Política chilena: otra cara de la medalla

Política chilena: otra cara de la medalla

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Frente a las alabanzas que en estas semanas han recibido los expresidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera, llama la atención que Chile se debata, poco después de sus gobiernos, en la peor crisis de las últimas décadas: delincuencia que campea en todo el territorio nacional; terrorismo en La Araucanía y regiones aledañas, inmigración ilegal masiva, decadencia económica, alza del desempleo, retorno de la pobreza, etcétera. Hay, con todo, antecedentes para vincular tal crisis con esos gobiernos, tanto como con los demás gobiernos posteriores a 1990.

Todos esos gobiernos, Lagos y Piñera incluidos, afirmaron que habían restaurado la democracia en Chile destruida, según ellos, por el pronunciamiento militar de 1973. Pero, en este caso, la consecuencia lógica era la de afirmar que la democracia se iba a restaurar cuando se retornara al día anterior a aquel del pronunciamiento; es decir, al día 10 de septiembre de 1973. De hecho, los personeros de esos gobiernos, todos de acuerdo, procedieron a levantar frente a La Moneda un monumento a Salvador Allende. Era inminente, entonces, un retorno a la política propia de ese personaje. Sin embargo, esos gobiernos se mostraron muy cómodos con el país que habían recibido del gobierno militar y continuaron aplicando políticas muy similares a las de este.

La inconsecuencia no podía sostenerse. Desde el primer día hubo voces que proclamaban que no habría democracia hasta que no se retornara a los días del régimen de Allende; que el crecimiento que evidenciaba el país era mentira y que se mantenían las estructuras de opresión propias del capitalismo, ahora denominado “neoliberalismo”. Fue así como se fue incubando en el país un ansia de rebelión que estalló definitivamente en octubre de 2019.

El principio del desastre fue pues esa inconsecuencia que demostraron los gobiernos post régimen militar, Lagos y Piñera incluidos. Ella fue la que abrió la puerta del país para que comenzáramos a repetir ese peor período de nuestra historia, aquel que se prolongó hasta 1973. Es el precio que estamos pagando por haber olvidado nuestra historia. (El Mercurio Cartas)

Gonzalo Ibáñez S.M.