Piñera vs la postpolítica

Piñera vs la postpolítica

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La semana pasada, el expresidente Piñera tuvo un regalo inesperado que le permitió sortear los temas asociados a las inversiones de su empresa familiar Bancard, que si bien no han provocado un descalabro de su campaña, la incomodidad evidente cuando le tocan ese punto lo hace cometer errores comunicacionales, como decir en un matinal que es de mala educación hablar de platas, en plena era del culto a la hipertransparencia.

Un reportaje de Mega mostró que el PS había ocupado una parte de los fondos recibidos como indemnización por las expropiaciones hechas en la dictadura para invertir en la Bolsa. El exceso de moralina en la lenta respuesta que hizo el PS, le dio un regalo a la derecha, quitándole toda autoridad moral a los socialistas para criticarlo por Bancard, pese a los órdenes de magnitud de las inversiones involucradas.

Pero ese nunca ha sido el peor problema de la campaña de Piñera. En realidad, su mayor riesgo es la sensación de distancia con lo que los ciudadanos ven la política, independiente si es de derecha o izquierda. Una vez retirado Lagos del ruedo, si se mira con atención a los candidatos y candidatas de las tres coaliciones, el único político de la vieja guardia es el expresidente. Los demás, incluyendo a la senadora Goic, son personajes alejados de los círculos por donde han estado las decisiones políticas en los últimos años. Más aún, dos de ellos deben su popularidad a su rol en los medios de comunicación.

El senador Guillier es el mejor representante de lo que se podría llamar la postpolítica. No hizo el largo servicio militar en los partidos, sino que su historia está en los medios. Ha logrado la magia comunicacional de estar en la política, ser proclamado por partidos de larga trayectoria, pero seguir renegando de ella. Guillier olfatea que la antipolítica va a ser un buen negocio para la segunda vuelta, y es por ello que maneja una relación de una conveniente lejanía con los partidos. Los necesita, pero no los quiere cerca.

Lo que tiene Piñera le da para pasar cómodamente a segunda vuelta, pero no para ganarla. Si se toman los datos de la última encuesta Cadem y se suman las preferencias por los candidatos que buscan figuración pública criticándolo, la suma da 31 puntos , a cómoda distancia de los 24 que logra Piñera, que lleva mucho tiempo estancado.

Aunque las segundas vueltas nunca son sumas lineales, en especial en escenarios de voto voluntario, sí podría pasar que los candidatos postpolíticos logren construir que la elección es, en realidad, un plebiscito sobre si un político tradicional como Piñera, personaje clave en la transición, que fue senador y presidente de la República, puede seguir en el cargo; la segunda vuelta puede llevar a votar a muchas personas por cualquier candidato que no sea el expresidente.

Muchos suelen ver esto como una situación distópica, pero hay que recordar que en las elecciones de España de 2004 muchas personas que no pensaban participar,  fueron a votar sólo para castigar al PP. Aunque no es comparable el escenario, pues en España hubo un atentado terrorista mal manejado por el gobierno popular, puede darse que el candidato que represente la postpolítica construya un concepto contra la reelección de Piñera y que representa a una generación que ya pasó. La caída de Lagos a mano de dirigentes que crecieron en su mandato, muestra que la vieja y buena política de la que Chile hizo gala, está en retirada. (La Tercera)

Carlos Correa

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