para presionar, iban por familiares hasta en el país de origen. Así de robustos son sus tentáculos.
Luego, casos recientes y de alto impacto, confirman la gravedad de esta evolución, como por ejemplo el del secuestro del exalcalde de Macul, Gonzalo Montoya, quien denunció haber sido retenido y extorsionado durante horas. Se ha dicho que podría vincularse a distintos de tipos de razones que llevan a la liquidez económica en diferentes actividades. Pero ocurrió.
Así como el acontecido en San Bernardo, el martes 1 de julio durante la madrugada; o al ocurrido en Estación Central el 6 de junio. De acuerdo a lo expuesto en un reportaje de Ex-Ante, publicado el pasado 2 de julio, la primera de estas víctimas fue un ciudadano chileno que regresó al país después de vivir en el extranjero y fue secuestrado tras estacionar su BMW en el centro de San Bernardo, al sur de Santiago.
En Estación Central, durante la madruga del 6 de junio un comerciante de Lo Valledor fue secuestrado por dos ciudadanos venezolanos. Le quitaron el Chery Tiggo, con el que empezaron a avanzar por el centro. Al llegar a San Pablo, en el barrio Yungay, evadieron un control policial, por lo que comenzaron a ser perseguidos por la Alameda.
Con estos ejemplos, de muchos de acuerdo a las estadísticas, damos cuenta de que además de la consolidación del delito en Chile, el tipo de víctimas ha ido cambiando y todos los expertos de Insight Security coinciden en que ese perfil seguirá mutando y escalando hacia otros estratos, actividades, trabajos y puestos. (Red NP)
Gonzalo Cornejo
CEO de Insight Security