Roth, contra la muerte-Álvaro Matus

Roth, contra la muerte-Álvaro Matus

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Desde la biografía de V.S. Naipaul, de Patrick French, que no aparecía un trabajo tan cautivante como Roth desencadenado, de Claudia Roth Pierpont. Y eso que se trata de textos de alguna forma opuestos. French escarba en lo más íntimo para identificar miserias y mezquindades. Es quizás el biógrafo que más lejos ha llegado desnudando a un artista. A Roth Pierpont, en cambio, la mueven el afecto y la admiración.

¿Significa esto que le hace el traje a la medida?

Para nada. Su deseo más profundo es comprender la imaginación del gran novelista estadounidense, es decir, las fuentes de sus historias hilarantes y provocadoras. Para ello arroja luz sobre su vida, pero ante todo se sumerge en los libros y, con un estilo desenvuelto e incisivo, va desenrollando la fina madeja que el propio Philip Roth, un escritor especialmente proclive al juego de máscaras, ha urdido a lo largo de medio siglo.

La biografía aborda las acusaciones de misógino, las consecuencias de su traumático primer matrimonio y su cuestionamiento al psicoanálisis y los estudios multiculturales. Roth fue un autor que si bien conoció el éxito temprano, también fue tratado con dureza por la crítica. De hecho, uno de los mayores logros del libro es mostrarnos a Roth como una cordillera, con sus innegables cimas, sus variadas mesetas y algunos abismos.

El trabajo de Roth Pierpont, qué duda cabe, tiene una pata en el ensayo, en el estudio crítico, y como tal es un libro para discutir. A ella le gustan sobre todo algunas obras de la primera etapa y es categórica al afirmar que El mal de Portnoy “muestra signos de convertirse en un clásico más que en una reliquia”.

La pregunta de fondo, creo, es si un libro erótico, que provocó escándalo hace 47 años, conserva hoy su misma fuerza. Pienso que no. Al igual que Trópico de Cáncer o El amante de Lady Chatterley, el atractivo de la novela ha mermado en la misma  medida en que su poder corrosivo ha disminuido.

Aunque para muchos la trilogía formada por Pastoral americana, Me casé con un comunista y La mancha humana es la cumbre de su obra, cada vez son más los que ven en sus últimas novelas un proyecto mayor: el de un hombre enfrentado a la muerte y sus fantasmas más cercanos: la vejez, la enfermedad, la soledad. Son títulos sombríos, breves, escritos con un lenguaje en extremo acerado. El sexo es el gran rival de la muerte, una reserva de energía, imaginación y libertad. Y las preguntas que plantean Elegía, El animal moribundo o Némesis todavía incomodan: ¿son excluyentes, en el largo plazo, el amor y el deseo? ¿Qué prefiero: ser bueno o ser libre? ¿Qué rol juega Dios en la propagación de una enfermedad que deja inválidos a los niños?  Y después de todo esto, ¿qué viene?

De algún modo, esas historias se pueden leer como comentarios al margen o notas al pie de El teatro de Sabath, esa novela inmensa que Roth escribió tras una severa depresión y diversas operaciones a la espalda y el corazón. Sólo cuando los tormentos interiores le dieron un respiro, descubrió que el gran tema era la batalla contra el tiempo. (La Tercera)

Alvaro Matus

 

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