El número de participantes en las primarias es motivo de especulaciones. Oficialmente los comandos dicen que esperan la participación de un millón de personas, se conforman con dos y, los más entusiastas, esperan que lleguen tres. Nadie lo sabe con anterioridad, por fundados que sean los cálculos que se tengan.
Todo dependerá del entusiasmo e interés que se produzca durante la realización de esta corta campaña. Los que están interesados en la política partidaria ya están muy motivados desde un principio y no necesitan de mayores estímulos, pero en procesos de este calado son una notoria minoría.
El verdadero objeto es captar la atención de quienes habitualmente no les interesa y aún rechazan la política de partidos. Si se capta su atención se producirá un hecho nuevo, porque ha existido una barrera infranqueable entre la vida cotidiana de los ciudadanos y la política oficial.
El hecho fundamental para medir el éxito es que se dé inicio a un proceso de apertura que rompa el cerco del oficialismo, abriendo la vinculación de la centroizquierda más allá de sus bordes actuales.
Pueden ir muchos a votar, pero si son los mismos que se identifican con el gobierno, solo quiere decir que el Ejecutivo cuenta con una base de apoyo muy entusiasta, pero que siguen siendo los de siempre. La votación no se mide por intensidad. Se cuenta un voto por persona, ya sea que su adhesión sea desbordante o depresiva.
Hay cuatro candidatos, pero la apertura puede provenir de preferencia de dos de ellos. Gonzalo Winter es un candidato fuerte, porque es el que más se identifica con la administración de Boric, que mantiene un sólido porcentaje de apoyo que lo ha acompañado en los momentos más difíciles. Más que a crecer la apuesta lógica es a movilizar lo que ya se tiene.
Jaime Mulet cohesiona su partido y potenciará su figura en una posterior campaña parlamentaria. Aporta mayor diversidad a la competencia.
El crecimiento puede provenir de las postulaciones de Jeannette Jara y Carolina Tohá, ambas queriendo captar indecisos. Jara, además, buscando canalizar voto de izquierda y Tohá votación de centro. Por mucho que se crea saber lo que terminará ocurriendo no se puede anticipar en qué medida estos esfuerzos fructificarán. De su éxito depende el aporte de la primaria para hacer competitiva la elección presidencial.
La hora de la apertura
Las primarias significan un desafío tanto político como electoral. La apertura parte por atraer grupos políticos organizados, el más obvio de los cuales es la DC, un partido que no se inscribió en el proceso, pero que no será una tienda que se puede desentender de lo que ocurra.
Un partido aislado se muere, un oficialismo que no sale de sus fronteras no gana. Por eso, los vasos comunicantes siguen abiertos. La primaria es un gran centro de atracción y la relación de los electores con las tiendas políticas ha cambiado.
Ningún partido puede creer que tiene la propiedad de su electorado, lo que ha conseguido es su adhesión. No existe un sentido alto de pertenencia y la relación tiene que ser cultivada de forma permanente para mantener su vigencia.
Nadie se queda de brazos cruzados ante las primarias y los simpatizantes de la Falange se orientarán naturalmente a su opción más cercana, es decir, a Carolina Tohá. Una relación más cordial entre partidos acrecentará este paso.
Es algo a tomar muy en cuenta, porque si bien los electores seguirán votando por la DC en la parlamentaria, ya habrán marcado preferencia en la primaria. Es lo que más conspira contra una posible mantención de la candidatura falangista en primera vuelta. Una opción presidencial se justifica cuando tiene un apoyo mayor que la de sus aspirantes al parlamento, pero aquí puede llegar a ocurrir lo contrario.
Esto es lo que hace que al PDC le convenga una pronta negociación con el socialismo democrático y el oficialismo. Y al revés ocurre igual. Mirado desde el socialismo democrático, hay que abrir la puerta para que entre la DC, pero no tanto, porque entre este partido, sino por el gesto indispensable de abrir la puerta, de lo que depende todo.
Este no es un movimiento que se pueda hacer a última hora, sino que hay que hacerlo al principio para que tenga efecto. Muchos más tendrán que entrar. La candidatura presidencial debe competir para ganar, es la única vía disponible y equivale a atraer los apoyos sumados de los socialistas, PPD y radicales para empezar a hablar en serio. Algo difícil, pero factible de aquí a la segunda vuelta.
Mirar lo que queda después de la elección
Todos se necesitan, no importa cuántos sean a lado y lado. Las señales de aproximación han de darse desde ahora adelantando procedimientos, despejando incertidumbres y definiendo las condiciones de sobrevivencia de los socios. Y es lógico que eso suceda en los próximos días de manera significativa.
Lo que hay que tener claro es que la realidad política se termina por imponer a los más justos y naturales anhelos de cualquier partido, sin importar su tamaño e influencia. Paulina Vodanovic siempre ha sido una buena política, pero nunca desempeñó mejor su liderazgo que cuando supo hasta dónde podía llegar con su candidatura. El dolor socialista es grande, pero su validación como actor responsable también lo es.
El panorama parece confuso cuando lo que se observa es exclusivamente la coyuntura en que nos encontramos y se aclara ampliando la visión.
Nunca se sabe cómo terminará la elección presidencial, pero sobre lo que no hay ninguna duda es que, a final de año, la centroizquierda habrá conformado una nueva coalición, tendrá consensuado un programa que guiará su acción en los años siguientes y se habrá dotado de nuevos liderazgos convocantes que le permitirá aglutinarse de mucho mejor forma.
Los partidos del actual oficialismo, la DC y otros que se puedan sumar de a uno, de a varios o de a muchos, seguirán trabajando juntos, sin vetos para que alguien salga o para evitar que alguien entre. Lo que variará será la conducción y eso hará toda la diferencia. Hay que asegurar la capacidad de llegar a acuerdos intra-coalición y con la derecha dialogante para darle gobernabilidad al país.
Mientras, la derecha está dedicada a labores de contención de las primarias, de distracción de la atención pública y de polémica con el gobierno. Como sea, por dos meses no tendrá la iniciativa y la distancia de la centroizquierda con la principal candidatura opositora disminuirá. Cuánto se logre acortar estará a cargo de los líderes políticos, no de los expertos electorales. (El Líbero)
Víctor Maldonado



