Primarias: decisivas para el progresismo

Primarias: decisivas para el progresismo

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Evelyn Matthei avanza en su campaña pese a sus contradicciones, a los errores y horrores en sus declaraciones y, de acuerdo con todas las encuestas, se impone en cualquier escenario de segunda vuelta. Es claro que su respaldo se ha desgastado sostenidamente en los últimos meses, pero sigue ahí en la pole position. Ese es el principal desafío que, de cara a las presidenciales, enfrentan hoy los partidos oficialistas. Sin embargo, este escenario podría cambiar. Una apuesta es lo que ocurra en la campaña por primarias.

Por lo visto, la única coalición que las inscribirá antes del plazo final del 30 de abril será la que respalda al Gobierno. La decisión de los partidos oficialistas de acudir a estas elecciones intracoalición obedece a dos motivos: por una parte, expresa la intención de generar democráticamente el rostro que los represente en la primera vuelta presidencial y, por otro, muestra que, debido a la decisión de Michelle Bachelet de restarse para generar nuevos liderazgos, no hay un candidato unánime en el sector.

La primaria, entonces, es un mecanismo no solo de unificación de voluntades en torno a una candidatura, sino también, debido a la alta visibilidad del proceso (campaña en TV, debates, prensa, etc.) una oportunidad para cambiar la tendencia de las encuestas.

Se espera que quien gane en estas elecciones internas logre garantizar el paso a la segunda vuelta, cuestión que siempre ha ocurrido desde el retorno de la democracia en 1990. En simple: nunca la centroizquierda o la izquierda han quedado fuera de la segunda vuelta presidencial. Ahora, en 2025, ese riesgo está a la vuelta de la esquina.

El 65% de la población desaprueba al Gobierno, asunto que ha sido un clásico de la vida política chilena desde el primer mandato de Sebastián Piñera en 2010. Para romper este curso, la coalición oficialista necesita producir una opción innovadora y atractiva que amplíe su base electoral. Las primarias pueden ser un espacio para encontrarla, pero todo depende de cómo se hagan las cosas.

Las primarias pueden ayudar. Pero se requieren condiciones. En primer lugar, se trata de una elección interna entre aliados y se supone que gane quien gane todos se apoyarán después mutuamente. Por lo tanto, es indispensable la amistad cívica. Es importante que se planteen las diferencias, pero no tiene sentido que la campaña se convierta en un club de la pelea entre socios. Los chilenos están cansados de aquello y si ese es el tono, no solo se restarán de participar, sino que además mirarán hacia otro lado. En segundo lugar, más que un debate por momentos poco creíble sobre cuán cercanos o no o no han sido los candidatos con el Gobierno, se debe mantener un obsesivo en las preocupaciones de las personas: en sus miedos y esperanzas. De eso se tratan todas las elecciones. Los candidatos deben responder a las acuciantes preguntas que la ciudadanía se plantea en seguridad, crecimiento económico, migración. Por último, es relevante dejar de mirarse en el espejo y buscar aliados, actores políticos y sociales con lo que exista afinidad, para sumar más voces, matices y propuestas.

Estas primarias, para que puedan tener un cierre virtuoso y multiplicar las adhesiones en torno al progresismo, asunto especialmente complejo en la coyuntura actual, deben ofrecen un ejercicio sistemático de sentido de futuro. La pregunta es si los candidatos y los partidos sabrán aprovechar la oportunidad. (El Mercurio)

Ricardo Solari