Reforma Tributaria II: desintegración y equidad horizontal-Patricio Arrau

Reforma Tributaria II: desintegración y equidad horizontal-Patricio Arrau

Compartir

En la primera columna de esta serie advertimos que el nuevo sistema dual propuesto en la reforma tributaria era un retroceso por la evidente mayor complejidad que implica, tanto por la desintegración como por la incomprensible manera de aplicar el nuevo impuesto al diferimiento de los retiros o dividendos. En esta columna se cuantifica el impacto en la equidad horizontal con el nuevo sistema según la fuente de las rentas.

Se realiza y grafica un simple cálculo de las tasas efectivas o medias que tienen los distintos contribuyentes según su fuente de rentas y para todos los niveles de renta, desde el tramo exento hasta UF 4.000 al mes, esto es $235 millones de renta mensual, para poder apreciar toda la progresividad del sistema.

En la figura, las líneas continuas muestran las tasa efectiva en el sistema actual. La línea azul completa es el caso del impuesto a las remuneraciones de segunda categoría que pagan los trabajadores, y que es la misma carga efectiva que pagan los empresarios integrados si pueden organizarse de acuerdo al artículo 14-D de la Ley de la Renta. Se trata de los empresarios que tienen ventas inferiores de UF 75.000 al año –unos $2.520 millones año-, y que no están organizados con una sociedad de inversión que controla la empresa, sino que son directamente accionistas de la sociedad que genera sus ingresos. Por definición el sistema integrado mantiene una perfecta equidad horizontal de todos los contribuyentes.  Todos tienen la misma tasa efectiva o carga media de impuestos según su nivel de renta, sin importar la fuente de las rentas.

Pero el sistema actual también es dual. Quienes no califican para el artículo 14-D referido arriba, deben tributar según el sistema semi-integrado al 65%. La línea roja completa grafica esa situación. En este caso, el empresario semi-integrado y el accionista que vive de dividendos y/o rentas de capital, que tienen una tasa efectiva que resulta un 9,45% superior a la renta de segunda categoría y del empresario integrado. Se tomó la precaución, eso sí, de que la tasa marginal máxima y las tasas efectivas máximas nunca excedan el 44,5%, para estar alineados con los países de la OCDE.

Ahora bien, la figura también grafica las tasas efectivas o carga tributaria por nivel de rentas en el sistema dual propuesto. Al modificar los tramos también se incrementan las tasas efectivas máximas para las rentas mensuales a partir de unos $4 millones, para todos los trabajadores de segunda categoría y para las rentas empresariales integradas. Ambos comparten la tasa efectiva que se grafica en la línea punteada azul de la figura.

Esta fuerte ruptura de la equidad horizontal, que es extrema en el sistema desintegrado, generará enormes incentivos para evadirlo.

El componente desintegrado para quienes venden más de $2.520 millones, o que deben organizarse a través de una sociedad de inversiones para controlar la empresa, se grafica en la línea punteada roja. Es el caso de empresas familiares, donde hermanos o distintos miembros de la familia tienen un porcentaje de una sociedad de inversiones, pues cuando tienen terceros de socios, deben organizarse de ese modo. Asimismo, quienes tienen una renta por tener acciones y reciben dividendos también tendrán una tasa efectiva similar al empresario desintegrado. Como no hay crédito alguno por el pago de impuesto de primera categoría, incluso el tramo exento parte con una tasa efectiva de 27%.

El sistema dual desintegrado genera una brutal ruptura de la equidad horizontal para los empresarios desintegrados, esto es, quienes tienen empresas que venden más de $2.520 al año –o bien que no pueden organizarse para calificar para el artículo 14-D-, y para quienes viven de la renta por sus dividendos accionarios. Es un drama crecer y pasar de tener ventas menores a $2.520 millones al año a ventas mayores a ese monto anual.

En efecto, el empleado y el empresario integrado ven incrementada su tasa efectiva desde un nivel de renta bruta de unos $4 millones hacia arriba, convergiendo a 4,45 puntos más de tasa efectiva para muy altos niveles de renta. Sin embargo,  los empresarios del actual artículo 14-A (semi-integrado) se ven todos perjudicados con el artículo 14-A propuesto (desintegrado) cuando tienen rentas mensuales desde unos $35 millones hacia abajo. El impacto es mayor mientras menor es la renta mensual. En el sistema dual propuesto las tasas efectivas máximas convergen a 43% algo menor que el actual sistema semi-integrado que converge a 44,45%, pero parte, incluso para el tramo exento, en 27%.

No hay mejor sistema para el ahorro, la inversión, el empleo y el crecimiento que el sistema perfectamente integrado.

Es evidente que esta fuerte ruptura de la equidad horizontal, que es extrema en el sistema desintegrado, generará enormes incentivos para evadirlo. Ello hace más complejo el sistema y deberán pasar muchos años para que el nuevo sistema genere jurisprudencia de evasión/elusión. Desestimar todo lo aprendido en 40 años sobre el sistema que mantiene en forma perfecta la equidad horizontal, es un costo hundido de un intangible de enorme valor.  Peor aún, es evidente que esta enorme carga en las rentas empresariales y de capital para los segmentos más afectados, generará también una disminución del ahorro, la inversión y el empleo. Dado que se tomó la precaución de poner un techo máximo de 43% a las tasas, el impacto puede ser menor, pero es gigante para quienes son discriminados por la fuente de sus rentas.

Sostenemos que es un error el sistema propuesto, y al menos debiese mantenerse el sistema semi-integrado, que mantiene inequidad horizontal en un rango razonable. Ideal comprender que no hay mejor sistema para el ahorro, la inversión, el empleo y el crecimiento que el sistema perfectamente integrado. Este paso hacia atrás se basa en la percepción de muchos de que es el sistema integrado el que estimula la evasión/elusión. Falso, ello se controla con reglas anti evasión bien aplicadas y mientras menor el incentivo a disfrazar rentas de un tipo por otro tipo, efecto de la desintegración, mucho mejor.

Los países de la OCDE, como plantean los expertos, quisieran tener un sistema integrado. Si no lo tienen es porque existe un muy alto costo de transición. Chile ya pagó ese costo.  Hemos acumulado un enorme capital institucional con la jurisprudencia de 40 años de nuestro sistema integrado. Como se muestra en esta columna, tampoco se incrementa la carga tributaria a los segmentos empresariales de muy alta renta, otro argumento erróneo que sostienen muchos economistas y observadores. Todavía es tiempo de encauzar la Reforma Tributaria en tradición de los últimos 40 años: un sistema justo con los contribuyentes, que no distorsione el proceso ahorro inversión. El control de la evasión y la elusión es el camino a seguir, camino más corto en el sistema conocido que en un sistema nuevo desconocido. (El Líbero)

Patricio Arrau