Proyecto de secesión en La Araucanía

Proyecto de secesión en La Araucanía

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Sonia Montecinos y Rolf Foerster, profesores del departamento de Antropología de la U. de Chile, señalaron el jueves 25 que la reivindicación mapuche “se centra en la restauración de sus espacios territoriales —los que fueron enajenados bajo la política reduccional del siglo XIX— y en el control político de ellos”. Por lo tanto, dicen, “la demanda por su reconocimiento como nación sitúa el tema territorial en el ineludible meollo del debate”.

Sin proponérselo, los antropólogos han dejado al descubierto el verdadero meollo del asunto: el proyecto político-militar de los grupos armados que actúan en el sur para conseguir el control político de una amplia parte del territorio nacional que arrebatarían al Estado chileno. Ni más ni menos que eso.

Ahora se entienden mejor las consignas de la autonomía y la desmilitarización de La Araucanía. Es la estrategia de la “nación mapuche”, gobernada por quienes tengan fuerza suficiente para imponerse. Aunque es una perspectiva afiebrada, podemos imaginar cómo sería.

¿Se inspiran los cabecillas en la cosmovisión mapuche? No, más bien en el Che Guevara. ¿Son defensores del mapudungun y la cultura ancestral? Nada de eso, su motivación son los negocios rentables de acuerdo a la doctrina económica de las FARC, la narcoguerrilla colombiana que opera hoy desde sus campamentos en Venezuela. Son evidentes las huellas digitales de los asesores extranjeros.

Le haría bien al país conocer el balance de la compra y entrega de miles de hectáreas de tierras por parte del Estado a las comunidades indígenas durante 20 años. Solo en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, se gastaron 390 millones de dólares con ese propósito. ¿Cuántas hectáreas más se requieren para dejar satisfechos a los jefes del bandolerismo?

Chile necesita apoyar a las familias mapuches para que tengan una vida mejor, pero ello no será posible si no es erradicado el terrorismo. El Estado tiene el deber de desarticular a los grupos armados. Los encapuchados que roban, queman y atacan con armas de guerra no representan al pueblo mapuche. Es hora de que los académicos dejen de arroparlos. (El Mercurio Cartas)

Sergio Muñoz Riveros

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