La decisión del Presidente Gabriel Boric de involucrarse decididamente en la campaña presidencial al criticar directamente la propuesta de un ambicioso recorte presupuestario hecha por el candidato derechista José Antonio Kast pudiera resultar perjudicial para la candidatura de la abanderada oficialista Jeannette Jara. Si las dos rondas de la elección presidencial se convierten en un plebiscito sobre Boric, se incrementará fuertemente la posibilidad de que Kast se convierta en el próximo presidente de Chile. De hecho, el único camino posible -y aún así, difícil- para que Jara llegue a La Moneda es que la candidata comunista logre convencer al electorado de que ella en realidad no es comunista y que tampoco es la heredera y continuadora del gobierno de Boric.
La popularidad del Presidente saliente siempre ayuda a mejorar las posibilidades del candidato oficialista en la campaña presidencial. Dos de los tres presidentes que terminaron su periodo con niveles saludables de aprobación pudieron entregar la banda presidencial a un sucesor de su misma coalición. Patricio Aylwin fue sucedido por Eduardo Frei en 1994 y Ricardo Lagos por Michelle Bachelet en 2006. Aunque Bachelet dejó el poder en su primer gobierno, en 2010, con altos niveles de aprobación, la primera presidenta de Chile no pudo coronar a un sucesor de su coalición. A su vez, tres de los cuatro presidentes que terminaron sus periodos con bajos niveles de aprobación debieron entregar la banda presidencial a sucesores que representaban a la oposición (Sebastián Piñera en 2014 y 2022, y Bachelet en 2018). En el año 2000, Eduardo Frei fue el único presidente impopular que logró coronar a un sucesor de su propia coalición.
Dado su bajo nivel de aprobación, que se ha mantenido en torno al 30%, y considerando que una amplia mayoría de los chilenos cree que el país va por el sendero equivocado, Gabriel Boric parece encaminado a verse obligado a entregar la banda presidencial a un candidato de oposición. Si las encuestas están prediciendo correctamente, igual que Bachelet en 2010, Boric deberá entregar la banda a la persona que él mismo derrotó hace cuatro años. Debe ser doloroso para el Presidente saber que, si las encuestas están leyendo bien lo que quiere la ciudadanía, los chilenos ahora prefieren tomar el camino opuesto al que ofreció en la campaña de 2021.
Su baja aprobación presidencial debiera llevar a Boric a aprender del ejemplo de Frei en la campaña presidencial de 1999. Frei se sumergió y evitó involucrarse en la disputa electoral. Es más, el saliente Presidente aceptó disciplinadamente que el candidato oficialista lo criticara. El marcar diferencias con Frei ayudó a Ricardo Lagos a ganar la elección pese a que una amplia mayoría de la gente creía que el país iba por el sendero equivocado y que había que hacer un cambio. Lagos ganó precisamente porque prometió un cambio significativo respecto a lo que había hecho Frei como Presidente.
Es cierto que Lagos también se vio beneficiado por la alta polarización que existía en Chile, producto del arresto del exdictador Augusto Pinochet en Londres en octubre de 1998. Además, esa fue la única elección presidencial que no coincidió con una contienda legislativa. Pero la clave de la victoria de Lagos estuvo en que quiso, supo y pudo distanciarse del impopular presidente saliente de su coalición.
En esta temporada electoral, la abanderada oficialista también necesita alejarse del impopular Presidente saliente si aspira a tener alguna chance de ganar la elección. Por eso, la decisión que tomó Boric de involucrarse en la campaña parece especialmente contraproducente. En vez de ayudar a Jara, la hunde.
Pudiera ser que Boric esté pensando más bien en asegurar el apoyo de la base más dura para la elección parlamentaria. Especialmente para los candidatos del Frente Amplio, movilizar a la base dura de apoyo del Presidente pudiera tener buenos resultados para ese partido que arriesga quedar muy rezagado en su representación en el Congreso.
Pero mientras más se involucre Boric en la campaña presidencial, más difícil le pondrá el ya cuesta arriba camino que tiene Jara para lograr la victoria en la segunda vuelta de diciembre. Es cierto que las encuestas muestran que Jara posiblemente obtenga la votación más alta en noviembre, pero una votación en torno al 30% para la candidata oficialista y una votación combinada en torno al 60% para los cuatro candidatos de derecha en primera vuelta será la crónica de una muerte anunciada para la izquierda en segunda vuelta.
Si de verdad cree que Jara tiene alguna posibilidad de ser su sucesora en La Moneda, Boric debería hacer todo lo posible por mantenerse lo más alejado posible de la campaña presidencial. Con su alto rechazo y su baja aprobación, Boric es un pesado bulto que no ayuda a flotar a una candidata que acumula muchos más pasivos que activos en esta campaña electoral. (El Líbero)
Patricio Navia



