La tragedia en el Estadio Monumental, con la muerte de un hincha en pleno partido, refleja una falla colectiva que trasciende responsabilidades individuales. La seguridad y el espíritu del deporte dependen de un entramado de actores: autoridades, clubes, dirigentes, organizadores, medios, hinchas, entre otros.
Sin embargo, últimamente, se han ignorado riesgos previsibles como la excitación colectiva, la presión de las multitudes y la impulsividad de los asistentes, factores agravados por una cultura futbolística que ha normalizado la violencia y por deficiencias en la organización y seguridad de los recintos.
No basta con controles policiales o infraestructura: se requiere una política integral que eduque en civismo y fomente una cultura deportiva de respeto, paz y disfrute familiar. Solo así podremos recuperar el sentido del fútbol como espacio de encuentro y evitar que la pasión se transforme nuevamente en tragedia. (Red NP)
Javier Piñeiro
Director de la Escuela Psicología UNIACC y Psicólogo Social del Deporte



