Se necesita una estrategia de control de frontera-Pilar Lizana

Se necesita una estrategia de control de frontera-Pilar Lizana

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Llegó el día, los militares se desplegaron en la frontera para combatir la migración irregular. ¿Va a solucionar el problema? Difícil. Cuando no existe una estrategia de control de frontera con recursos, personal y medios, las Fuerzas Armadas parecen una medida desesperada que no resuelve el fondo. 

Recurrir a ellos implica reconocer que la migración se ha transformado en un asunto de seguridad nacional, ya no de seguridad pública. Pero, más allá de eso, hay que tener presente que una medida inmediata que no está acompañada de otras de mediano y largo plazo no tendrá el efecto deseado. Pues, ¿qué pasará cuando se ponga término a esa acción? ¿Qué viene después?

La migración descontrolada claro que puede definirse como una amenaza, pero no es la única que se desarrolla en los casi 1.000 kilómetros lineales de frontera que compartimos con Perú y Bolivia. A ella se suman el tráfico de drogas, de personas, de armas y el contrabando. En ese contexto, el migrante irregular no es el único desafío y la respuesta debe, necesariamente, abordar todas las dimensiones del problema. Lo que falta es claro: una estrategia de control de frontera con una fuerza que tenga entrenamiento profesional y medios físicos y tecnológicos para combatir las amenazas y riesgos que se definan para esa zona. 

Esto no es nuevo, países como Australia, Canadá, España y Estados Unidos, por nombrar algunos cuentan con ello. Tienen oficinas de control de frontera, fuerzas preparadas y tareas definidas. Detener la migración ilegal es una de ellas, pero también combatir el crimen organizado que se desarrolla en esa zona. Para eso, patrullan territorio aéreo, terrestre y marítimo con una fuerza que depende de los distintos ministerios de seguridad. Los militares tienen otras funciones, otra dependencia y su actuar en territorio nacional se limita a excepcionalidades.

En el caso chileno, donde la frontera norte cuenta sólo con ocho pasos habilitados, más de 100 no habilitados y de éstos últimos ya algunos son controlados por grupos del Tren de Aragua que se dedican al tráfico de migrantes, una estrategia de largo plazo con institucionalidad profesional como la de los países mencionados es urgente. Los militares podrán contribuir al combate de las amenazas, pero más que otorgarles labores policiales deben integrarse de manera coordinada de acuerdo con su mandato para desarrollar una respuesta multidimensional mientras que, a nivel político, se desarrolla una estrategia de control de frontera que se mantenga en el tiempo y entregue seguridad, desarrollo y bienestar a los chilenos que habitan esa zona.

La piedra angular la constituye la voluntad política, pues sin ella no se podrá diseñar una política de Estado. Un país como Chile, abierto al mundo, donde el comercio exterior juega un rol clave en el desarrollo, no puede carecer de una estrategia como esta. Debe entregar certezas a quienes buscan invertir y a quienes lleguen de manera legal. Fronteras desprotegidas de las cuales se aprovecha el crimen organizado no ayudan a lo anterior, tampoco la falta de cooperación internacional. (El Líbero)

Pilar Lizana