San Pedro y San Pablo… y la derecha chilena-Cecilia Cifuentes

San Pedro y San Pablo… y la derecha chilena-Cecilia Cifuentes

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Hace algunos días la Iglesia Católica celebró la fiesta de San Pedro y San Pablo, y aunque con algunos días de retraso, escuché la homilía de León XIV de ese día, muy recomendable, por cierto. En este año tan politizado, no pude dejar de pensar en lo relevante que era el mensaje del Papa para la derecha chilena, a propósito de las grandes diferencias que existieron entre estos gigantes de la Fe.

Dice el Papa: “La historia de Pedro y Pablo nos enseña que la comunión a la que el Señor nos llama es una armonía de voces y rostros, no anula la libertad de cada uno. Nuestros patronos han recorrido caminos diferentes, han tenido ideas diferentes, a veces se enfrentaron y discutieron con franqueza evangélica. Sin embargo, eso no les impidió vivir la concordia apostolorum, es decir, una viva comunión en el Espíritu, una fecunda sintonía en la diversidad. Como afirma san Agustín: «En un solo día celebramos la pasión de ambos apóstoles. Pero ellos dos eran también una unidad; aunque padeciesen en distintas fechas, eran una unidad»”.

La unidad en la diversidad es lo que nuestra derecha necesita para no dejar pasar una situación que al menos yo, en las muchas décadas que llevo por acá, no he vivido; la posibilidad de que nuestro sector no sólo gane la presidencia, sino que también tenga mayoría parlamentaria. Sería de una irresponsabilidad enorme con el país y con nuestros hijos dejarla pasar por ambiciones pequeñas y diferencias que se magnifican en el discurso estridente de las redes sociales.

He tenido la oportunidad y el privilegio de trabajar en campañas políticas de ambos lados de la derecha. Efectivamente tienen miradas diversas en algunos aspectos, y además con críticas válidas de ambos lados. Pienso que hace más de una década faltó fuerza en la centroderecha para defender nuestras ideas, cediendo en algún grado a las consignas que con tanto éxito lograron vender los que hoy nos mal gobiernan. Creo también que el sector que fue más claro en esa defensa de ideas en ese momento, cuando tuvo la oportunidad de liderar la discusión política, se farreó la opción de tener una Constitución que corrigiera algunos aspectos de la que nos rige. Sin embargo, estoy convencida de que no hay diferencias de fondo, sobre todo frente a los grandes desafíos que tiene el país hacia adelante; recuperar la seguridad pública, frenar el crimen organizado y retomar la senda del crecimiento económico, condiciones absolutamente necesarias para mejorar la vida de los chilenos. Además, luego del resultado de la primaria de la izquierda, no hay ninguna chance de que ese sector pueda enfrentar esos problemas. Sin duda, se agravarían en un eventual gobierno de Jeannette Jara. Pero tampoco se podrían resolver en un gobierno de nuestro sector, sin mayoría en el Congreso.

Es una lástima que, con el enorme costo fiscal que tienen las primarias, no hayamos logrado aprovechar esa instancia, no sólo como el mecanismo para definir al candidato presidencial, sino también para lograr una sola lista parlamentaria, incluso de mayor importancia que la elección presidencial. ¿Todos los partidos diciendo que su candidato al Parlamento es el mejor? ¿Y por qué no nos dejan decidir a los ciudadanos cuál es?

Pero, en fin, no vale la pena llorar sobre la leche derramada, ojalá alguna vez se aprendan las lecciones. Lo que ahora importa, y demasiado, es no farrearse la posibilidad de ser mayoría en el Congreso, lo necesitamos, es la única forma de detener el deterioro de Chile. Entonces, si no es una lista parlamentaria unitaria, al menos que sean dos listas coordinadas. Como San Pedro y San Pablo, las estrategias pueden ser distintas, pero el objetivo es el mismo.

Me sumo a la columna de mi estimado exjefe, Lucho Larraín: “un espíritu unitario se prueba en los hechos. Ya veremos quiénes lo demuestran a la hora de inscribir las listas parlamentarias, ojalá sean los dos bloques de la derecha”. (El Líbero)

Cecilia Cifuentes