La primera votación en el pleno de la Comisión Experta fue un aterrizaje forzoso para quienes seguían pensando que el nuevo proceso estaba en manos de un grupo de personas políticamente neutras.
El miércoles pasado se votó la estructura del proyecto constitucional, es decir, la definición de los capítulos que tendrá (y los que no tendrá).
Se presentó una propuesta para que las FF.AA. y Carabineros sigan siendo reguladas en un capítulo propio y fue rechazada.
Para quienes integramos la Convención, escuchar el debate nos trajo más de algún recuerdo. Es cierto que los insultos fueron reemplazados por argumentos; los desnudos por discursos; la odiosidad por el diálogo; el mapudungun por el español. Sin embargo, el complejo de algunos por preservar lo que funciona bien, y la necesidad de cambiarlo o eliminarlo solo porque está en la actual Constitución, se mantuvo igual.
Una de las expertas acusó, a quienes defendían la indicación, de “politizar” el tema de las Fuerzas Armadas. Es decir, defender que ellas sean reguladas en un capítulo especial es “politizar”, pero sostener lo contrario no lo sería. Lo cierto es que ambas lo son. Todo el debate constituyente es y será eminentemente político. Los expertos tienen, aparte de sus conocimientos, militancias o simpatías ideológicas.
Es necesario dejar la ingenuidad y asumir que el proceso constituyente está en manos de tres órganos políticos, en los que se votará políticamente.
Ojalá lo ocurrido el miércoles pasado no sea el anticipo de un proceso en que un sector actuará presuntuosamente creyéndose “expertos no políticos”, mientras en el otro lo harán como “políticamente expertos”. Eso sería dar una ventaja irremontable a los segundos.
Es evidente la decisión, necesaria por lo demás, de diferenciarse lo más posible de la Convención. La imagen de los expertos asumiendo sus cargos, de modo republicano y con acuerdo sobre la mesa directiva, fue un contraste evidente con aquel 4 de julio del 2021 en que el trabajo se iniciaba con convencionales interrumpiendo el himno nacional, Elsa Labraña gritando a Carmen Gloria Valladares y Elisa Loncon, escoltada por la machi Linconao, notificándonos que Chile sería plurinacional aún antes de iniciarse el debate.
Sin embargo, no basta usar corbata o dejar de votar desde las duchas. Tampoco es suficiente redactar un texto que no destruya la democracia ni viole la igualdad ante la ley. El parámetro con el cual compararse no es la Convención ni su propuesta, que fue rechazada transversalmente por el 62%. El 4/9 el país se asomó al abismo y millones de chilenos lucharon por su libertad; por el derecho a preservar los frutos de su esfuerzo; por un Estado eficiente y un gobierno que tenga más y no menos herramientas para enfrentar la violencia; por la unidad de la nación; por una justicia independiente y contrapesos eficaces al poder político, valores que quizás hasta ese minuto daban por descontados y hoy cuidarán más que nunca. El eje cambió, y el desafío es ofrecer a los chilenos una propuesta que garantice mejor que hoy los principios que defendieron con fuerza en el pasado plebiscito y tenga las herramientas adecuadas para no volver a ponerlos en riesgo.
No será suficiente en diciembre decir que el nuevo texto es mejor que el de la Convención. Si ese fuera el estándar, claramente no se necesitaría la participación de ningún erudito. (El Mercurio)
Marcela Cubillos