Quedan mil días

Quedan mil días

Compartir

Si este gobierno estuviera terminando, sería un alivio para todos. No sólo para el 79% de la gente que lo rechaza en las encuestas, sino también para sus pocos partidarios que ya no saben cómo defender lo indefendible. Incluso, uno podría pensar que la misma Bachelet estaría feliz, porque no lo puede estar pasando bien. Nunca imaginó que esto iba a ser así. Ella volvió para ser querida, no para vivir esta pesadilla.

Pero la cosa es que a Bachelet le queda más de la mitad de su mandato. O sea, hay mucho tiempo. En esto, los más optimistas creen que la cosa tocó fondo. Son pocos, porque la mayor parte de la gente teme que todo puede ser peor. ¿Por qué?  Bueno, porque nadie hace nada para que haya un cambio. Partiendo por la misma Presidenta.

Su aislamiento parece acrecentarse día a día. Ella como que vive en otra parte. Nada parece inquietarla. Esta semana, cuando batió el récord histórico de desaprobación de un presidente, se limitó a decir que hay que seguir adelante no importando las trampas en el camino y los rumores infundados. Esto último, en alusión a publicaciones que hablan de su incapacidad para gobernar por supuestos problemas anímicos y de salud.

Esta lectura de la realidad de Bachelet es la que preocupa. Incluso a la Nueva Mayoría, que hace rato perdió la paciencia ante la ineficacia del gobierno. Las críticas ahora son abiertas, duras, desafiantes, algo impensado hace algunos meses. Tanto que se habla de una suerte de “golpe blanco” a la Presidenta para obligarla a entregar cuotas de poder a sus ministros y partidos. Otros más delirantes dicen que ella renunciaría en marzo para entregarle el mando a Lagos.

Todo esto tiene mucho de fantasía, pero habla del estado de las cosas. De la urgente necesidad de hacer algo, porque de lo contrario, los 30 meses que quedan serán una pesadilla. En términos de apoyo la cosa seguirá peor y el fantasma de Dilma Rousseff ya se instaló en La Moneda. Para qué hablar de la economía que ya sabemos no se recuperará. O la delincuencia, que esta semana anotó su broche de oro con el robo a la escolta presidencial.

Que el país no va por buen camino es un hecho indesmentible. Seguir adelante como quiere Bachelet no tiene sentido. Por eso, si ella no entiende, son los que la trajeron de vuelta al poder los que tienen que asumir su responsabilidad. Reconocer que se equivocaron al entregarle un cheque en blanco. Entonces, los ministros claves y los partidos razonables que quedan en la Nueva Mayoría, deben ponerse firmes y tomar las riendas en el asunto. Ellos son los únicos que pueden forzar a la Presidenta a cambiar. Suena duro, pero es la forma de salvarla a ella y a ellos mismos de ser protagonistas de lo que estamos viviendo.

Ahora, todo este escenario puede ser peor si el caso Caval estalla de la peor manera. La cosa no se ve bien. Esta semana supimos que fue el hijo de la Presidenta la que ordenó borrar el disco duro de su computador. De comprobarse de que ahí había algo, entonces la cosa sería aún más compleja para ella. Estaríamos frente a la tormenta perfecta.

Dejar una respuesta