Pluralismo

Pluralismo

Compartir

El pluralismo ha sido el gran caballo de batalla de la izquierda. En sus comienzos, siendo minoría contestataria, apuntaba a que se le diera espacios, en la sociedad y en los medios, mayores que su verdadera presencia en el país. Con esto apuntaba a facilitar su ascenso político y así alcanzar y afianzar el poder siendo minoría. Ayer y hoy, cuando han sido gobierno, se han caracterizado por tratar por medios eufemísticos de tener un control de la sociedad que ahogue toda posibilidad de diálogo y disidencia. Lo fue en la Unidad Popular la pretensión de imponer la ENU, además de ahogar económicamente a los medios de prensa, entre muchas otras formas.

Hoy lo vemos con claridad en la pretensión de crear un organismo eufemístico para controlar los medios de prensa, con pretexto de impedir la desinformación. También en el afán de establecer un relato oficial con motivo de los 50 años del Gobierno Militar, hecho que culminó los pronunciamientos previos de los otros poderes del Estado e instituciones fundamentales. Además, en el relato que se prepara para la ciudad de Santiago en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde solo ellos y su particular visión son los protagonistas de esta ciudad con rica, compleja y larga historia.

Estos afanes de control y de negación a la información son más fuertes que sus discursos en contrario. Reescribir la historia es fundamental para afianzar el control sobre las mentes y las creencias de las grandes mayorías, y así asegurar indefinidamente el poder. En el fondo, un revolucionario de verdad no puede ser dialogante, pues se transformaría en un deleznable reformista que, para peor, estaría siempre vendido a las horribles fuerzas negativas que habrían predominado durante los siglos. La imposición es el cuño de autenticidad de un revolucionario.

La derecha nunca ha sabido cómo reaccionar frente a la demanda de pluralismo. Y para no aparecer retrógrada esconde y debilita sus ideas en aras del diálogo para no ser tachada de reaccionaria, epíteto del que no se ha logrado liberar. Así olvida o desvaloriza sus planteamientos fundamentales que, más que doctrina, tienen que ver con apreciaciones de la realidad para enfrentar los sucesivos y más variados problemas, valorando lo pasado y la necesidad de proyectar al país hacia el futuro.

Es preciso estar alerta frente al pluralismo impositivo de la izquierda, y ser fuerte para defender a las grandes mayorías que requieren de libertad y de sensatez para orientar sus vidas y desarrollos personales. (El Mercurio)

Adolfo Ibáñez