Fue una gran celebración para una ruta que no es muy larga. A mediados de septiembre, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, y el presidente, Andrzej Duda, inauguraron el primer tramo de un canal en la costa polaca, que conecta el puerto de Elblag con el mar Báltico.
Se trata de un corte de 1,3 kilómetros de longitud que atraviesa el espigón del Vístula y que se encuentra entre Polonia y el enclave ruso de Kaliningrado. En el futuro, el canal ahorrará a los barcos un desvío de 60 kilómetros por aguas rusas.
Aunque existen acuerdos entre Polonia y Rusia que regulan el paso por esta vía fluvial, el tráfico marítimo depende, a menudo, de la situación política. El Gobierno polaco espera eliminar esta dependencia.
PREVIO AL ATAQUE DE RUSIA A UCRANIA
En vista del ataque ruso a Ucrania y del reciente deterioro de las relaciones entre Polonia y Rusia, el canal parece haber llegado en el mejor momento. El proyecto comenzó a discutirse en el 2006, por el líder del conservador Partido Ley y Justicia (PiS) y el exprimer ministro, Jaroslaw Kaczynski. Sin embargo, no fue hasta 2016, cuando el nacionalista PiS llegó al poder, que el proyecto recibió un nuevo impulso. Finalmente, en 2019, comenzaron las obras del canal.
El primer tramo de construcción del canal se inauguró precisamente el 17 de septiembre de 2022, en el aniversario de la invasión soviética a Polonia, una fecha muy simbólica. «El canal de navegación por el estrecho del Vístula que se abre hoy es un camino de libertad y de nuevas oportunidades. En el 83º aniversario de la invasión de la Unión Soviética a Polonia, rompemos simbólicamente nuestra dependencia con Rusia», escribió el primer ministro Morawiecki en Twitter.
POLÍTICA SIMBÓLICA: CANAL SIGUE EN CONSTRUCCIÓN
La ceremonia de apertura fue, en concreto, puramente simbólica. Nada ha cambiado, con respecto al tráfico actual. Los buques de transporte van a tener que seguir navegando por aguas rusas, ya que el nuevo canal tiene solo dos metros y medio de profundidad, lo que no es suficiente para los barcos de carga más grande.
El canal de cinco metros de profundidad previsto sigue en construcción, por lo que a los casi 500 millones de euros que ya se han gastado, hay que sumar aún varios millones de euros más.
Actualmente, en Elblag se manipulan 90.000 toneladas de mercancías. Tras la finalización de la nueva vía navegable, la capacidad podría aumentar hasta 3,5 millones de toneladas al año. Eso parece mucho, pero el puerto no se convertirá necesariamente en el motor económico prometido por el PiS. A modo de comparación, el puerto de Gdansk, también en Polonia, maneja más de 60 millones de toneladas al año, mientras que en Hamburgo son cerca de 130 millones.
CRÍTICAS AL CANAL
Las reacciones al canal son variadas entre los residentes. Krzysztof Rogowski trabaja como guía turístico y vive en una antigua casa de ladrillo del siglo XIX, a un kilómetro de la nueva construcción. Para Rogowski, el proyecto es «solo una campaña de propaganda» que, a pesar de las promesas, apenas crea puestos de trabajo.
Krzysztof Cibor, de Greenpeace Polonia, también lo considera problemático. «La fosa contínua del canal de navegación enturbia el agua, lo que afecta a los peces y a los organismos que filtran el agua», dice. Además, explica que se ha interrumpido el corredor ecológico de muchas especies que ahora viven, involuntariamente, en una isla.
Las críticas también vienen de la oposición. El senador Jerzy Wcisla, de Elblag, reveló hace tres años una serie de documentos que prueban que el proyecto nunca estuvo totalmente planificado. De hecho, indica que el último kilómetro del canal deberá ser pagado por la ciudad. Como Elblag no dispone de los 23 millones de euros que faltan, el Gobierno propone aportar el dinero restante.
Para el político local del PiS, Marek Pruszak, la nacionalización del puerto representará un mayor ingreso para la ciudad. Según él, «es también una oportunidad para el desarrollo de muchos sectores como la gastronomía, la hostelería y el turismo». (DW)