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PS y parlamentarias: ratifica a legisladores en ejercicio y pide pacto con DC

Ayer sábado, el pleno del comité central del Partido Socialista (PS) adoptó una serie de resoluciones respecto a las elecciones parlamentarias de noviembre, donde apuestan por una lista única que incluya a la Democracia Cristiana (DC).

Lo anterior, se dio el mismo día en que la candidata presidencial del oficialismo, Jeannete Jara, también tuvo palabras para la falange.

“Va a ser clave la junta que la DC lleve adelante, pero nosotros les hemos invitado con las puertas abiertas durante mucho tiempo, no solo a incorporarse por un tema electoral, sino que porque tenemos una historia y una trayectoria juntos”, dijo.

Pese a hay algunas voces que apuntan a armar un pacto electoral entre el Frente Amplio, el PS y el Partido Comunista, el comité central del PS definió mandatar a la mesa central a suscribir un pacto parlamentario “con los demás partidos de Gobierno, la DC y otros afines” de cara a los comicios del próximo 16 de noviembre.

“El Partido Socialista aboga por una lista única parlamentaria que permita alcanzar una mayoría social y política, evitando la regresión ultraconservadora de las fuerzas de extrema derecha”, reza el segundo punto de la declaración emitida por la colectividad.

La instancia partidaria además determinó ratificar las candidaturas de los diputados y senadores en ejercicio, mientras se define el resto de los nombres que competirán.

Entre los senadores ya confirmados para la reelección se encuentran la presidenta del PS, Paulina Vodanovic en el Maule, José Miguel Insulza en Arica y Parinacota y Tomás de Rementería en Valparaíso.

Mientras, los nombres confirmados para la Cámara Baja son: Danisa Astudillo, Juan Santana, Daniel Manouchehri, Nelson Venegas, Arturo Barrios, Daniel Melo, Raúl Leiva, Emilia Nuyado, Ana María Bravo y Marcos Ilabaca, en sus respectivos distritos.

Especial es el caso de la diputada Daniella Cicardini, que competirá para entrar al Senado en representación de la región de Atacama.

El resto de los nombres a disputar un sillón parlamentario deberá ser propuesto hasta el próximo 30 de julio, tras lo cual la comisión política aprobará o no su candidatura.

Respecto a la candidatura de Jeannette Jara, el comité central determinó reiterar el apoyo del partido, además de disponer al comando “a nuestros equipos y a toda la estructura partidaria a nivel nacional”.

Senador D. Núñez y las perspectivas post noviembre para el PC

El jueves de 19 de junio -10 días antes de las primarias oficialistas- es considerado por el comando de Jeannette Jara (51) un punto de inflexión en su campaña. Esa mañana, la candidata comunista visitó el Campus San Joaquín de la Universidad Católica, provocando un inesperado revuelo entre los estudiantes que a ratos sobrepasó a los organizadores.

En la tarde Jara hizo un break en sus actividades de campaña y acompañó al senador de su partido, Daniel Núñez (54), en la presentación de su libro Apuntes para superar el neoliberalismo: rutas hacia un nuevo modelo de desarrollo para Chile, en la Universidad Alberto Hurtado.

En la actividad, a la cual no fue convocada la prensa, ambos defendieron el segundo gobierno de Michelle Bachelet -del cual fueron parte en la Nueva Mayoría- y su reforma tributaria, coincidieron en un duro diagnóstico sobre la situación económica del país y la necesidad de cambiar nuestra matriz productiva, “por una que supere este modelo neoliberal rentista y primario exportador que nos impusieron los Chicago Boys”, dijo el sociólogo.

Núñez y Jara mostraron cercanía y una complicidad que sólo conocen en su círculo más cercano.

“A Daniel lo conocí en 1988, cuando era presidente de la Feses (organización que agrupó a los liceos y colegios de enseñanza media de Santiago hasta el regreso de la democracia), así que algo ya nos conocemos”, dijo Jara el 19 de mayo, al anunciar su comando, entre ellos, a Núñez como coordinador del equipo político.

Ambos líderes de la llamada “generación intermedia” del PC, que entraron al establishment político de la mano del expresidente Guillermo Teillier, volvían a reencontrarse tras un período en que la relación se había distanciado.

Al poco andar, el “Happy” -como le dicen sus amigos por su ceño adusto- se convertiría en el principal estratega de Jara, cumpliendo un rol de “puente” entre ella y la dirigencia comunista, que fue clave en los momentos más álgidos de la campaña.

Lo mismo se espera, señalan cercanos a la ahora abanderada oficialista, que haga en esta nueva etapa de definiciones y acercamientos con el Socialismo Democrático y el Frente Amplio.

Núñez da garantías a ambas partes. Pese a estar en veredas distintas al presidente del PC, Lautaro Carmona, y su socio en las sombras, Daniel Jadue, es visto como un dirigente más independiente del gobierno, con posturas más díscolas y cercano a las bases”, agrega un conocedor de la interna comunista.


Acompañado de Jara y el exsubsecretario José Miguel Ahumada, Núñez presentó -19 de junio- su libro Apuntes para superar el neoliberalismo: rutas hacia un nuevo modelo de desarrollo para Chile.

SILENCIO ESTRATÉGICO

“Hace mucha falta Teillier”, dijo Núñez hace un año -en La Segunda-, tras una seguidilla de desencuentros entre Carmona y La Moneda, entre ellos, el acuerdo Codelco-SQM, los allanamientos a Villa Francia, el procesamiento de Jadue y el despido de Juan Andrés Lagos de la Subsecretaría del Interior.

Su interpelación fue entendida en la disidencia como una señal de que el senador, conocido por sus movimientos tácticos, enfrentaría al timonel comunista y a sus aliados en las internas previstas para ese fin de año (2024).

Sin embargo, ocurriría lo contrario. Núñez se replegó y guardó un estratégico silencio durante los tensos meses que antecedieron la elección de la directiva.

Miembros del comité central, realizado 31 de enero, recuerdan que el senador tomó palco cuando la dupla Carmona-Jadue se hacía del control de la colectividad y dejaban fuera de la comisión política al exconstituyente Marcos Barraza (52), otro de los miembros, junto a él y su par Claudia Pascual (52), del llamado teillierismo y actual “jarismo”.

Se venía la definición presidencial, marcada por la pugna Jara-Jadue, y Núñez mantendría una actitud pasiva, y a ratos displicente, lo cual, esta vez, molestó al grupo de dirigentes sub 40 -entre ellas, la ministra Camila Vallejo, la alcaldesa Javiera Reyes, la exconstituyente Bárbara Sepúlveda, la diputada Karol Cariola e Irací Hassler-, que por esos días, se la jugaban por Jara, asumiendo los costos de enfrentar a la directiva en una tienda caracterizada por la obediencia interna.

Pero Núñez no se salió del guion y, a fines de marzo, dijo en El Mercurio que no tenía “ningún candidato o candidata” en la definición presidencial interna. “Mi opinión respecto de quién será el mejor líder para ir a una primaria la daré en los órganos internos del partido y no acepto que públicamente se me identifique con un nombre o candidato”, dijo.

Cercanos al senador explican que, consciente de la polarización que había en ese momento en el PC, buscó no tensionar más al partido y evitar un quiebre que podría quedar en los anales de la colectividad, como había ocurrido en otros momentos.

Fue en el acalorado comité central del sábado 9 de abril, en la sede de la CUT, cuando el “Happy” recién mostraría sus cartas, dando un espaldarazo a Jara, el cual, sumado al de la secretaria general, Bárbara Figueroa, y otras figuras que hasta ese momento se habían mantenido en ascuas, terminó inclinando la balanza en favor de la entonces ministra del Trabajo y Previsión Social.


Tras un tenso debate, la noche del sábado 5 de abril, Carmona informó que Jara sería la candidata del PC en las primarias. En un rincón, el senador Núñez escucha el frío mensaje del timonel comunista.

Otro factor que hoy juega a su favor es su permanencia en el Senado hasta marzo de 2030, lo cual le da un estatus importante en el PC e independencia de la dirección, a diferencia de otras figuras de la disidencia, que se encuentran a la espera de ser confirmados en la lista parlamentaria del partido.

Pero tras la proclamación de Jara y su salida del gobierno, los torpedos a Jara continuaron por parte del tridente Carmona, Jadue y Lagos. Tanto así, que la tarde del 23 de abril Cariola tomó cartas en el asunto.

Tras la ceremonia en que su pareja, Tomás de Rementería (PS), asumió en reemplazo de la senadora Isabel Allende, la diputada se acercó a conversar con su “compañero” en el hemiciclo del Senado, a quien pidió una actitud más decidida en defensa de Jara, según revelan fuentes que presenciaron la conversación.

El 20 de mayo, Jara inició su campaña en la Cuarta Región junto a Núñez. Se reunió con estudiantes, con pescadores de Coquimbo, dio entrevistas en radio y televisión locales y cerró su visita con un acto en el Teatro Centenario de La Serena.


El pasado 20 de mayo, Jara inició su campaña en la Región de Coquimbo, junto al senador Núñez.

SU LUCHA CONTRA EL «NEOLIBERALISMO»

En 1985 Núñez terminó su educación básica en el Colegio Francisco de Miranda, de Peñalolén, y partió a cursar la media al Liceo de Aplicación, en el centro. Al ritmo de La voz de los ’80, el primer casete de Los Prisioneros, ese año ingresó a las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), siguiendo los pasos de su abuelo, regidor comunista, quien estuvo relegado en Pisagua y en Putre, durante la represión del gobierno de Gabriel González Videla al PC.

Por esos días, uno de sus compañeros le comentó al joven admirador del Che Guevara que a un par de cuadras del liceo estaba la Biblioteca Belarmino, donde se podían encontrar El Manifiesto Comunista y otros libros sobre el marxismo, además de clásicos latinoamericanos, que en esos años -en pleno régimen militar- se encontraban prohibidos.

Los añosos bancos de madera de la desaparecida biblioteca de los jesuitas y el olor a papel viejo se convertirían en un refugio para el adolescente, que en 1989 ingresó a estudiar Sociología a la Chile. Desde ahí continuaría su carrera política bajo el paraguas de “la Jota”, llegando a ser secretario general de la Fech, en 1992.

“El ‘Happy’ es un referente para toda una generación, perseverante, agudo, analítico y valiente, y que siempre se caracterizó por tener una mirada estratégica de los procesos”, señala el expresidente de la Fech Rodrigo Roco, quien mantuvo una estrecha relación con Núñez en la universidad y en las JJ.CC., hasta que dejó el partido en 2001 -en protesta por la expulsión del dirigente del Colegio de Profesores Jorge Pavez, quien cuestionó la entonces conducción de Gladys Marín-.

En su ensayo La reconstrucción: la Jota entre la marginalidad y el derecho a soñar (1994-1999), el historiador Fernando Pairicán destaca el rol de Núñez como dirigente universitario comunista en los años dorados de la Concertación. El autor mapuche explica que la bandera de Núñez era su lucha contra el modelo económico heredado del régimen militar que provocaba en ellos una sensación de “desamparo político”. Y cuenta -en el texto- que el actual senador mantiene nítida la imagen de cuando en una clase de sociología el profesor Manuel Antonio Garretón le discutió el concepto de neoliberalismo. “Me atacó de manera muy fuerte”, recuerda, me dijo: “¡Neoliberalismo: no existe!”.

En su tesis de grado titulada El despertar del movimiento estudiantil y la crisis de la universidad pública 1994-2000, Daniel Núñez Arancibia concluye que el “neoliberalismo”, entendido como una doctrina que no podía ser reducida sólo a lo económico, fue el motor para la movilización estudiantil de su generación.

Entre 1998 y 200 fue secretario general de las JJ.CC. haciendo dupla con Marín en la secretaría general, a quien ha mencionado como su principal referente en política, junto al sociólogo argentino Atilio Borón.

En 1997, Núñez fue candidato a diputado -por primera vez- por Santiago Centro (obtuvo el 8,50% de los votos, ocupando el cuarto lugar tras Tohá, Enrique Krauss y Alberto Cardemil).


Núñez en el funeral de Teillier, el 30 de agosto de 2023. MARIO TELLEZ

ICAL, ARCIS, Y SU LLGADA AL CONGRESO

Entre 2004 y 2010 el parlamentario fue coordinador del programa de estudios laborales y luego presidente del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL).

Un momento difícil en la vida política de Núñez fue su rol como secretario general de la Universidad Arcis entre 2011 y 2013, período en que la casa de estudios ligada al PC comenzó su debacle financiera y un proceso paulatino de cierre.

En 2014, junto a Vallejo y Cariola, llegó a la Cámara de Diputados representando al entonces distrito 8 (Coquimbo, Ovalle y Río Hurtado) y liderando -siempre con un bajo perfil- la segunda camada comunista, que se sumaba a Teillier, Carmona y Hugo Gutiérrez, que habían llegado en 2010.

En agosto de ese año, durante las manifestaciones por la crisis de la Arcis, el entonces diputado de la UDI José Antonio Kast apuntó a la responsabilidad de Núñez en la crisis y criticó que él y sus pares comunistas votaran en contra de un negativo informe que había elaborado una comisión investigadora.

“Aquí hay una multiplicidad de sociedades que fueron construidas al alero del centro de pensamiento ICAL del PC, sociedades que recibieron fondos extranjeros; hay un parlamentario (Daniel Núñez) que fue un administrativo importante de la universidad; fondos que se ocuparon de mala manera en campañas políticas”, acusó el actual abanderado presidencial republicano.

“Militantes del PC participamos en ella (Arcis) y tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad”, respondió Núñez en esa oportunidad en CNN Chile.

Solitario, amante del trekking y el ciclismo matutino, su personalidad fuerte y directa y, a ratos, poco empática, le ha jugado malas pasadas.

Su personalidad fuerte y directa, a ratos, y poco empática, también le ha jugado malas pasadas. El 10 de abril de 2019, el entonces jefe de la bancada de la DC, Gabriel Ascencio, lo tildó de “matón”, luego de que este, en su calidad de presidente de la Comisión de Hacienda, se opusiera a la idea de legislar el proyecto de modernización tributaria presentado por el gobierno de Sebastián Piñera y que apoyaba la DC.

El pasado 1 de julio -un día después del triunfo de Jara-, Núñez defendió el marxismo como corriente inspiradora del PC, en una entrevista en Tolerancia Cero: “Nosotros interpretamos la sociedad, y espero que nadie se escandalice por lo que voy a decir, desde el marxismo”, dijo. Consultado si Jara también es marxista: “Sí, claro”, agregó.

Sus declaraciones incomodaron a sectores del oficialismo, en momentos en que la candidata oficialista buscaba el respaldo de la coalición, y días después matizó sus dichos.

“Núñez no ha intentado construir un liderazgo personal en el PC. Por el contrario, su rol ha sido acorde al canon comunista: actuar y opinar en base a los contenidos de las síntesis partidarias y no bajo una lógica personalista”, señala el historiador y académico de la Usach Rolando Álvarez. “Me parece perfectamente plausible considerar que hoy por hoy él jugará un papel clave en la campaña y en los órganos de dirección del partido”, agrega.

Dirigentes del partido de la hoz y el martillo no descartan que, tras las próximas presidenciales, gane o pierda la dirigente oriunda de Conchalí, pudiesen producirse algunos movimientos telúricos en la tienda de Av. Vicuña Mackenna 31, a los cuales Núñez estará atento, como siempre. (La Tercera)

O. Landerretche oficializa que no apoyará a Jeannette Jara: “Voy a anular”

En los primeros días de junio Óscar Landerretche, académico de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, generó una fuerte polémica con sus dichos. Recién declarada su adhesión a Carolina Tohá, sostuvo, entre otras cosas, que no entregaría un “cheque en blanco” a las otras candidaturas del oficialismo si su abanderada perdía en las primarias de ese fin de mes. Ahora, ya con los hechos consumados, el economista refrenda esa posición y sincera que no apoyará a Jeannette Jara y que votará nulo en noviembre, por diferencias de fondo con el Partido Comunista respecto de la visión de la democracia y de la economía. Sobre lo que hará en una segunda vuelta, asegura: “Dependiendo de quiénes lleguen, uno va a tener que hacerse un juicio de cuál es el mal menor”.

Le acusan de haberle tirado un salvavidas de plomo a Tohá con sus dichos de principios de junio. ¿Se arrepiente de algo en la forma, el fondo o el timing de sus declaraciones?

-No creo que lo que haya dicho sea tan trascendente. Me cuesta mucho decir que me arrepiento de algo en lo que creo firmemente. No hay nada de lo que haya dicho que no refleje lo que pienso, ni me parece que haya dicho nada que no sea de manera muy directa y respetuosa, pero claro, discrepante con las tendencias hegemónicas dentro de la izquierda actual.

¿Pero cree que ayudó a la candidata con lo que dijo?

-No lo sé, no tengo idea. No tengo manera y no creo que nadie pueda decirlo. Estaba en una entrevista, me hicieron una pregunta y la respondí. Yo no era parte de la campaña y dije que no era vocero. Pero la gente quiere ver cosas que no son reales y están procesando sus propios enredos éticos que han tenido por su actuar poco íntegro y contradictorio con sus valores durante los últimos años. Entonces, necesitan descargar la rabia interna que les genera eso, con alguien que les está diciendo la verdad en la cara.

¿A qué atribuye la magnitud del triunfo de Jeannette Jara en las primarias?

-Creo que efectivamente hay una hegemonía radicalizada en la izquierda chilena hoy. Dentro del mundo cultural y político más orgánico, de la gente que se considera de izquierda. Y adicionalmente, una parte del votante más de centroizquierda, más del Socialismo Democrático, no fue a votar. No consideró que la candidatura de Carolina fuera algo que había que respaldar, cosa que yo sí estaba diciendo. En ese sentido, la estrategia mía de hacer un llamado a que ese tipo de gente votara por ella, fracasó completamente. Esa gente se fue, eso es lo que demostró la primaria, y va a ser un desafío para la izquierda recuperarla, si es que existe.

En ese contexto, ¿Tohá fue una mala candidata o lo atribuye más al fenómeno global que describe?

-En primer lugar, sigo considerando que Carolina Tohá es una persona con un enorme talento político y que habría sido una gran presidenta de Chile. Ahora, es posible que no tuviera atributos electorales que hoy son importantes. Se habla mucho de los atributos de la personalidad, de ser más empático. Puede ser que Carolina sea una persona más bien seria, más bien ordenada, más bien conceptual, más bien con una mirada más rigurosa. Y una persona como yo, que probablemente tiene la misma forma de ver el mundo, será atraído por una candidatura como esa. Quizás uno mire menos estos otros atributos más blandos. Para mí por ejemplo, que alguien sea simpático o no, me da exactamente igual desde el punto de vista de votar por esa persona. Los mejores presidentes de Chile que tuvimos en el periodo de la Concertación era gente que, pucha, no sé si era particularmente simpática ni empática. Pero eran unos estadistas que supieron conducir a Chile en una de las transiciones democráticas y en uno de los procesos de salida de la pobreza más exitosos del mundo. Yo le atribuyo cero mérito a la simpatía, a la empatía, a la buena onda, para ser Presidente de la República, pero concedo que posiblemente hoy, en el mundo comunicacional que tenemos, esos atributos importan.

Precisamente, esas cualidades más blandas que menciona son las que se han destacado de Jeannette Jara…

-Yo a la candidata que ganó no la conozco y, por lo tanto, no tengo manera de emitir un juicio al respecto. Lo único que estoy diciendo es que para mí, que alguien sea simpático, no aumenta la probabilidad de que respalde eso. Para nada.

Considera que su sector, el Socialismo Democrático, ¿quedó herido de muerte tras estos resultados?

-Pucha, no sé. Al Partido Socialista (PS) muchos han tratado de darlo por muerto. Pero las cosas suben, bajan, cambian. Hay un conjunto de personas que generacionalmente entraron a la política vía este proyecto del Frente Amplio (FA), que yo creo que tiene fecha de vencimiento, y que probablemente van a terminar transitando hacia el PS. Lo que sí hay que reconocer, es que el partido ha tenido como tres fracasos en estrategia presidencial al hilo, y una incapacidad de agruparse en torno a liderazgos presidenciales que funcionen.

Pero fue un mazazo fuerte el de ahora…

-Claro, porque además el mundo del Socialismo Democrático fue extremadamente maltratado por la gente que nos gobierna hoy. Y a pesar de ello, cuando vino la hora de la necesidad de este gobierno, entraron, ordenaron. Apuntalaron a un gobierno que estaba a punto de naufragar después del proceso constituyente, hicieron toda la pega, asumieron todos los costos, y la sensación que les queda a muchos es que no hubo un ‘yo te ayudo y tú después me reconoces esa ayuda’. No, fue como ‘yo te ayudo y después yo soy desechable’. Les da la impresión de que no hay reciprocidad en la relación política. Así que, claro, es un mazazo en ese sentido también.

Desde afuera se ve esa paradoja, que el Socialismo Democrático vino al rescate del gobierno del FA, pero al final se terminó hundiendo con él.

-Bueno, humildemente yo era el que hace cuatro años decía que eso iba a ocurrir. Y también en esa época, le desagradaba mucho a mucha gente que lo dijera.

Pero si al Socialismo Democrático lo llamaban a ayudar, ¿tenía la alternativa de quedarse al margen?

-Por supuesto, absolutamente tenía esa alternativa.

¿Y que este gobierno se hundiera solo?

-No que se hundiera, que se viera obligado a negociar en el Parlamento. El hecho de que uno tenga minoría parlamentaria y que tenga que gestionar el gobierno con sus propios ministros y sus propios dirigentes, significa que el país votó por un proyecto que ellos presentaron como excluyente del Socialismo Democrático y tendrían que haberlo administrado de esa manera. Entonces, aquí hay una serie de lecciones que tienen que ser aprendidas, aunque no estoy seguro que las hayan aprendido.

En este contexto, ¿usted qué va a hacer? ¿Va a apoyar la candidatura de Jeannette Jara de cara a la primera vuelta?

-Para mí no es posible hacer eso. Para cualquier persona que me conozca, que conozca mis opiniones, que haya leído mis libros, sabe que no es posible hacer eso.

¿Por qué?

-La razón es bien simple y es importante explicarla. Yo soy un profesor universitario que enseño historia del pensamiento económico y político. O sea, de hecho, doy clases sobre el marxismo. Entonces, entiendo con mucha precisión lo que significa un partido marxista-leninista. Y es lo siguiente: es la visión de que hay una diferencia entre el uso táctico de la democracia liberal como la entendemos nosotros, las instituciones de la democracia, y, digamos, la construcción estratégica de la democracia. Por así decirlo, la gente que es marxista-leninista cree que la democracia que nosotros practicamos y que consideramos un buen sistema, es algo defectuoso que tiene que ser superado. Y que tiene que ser superado y reemplazado por otra cosa. Antes se decía que tenía que ser reemplazado por la dictadura del proletariado. Ahora se habla de democracia popular, se le ponen otros nombres. Pero en el fondo, es algo que no tiene las reglas de la democracia como las conocemos hoy.

Lenin y el pensamiento asociado a él, sí decía que los partidos comunistas podían participar de la democracia liberal en forma instrumental y jugar bajo sus reglas. En ese sentido, el Partido Comunista de Chile, yo diría, con la excepción de lo que pasó con intentar terminar con el gobierno de Piñera, siempre ha jugado básicamente en las reglas de la democracia liberal chilena. Pero su objetivo es otro.

¿Y qué implicancias tiene eso?

-El problema es que en Chile tenemos un sistema presidencial, donde el Presidente de la República o la Presidenta tiene muchísimo poder. La cantidad de personas que puede nombrar, en la variedad de cargos que puede nombrar, cargos que tienen que ver con manejar las elecciones, con regular el mercado de capitales, con manejar el Banco Central, etc. Y, por lo tanto, si esa persona llega al poder en forma completamente legítima, pero el tipo de nombramientos que hace, el tipo de cosas que hace con el Estado, tienen el objetivo de superar esta democracia, como dirían ellos, ‘la democracia burguesa’, eso es algo con lo cual yo tendría mucho reparo.

Y no creo que sea honesto intelectualmente pedirle a gente que lleva décadas siguiendo una doctrina política muy precisa y conocida, que porque ahora es conveniente para una elección, te digan que no, que ahora es otra cosa. Entonces uno dice, ‘vamos a hacer como que creemos, ¿no?’. No me parece una manera muy honesta de discutir cuáles son los principios involucrados en los liderazgos políticos que están compitiendo.

Entonces, ¿para usted es insalvable la visión y adopción utilitaria que tiene el PC de la democracia, para apoyar a Jara?

-Claro, y por eso es diferente cuando el PC participa de una coalición que está liderada por otro movimiento. Es muy diferente cuando el Presidente es de una fuerza de izquierda que tiene una concepción más convencional de la democracia liberal, a que ellos lideren. Mi objeción es a su objetivo estratégico de superación de la democracia. Ellos juegan de acuerdo al juego de la democracia, pero quieren superar la democracia. Doy un ejemplo para el otro lado. José Antonio Kast también es alguien que respeta las reglas democráticas. Cuando perdió fue a saludar a Boric, pero él quiere indultar a (Miguel) Krassnoff. Yo encuentro que eso es algo inaceptable desde el punto de vista de los derechos humanos. O sea, uno puede ser una persona que juega de acuerdo a las reglas y tener un objetivo antidemocrático. Ese es el problema. Entonces, cuando uno participa de un proyecto político, tiene que tener conciencia de cuál es el proyecto estratégico.

Y a su juicio esa diferencia no se salva arropando a Jara con el resto de la coalición o moderando el programa…

-A ver, cuando Gabriel Boric pasó a la segunda vuelta nos dijo que ahora sí era socialdemócrata. Antes era un revolucionario, después era socialdemócrata. Pero luego intentó hacer el primer proyecto constitucional, que no era nada de socialdemócrata. Da lo mismo lo que tú digas por razones electorales. Yo no juzgo a las personas por lo que dicen comunicacionalmente en campañas de publicidad. Yo juzgo a las personas por su comportamiento durante toda una vida, por una trayectoria. Me cuesta mucho creer que alguien que se ha comportado de una manera por décadas, repentinamente como que cambió de idea. Nunca he creído eso. No me convence.

Pero además tengo otra objeción con esta candidatura.

¿Cuál es esa segunda objeción?

-Resulta que soy una persona que ha participado activamente en el debate sobre el crecimiento económico en Chile, que está en el centro de las preocupaciones de la ciudadanía. De hecho, mi última columna en La Tercera, que se llama Big Push, aborda el tema. Y el PC está completamente en desacuerdo con las cosas que propongo para reacelerar el crecimiento. Hablo de usar los instrumentos del Estado, pero para reactivar al sector privado, el protagonista es el sector privado. Es completamente distinto. Y además es una estrategia completamente inserta en el capitalismo global y entendiendo que Chile es un país abierto a la economía global y que un país de nuestro tamaño no tiene otra opción que esa para prosperar.

Entonces, mal podría yo apoyar un proyecto político que discrepa completamente con las ideas que yo tengo desde el punto de vista económico. Después de todo soy un profesor de economía, ¿no?.

Así que tengo el problema político respecto del concepto de democracia que uno busca estratégicamente, y tengo una discrepancia respecto de cómo abordar el problema de agotamiento de la estrategia de desarrollo de nuestro país. Son dos discrepancias bien grandes y no se arreglan así como, ‘mira, me voy a cambiar de disfraz’.

En ese sentido, cuando Jeannette Jara y representantes de su comando postulan el salario vital de $750.000 pesos, o un crecimiento de corto plazo basado en la demanda interna, ¿usted asume que eso es en lo que creen y a lo que apuntarán?

-Claro. Y algunas de esas propuestas no es que sean muy de izquierda, es que no tienen sentido de la realidad en que vivimos. Cuando propones que el salario mínimo -aunque le pones otro nombre- sea más o menos el ingreso promedio, tienes que entender que hay un problema. Es más, hay otro problema con esa propuesta. Uno de los grandes orgullos de este gobierno es el salario mínimo de más de $500 mil, pero resulta que si mido la masa de ingreso laboral -la MIL-, en que uno toma el total de personas ocupadas, la multiplica por las horas que trabajan y la multiplica por cuánto les pagan por hora, controlando por inflación, ese número es un poquito más bajo que en septiembre de 2019. Es decir, si uno construye cuánto gana una familia de clase trabajadora chilena, por persona, en términos reales, es básicamente lo mismo que antes de la pandemia y del estallido social. Entonces, dicen, ‘el salario mínimo lo incrementamos un montón’, pero uno mira los ingresos de los trabajadores y están estancados. Y eso es porque en una economía con alta informalidad, es probable que el salario mínimo sea un instrumento muy limitado. Por lo tanto, es una propuesta que no da cuenta de la realidad del mercado laboral. Y lo mismo pasa con la idea de crecer en base a la demanda interna. Es un problema de que no es sensato.

¿Y cómo va a votar entonces en noviembre?

-Voy a anular.

¿No se abriría a evaluar a alguno de los candidatos de derecha?

-No. Lo lamento, pero yo no puedo votar por la derecha. Yo viví toda mi juventud exiliado. Yo trabajo en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile y hay un monolito con los detenidos desaparecidos de la facultad, entre los cuales hay uno que se llama Alberto Serega, que es el mejor amigo de mi padre. En primera vuelta uno tiene que expresar lo que verdaderamente cree y por lo tanto voy a anular.

¿Y en segunda vuelta?

-En segunda vuelta, dependiendo de quiénes lleguen, uno va a tener que hacerse un juicio de cuál es el mal menor. Puede ser muy difícil, pero la vida adulta es difícil.

Pese a sus grandes objeciones, ¿le ve posibilidades de triunfo a Jara?

-Sí, le veo posibilidades, pero tengo que decir que uno de los grandes ganadores de la primaria oficialista fue José Antonio Kast. Para él era más difícil ganar contra Carolina Tohá. Ahora creo que aumentó la probabilidad y eso es muy, muy malo para Chile.

¿Peor que una eventual presidencia de Jara, según sus propios reparos?

-Tengo dos razones muy parecidas a las del PC. Una, las opiniones y posiciones de José Antonio Kast en los temas de democracia y derechos humanos. Me parece muy mal que Chile tenga un presidente pinochetista, pero además porque para enfrentar al crimen organizado que ha penetrado nuestras instituciones se va a requerir que el Estado chileno use la fuerza y es muy importante que la persona a cargo tenga impecables credenciales democráticas y ningún titubeo en derechos humanos. Y la otra cosa que me parece muy mala es que necesitamos reactivar la economía y miro la trayectoria de vida de José Antonio Kast, y no veo por qué uno pensaría que sabe algo de cómo hacer crecer la economía. Heredó dinero de su familia, se financió una carrera política, pero sus indicadores de productividad son pobrísimos en términos de asistencia, de presentación de leyes. Y no sólo eso, cuando se le dio la oportunidad de oro en el segundo proceso constituyente, de reescribir la Constitución, hizo el ridículo. Entonces, me extraña el giro en el mundo de la derecha y del empresariado hacia esa opción. Yo les llamaría a pensar si no será mejor respaldar posiciones de personas que alguna vez hayan tenido que dirigir algo y hacerlo funcionar.

PLAN DE ACCIÓN INMEDIATO

¿Seguridad y crecimiento económico deben ser los temas prioritarios del gobierno que asuma en marzo de 2026?

-Así es, pero tal como argumenté en mi columna Big Push sobre crecimiento, y aplica también para seguridad, ojalá se den cuenta de que los gobiernos son cortos y la paciencia de la ciudadanía es breve. Las grandes reformas y los cambios profundos toman mucho tiempo para aprobarse e implementarse, y la ciudadanía no te va a esperar. Por lo tanto, les recomendaría a los equipos programáticos de todas las campañas pensar en dos frecuencias: una de largo plazo, de las reformas grandes -tributaria, por ejemplo-, y otra que es un plan de acción inmediato.

O sea, ¿se debe tener un plan corto que te dé tiempo para el plan largo?

-Exactamente. Necesitas un plan corto, porque es el que habilita que hagas las cosas estructurales largas. En el caso de la economía, la teoría mía es la del big push: se requiere un empujón grande en obras públicas, en vivienda, y una ley corta tributaria, bien al hueso. Eso para reactivar la economía y que te permita hacer las reformas largas.

Y en el caso de seguridad ciudadana, lo mismo. Necesitas poder mostrarle a la ciudadanía que ya, ok, controlamos el barrio Meiggs, ahora vamos por el siguiente barrio. Logramos limpiar, qué se yo, la Fuerza Aérea, entonces ahora avanzamos hacia la siguiente institución. Conquistas un territorio, lo estabilizas. Es como la cosa militar.

Se van ganando pequeñas batallas para poder ganar la guerra.

-Así es. Y no solo porque eso te da lo que en estrategia militar se llama profundidad estratégica, sino porque además te valida políticamente. La gente dice: ‘Mira, lograron Meiggs”. Das la sensación que estás avanzando, lo mismo en crecimiento económico: logras reactivar las obras públicas y se siente un poco que la cosa está andando; el sector construcción empieza a movilizarse, a contratar. Hay un poquito más de actividad y eso empieza a validar la siguiente política. Entonces, cuando tú vas y dices, ‘bueno, además tenemos que hacer una reforma importante al empleo público, o al Estado’, tienes un grado de credibilidad.

¿Y observa algo de ese tipo de estrategia a nivel de los candidatos?

-En las dos áreas me da la impresión que la poca discusión de fondo que están teniendo los comandos, porque hay mucha cosa simbólica, es muy grandilocuente. Están prometiendo cosas que no van a poder hacer y la gente se da cuenta. Entonces yo les diría: prometan cosas que sí van a poder hacer. Sería más realista.

En la ley corta impositiva, con incentivos, que usted recomienda, ¿tiene cabida algún tipo de invariabilidad tributaria para proyectos?

-Claro, eso es un viejo truco. Los capitales que entran tienen tales condiciones tributarias por un período, y si usted se demora y llama después, no pues, ya no está la promoción. Ese tipo de reformas las hizo la Concertación diez veces, aunque más que con eso, con la depreciación acelerada. Ese tipo de cosas es lo que hay que hacer en una ley corta tributaria.

Pero, además, por otra razón, porque cuando tú haces una ley tributaria con instrumentos de corto plazo, que no son para siempre, es más fácil de digerir para los parlamentarios. Lo mismo con el tema de un fast track de permisología para obras públicas estratégicas. No que sea más bajo el estándar ambiental, que sea más rápido el proceso. Ahí, para la gente que es muy garantista en el área de permisos, es un poquito más tragable si es más acotado. Cuando achicas un poco la política, la haces más posibles de pasar, sobre todo porque gane quien gane la Presidencia va a enfrentar un Parlamento muy fragmentado. Entonces, mientras menos complicado sea esto, más factible es de hacer. (La Tercera)

No más políticos chantas-Pablo Ortúzar

El abogado de la Universidad del Mar y diputado socialista Daniel Manouchehri Moghadam Kashan Lobos, nacido en Austria, de padre iraní y madre chilena, ha ganado figuración mediática –que es lo que busca de cara a las elecciones- promoviendo dos polémicas medidas: prohibir el voto de extranjeros avecindados (residentes por más de cinco años desde la obtención de la residencia temporal) en las elecciones de mayor relevancia, y terminar con el uso de la Unidad de Fomento (UF) en las principales operaciones que hoy la utilizan.

El argumento esgrimido por el socialista contra el voto extranjero –otrora promovido por toda la izquierda universalista- es que sólo los chilenos deben decidir el futuro de Chile, porque sólo ellos tendrían un interés permanente en el país. Es decir, que la residencia estable no bastaría para asumir ese interés. Esta idea, tomada en serio, defiende que cualquier persona con nacionalidad chilena, aunque lleve viviendo fuera del país por décadas, está en mejor posición que un extranjero que lleve el mismo tiempo viviendo en Chile para decidir sobre sus asuntos políticos. Esto, contra la lógica que indicaría que quienes se ven directamente afectados por las decisiones tomadas son los que tendrían mayores incentivos para decidir con diligencia. ¿Por qué un chileno que no paga impuestos en Chile, no reside de forma estable acá ni mantiene su patrimonio en el país tendría mayores derechos políticos que un extranjero que sí lo hace? Podría discutirse si el plazo de cinco años es suficiente, pero, en todo caso, debería estar prohibido que estas decisiones afectaran al periodo electoral próximo a ellas, para evitar el oportunismo.

Manouchehri no recurre ni a la justicia ni a la lógica, sino a la rabia y frustración generada por la crisis migratoria. Busca el beneficio electoral propio quitándoles derechos no a los migrantes ilegales o que cometan delitos –ninguno de ellos puede votar-, sino a los migrantes legales y obedientes. El carácter arbitrario de su razonamiento quedó expuesto cuando aseguró, en un acceso de chauvinismo, que no quería que los asuntos chilenos se decidieran en referencia a “una isla caribeña”, y que nuestras elecciones debieran tener olor “a vino tinto y empanadas” y no a “arepas y ron”.

Finalmente, lo que parte de la izquierda busca con esto es evitar que los venezolanos traumatizados por la dictadura castro-chavista que arrasó con su país voten en el nuestro, pues probablemente no lo harán por fórmulas parecidas. Cálculo pigmeo.

Pero si esa propuesta es mezquina, la de eliminar la unidad de fomento es un insulto a la inteligencia. ¿Qué es la UF? No es un dinero alternativo, sino una unidad indexada que actualiza su valor de acuerdo a las variaciones que experimenta el nivel de precios del consumidor (IPC), con el objetivo de mantener la capacidad de compra del dinero. El nombre original de la UF, cuando fue creada en 1967, era unidad de fomento del ahorro, pues lo que buscaba era que la gente ahorrara sin temor a que la inflación se tragara su dinero. Luego la UF comenzó a ser utilizada en distintas operaciones de crédito, especialmente de largo plazo, como el crédito inmobiliario, permitiendo el desarrollo y democratización de mercados que de otra forma no existirían.

Si no pudiera utilizarse la UF, los contratos inmobiliarios y arriendos se indexarían a otra cosa (metal precioso, bonos o moneda extranjera) o, como en Argentina, terminarían siendo en euros o dólares, restringiendo y encareciendo la operación del mercado. Si lo que las personas resienten es no ganar su sueldo en UF, bastaría exigir que todo contrato incluyera reajuste según IPC –lo que tendría sus propias complicaciones-, o exigirles a los bancos que, además de los depósitos a plazo en UF que hoy están obligados a proveer, ofrezcan cuentas que operen en dicha unidad (como hoy lo hacen con dólares). También se podría prohibir a las isapres cobrar en UF y luego reajustar alegando un aumento en el costo de los insumos, y una serie de otras cosas. Pero el político chanta no busca aliviar problemas, sino aprovecharse de ellos para mantener su cargo y su sueldo millonario, pagado por todos los contribuyentes (incluyendo extranjeros). (La Tercera)

Pablo Ortúzar

Momento sucio

Evelyn Matthei se ha quejado, con una amargura disfrazada de rabia, por la campaña sucia que se ha desatado en su contra. Y tiene toda la razón. Es una vileza. Pero bien mirado, no es la única porquería que circula hoy en la esfera pública. Para apreciar la gravedad del asunto es imprescindible volver la atención acerca de lo que la democracia significa.

En el ideal democrático, los ciudadanos se dan a la tarea de escoger quién y cómo gobernará. Y para ello escuchan las propuestas racionales que cada candidatura esgrime, disciernen de entre todas ellas la que juzgan mejor y, luego, le dan su apoyo en secreto al depositar su voto.

Pero, claro, ese es solo un ideal. Un ideal de esos que Kant llama “regulativo”, que tienen por objeto orientar nuestro discernimiento, pero que no describen nada efectivamente existente. Y, sin embargo, sirven para medir, por decirlo de alguna forma, la rectitud o torcedura de la realidad según ella se acerque o se aleje de ese ideal.

Pues bien, si juzgamos el actual momento político por la distancia que guarda con el ideal democrático (ese ideal regulativo al que se acaba de aludir), no cabe duda de que estamos alejándonos cada vez más de él.

Veamos.

Desde luego, las propuestas racionales son hoy día escasas. De pronto se empiezan a sugerir cosas descabelladas o tontas (como la supresión, incluso parcial, de la UF); o se adoptan actitudes de mala fe u oportunistas o incluso odiosas (como el rechazo al voto de los extranjeros); o se insinúa que es necesario sacrificar libertades (para apagar el miedo); o se diagnostica la realidad social de una forma que atiza el conflicto (como la idea de que el problema de Chile es un pueblo abusado frente a una élite egoísta); o se hacen inferencias excesivas (como derivar de una ideología global un programa de gobierno). Y como si esos excesos no fueran suficientes, a veces se agrega el gesto agrio o innecesariamente mal humorado (en esto incurre el candidato Kaiser); se echan a correr rumores o mentiras acerca de la salud mental de un competidor (como la campaña de que es víctima Evelyn Matthei); o, frente a esos mismos hechos, se formulan excusas peores (nunca haríamos eso contra quien no es adversario, dijo Kast, en un obvio lapsus, alarmando a quienes lo son); una candidata confía demasiado en su sonrisa y mantiene la incertidumbre o la ambigüedad acerca de lo que quiere o se propone, escamoteando sus ideas e impidiendo la evaluación racional (es el caso de Jeannette Jara).

Se suma a lo anterior que en muchas ocasiones los contrincantes se están deslizando hacia el engaño. El engaño no solo se produce cuando se dice algo con ánimo de mentir (como ocurre con los rumores que se han echado a correr respecto de E. Matthei); también se engaña cuando se simplifican los hechos y se usa la cátedra en favor de las propias preferencias (Weber habló de los “profetas de cátedra”) o cuando, por negligencia o flojera, se ignora la información acerca de algo (como el caso de la supresión de la UF que produciría descalabros a la hora del crédito).

Por estos días —más precisamente mañana— se realizará un encuentro sobre la democracia y acerca de las medidas a adoptar para fortalecerla. Las más obvias no son difíciles de adivinar —la lucha contra la desigualdad, está entre ellas, o el logro de la seguridad—, pero de todas hay dos que son las más importantes y urgentes. Y las dos no requieren recursos ni diseños de políticas públicas. Se trata de exigencias éticas.

Una de ellas es, desde luego, el compromiso con la razón. La razón es un mecanismo (que haya que recordarlo es una muestra del estado del problema) que nos permite comunicarnos y salir del encierro de nuestros intereses. Bien mirado, el lenguaje y las razones que se pueden expresar en él es lo único a lo que podemos aferrarnos para sostener que tenemos un mundo en común. Maltratar el lenguaje y mentir a sabiendas, usarlo para zaherir al contrincante o para escamotear las intenciones propias, es negar ese rasgo que funda la democracia.

La otra es una exigencia ética sin cuya satisfacción, siquiera mínima, la vida democrática se estropea y se envilece. Se trata de esforzarse por transformar el juego político en algo parecido a un diálogo, donde se intercambian razones y puntos de vista globales acerca del modo en que debemos vivir y donde si no se guarda cortesía al adversario, al menos no se le injuria, ni se esparcen rumores infundados o injustificados que lo dañen.

Cuando faltan esas condiciones —y entre nosotros si no faltan del todo ya comienzan a escasear—, la campaña se ensucia, se enmugrece y adquiere una turbiedad que la aleja de ese ideal regulativo que llamamos democracia. Y este ideal es, claro, un ideal; pero eso no significa que sea inútil: sin él no sabríamos qué conducta es correcta y cuál no en el debate político. (El Mercurio)

Carlos Peña

Panel Ciudadano: Jara 26%; Kast 24%, Matthei, 18%

Apoyada principalmente por aquellos que suelen concurrir a votar y los jóvenes, la candidata presidencial del oficialismo, Jeannette Jara (PC), se consolidó en la nueva versión de la encuesta Panel Ciudadano-UDD en el primer lugar de la intención de voto con un 26%.

A dos puntos de distancia (24%) la sigue el abanderado del Partido Republicano, José Antonio Kast, quien, en contraste, es respaldado con mayor fuerza entre aquellos que sufragarán «obligados», dado que los comicios tienen ese carácter en la ley, y por el grupo etario de mediana edad, que tiene entre 41 y 50 años.

Por otra parte, en el tercer lugar se mantiene la carta de Chile Vamos y Amarillos, Evelyn Matthei (UDI), con un 18% de las preferencias. Lea la nota completa en la nueva edición de El Mercurio.(Emol)

El mayor reto de Chile es el combate contra el crimen organizado

Son demasiadas las evidencias de que el crimen organizado ha ganado mucho terreno en nuestro país. Los casos de los miembros del Ejército y la Fuerza Aérea comprometidos en operaciones de narcotráfico son, probablemente, solo botones de muestra del proceso de penetración criminal de las instituciones. ¿Qué otras cosas están ocurriendo que ignoramos por completo? ¿Cómo no pensar que la insólita liberación de un sicario venezolano, imputado por asesinato, supone complicidades judiciales o carcelarias ya consolidadas?

Está a la vista que las empresas transnacionales del crimen supieron aprovechar las flaquezas de Chile en un terreno en el que, por largo tiempo, el sentir mayoritario de la población era que nuestro país no estaba amenazado por la criminalidad en gran escala, que casos como los de México, Colombia y otras naciones estaban lejos de nuestra realidad. Tal percepción es cosa del pasado. La experiencia de los últimos años, con secuestros, ajustes de cuentas entre bandas, asesinatos a la luz del día y otros crímenes, han modificado dramáticamente la situación.

Estamos ante un problema que afecta directamente a la seguridad nacional. El país ha llegado a un punto en el que, o enfrenta a este adversario con todas las fuerzas disponibles, o pronto será demasiado tarde, y el crimen organizado habrá reclutado jueces, policías, gendarmes, parlamentarios, militares, alcaldes, empresarios, periodistas, abogados, etc. para que sirvan sus intereses en las más diversas formas.

El Estado está amenazado vitalmente, y corresponde que el gobierno, el Congreso y el Poder Judicial asuman su responsabilidad. Ha sido enorme el perjuicio de no contar con un sistema de inteligencia y contrainteligencia digno de estos tiempos, y carecer de una política estatal que identifique a tiempo las amenazas e integre a las Fuerzas Armadas y las policías en una estrategia eficaz.

Surgen muchas preguntas respecto de lo que no hicieron los últimos gobiernos. Pero no cuesta identificar el momento del mayor retroceso de las capacidades defensivas del país: se trata, por supuesto, de octubre de 2019. La agresión a mansalva a nuestra convivencia que se consumó entonces, llevada a cabo por fuerzas político/delictuales con apoyo extranjero, consiguió crear una situación de caos que, además de causar inmensos daños, debilitó la legalidad y la capacidad del Estado de proteger a la población.

Uno de los principales objetivos de las bandas criminales fue golpear a Carabineros de un modo de empujar a esa institución a una crisis irreversible. Colaboraron con tal objetivo los parlamentarios PC y del FA que fueron entusiastas voceros de la consigna de refundar Carabineros. En aquellos días, los militantes de la insurrección y los grupos de delincuentes se asociaron para imponer la ley de la selva y hundir a Chile.

A estas alturas, está claro que los grupos más agresivos de la ofensiva antisocial cumplieron la tarea de desgastar a Carabineros, mediante el recurso de crear muchos focos de confrontación al mismo tiempo. Ello sirvió para que las mafias conquistaran nuevos territorios y aprovecharan el campo libre para efectuar grandes operaciones ilegales y consolidar posiciones.

¿Cómo no juzgar duramente a quiénes vistieron de “social” todas las demasías de 2019? ¿Cómo no recordar que las fuerzas que gobiernan con Boric alentaron la barbarie y se frotaron las manos ante la posibilidad de que cayera el gobierno constitucional? ¿Alguien alcanza a imaginar en qué situación estaríamos si se hubiera aprobado la Constitución que proponía desarticular el Estado unitario y crear “autonomías indígenas”?

No hemos olvidado que el gobierno de Boric partió indultando delincuentes con los cuales parecía estar en deuda. Fue la más clara señal de la actitud vacilante que luego predominó en La Moneda respecto del desafío planteado por delincuentes y extremistas, los que habían demostrado ser una misma cosa en la Macrozona Sur. La larga discusión parlamentaria respecto de las reglas del uso de la fuerza es una muestra palpable de los obstáculos “progresistas” puestos en estos años al reforzamiento de la capacidad operativa de las fuerzas policiales y militares para proteger a la comunidad.

Un asunto cardinal de los debates de la campaña electoral debería ser la respuesta de carácter nacional que corresponde dar al crimen organizado. Es valioso que ya se levanten voces, incluidas las de militares en retiro, que sugieren cursos de acción concretos. Lo que se requiere es una política de Estado, que ponga el interés nacional por encima de cualquier consideración partidista y que, por lo tanto, trascienda los cambios de gobierno.

Lo sensato es recoger la experiencia de los países más avanzados en este campo, coordinar esfuerzos con las naciones de la región y definir las tareas específicas que deben cumplir las diversas reparticiones del Estado, en estrecha relación con las organizaciones de la sociedad civil. Si las bandas están operando en el sistema bancario, la pregunta es ¿qué hacen tanto el Estado como la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras?

Para que el país tenga paz y seguridad, para que la legalidad sirva a los fines de la convivencia democrática, para que retrocedan el temor y la incertidumbre, para que la economía agarre vuelo y se materialicen las expectativas de progreso, hay que dar esta batalla con todo el cuerpo. Es el problema número uno. Hay que golpear juntos. (Ex Ante)

Sergio Muñoz Riveros

Voy y vuelvo-Gonzalo Cordero

Sería para reírse si no fuera para llorar. Todos sabemos lo que sucedió. El imputado de asesinar a un comerciante del barrio Meiggs, y también supuestamente miembro de un grupo del crimen organizado, salió por la puerta de la cárcel gracias a un oficio emitido por el Tribunal de Garantía. Esto sería imposible si se aplicaran los principios básicos de la racionalidad y la probidad, pero alguno de los dos -o ambos- se transgredieron en un grado incompatible con una sociedad funcional.

La reacción general es de estupor e indignación. Entiendo la indignación, pero ¿de qué nos sorprendemos? Guzmán Loera se fugó las veces que quiso, a Escobar Gaviria le habilitaron un hotel de cinco estrellas para que pareciera que estaba preso. El Tren de Aragua es dirigido desde una cárcel que controla y una de sus “líneas de negocios” es la gestión interna de los penales.

En América Latina, la única manera segura de encarcelar a los narcotraficantes es enviándolos a Estados Unidos. Esa es la realidad. Y en esa dirección va el camino que los chilenos, desde hace poco mas de una década, decidimos recorrer. El que nos está llevando rápidamente a ser un país latinoamericano más, lastrado por el subdesarrollo, atemorizado por la violencia, carcomido por la corrupción y estancado en el marasmo de un sistema político deslegitimado y disfuncional.

Nuestro Presidente será el anfitrión de los gobernantes de la izquierda hispanoamericana. Los herederos e impulsores de todas y cada una de las políticas responsables de que sigamos siendo paladines de las recetas fracasadas de estatismo, lucha de clases y hostilidad a todo lo que es libertad de emprender, progreso individual e imperio de la ley.

¿Qué tiene que ver la fuga del imputado con la reunión de presidentes? Tiene todo que ver, porque lo que nos ha traído hasta donde estamos, de vuelta a los problemas y los vicios del barrio al que pertenecemos, ha sido una sucesión de opciones por las políticas que ellos promueven, las que han demolido sistemáticamente el sistema jurídico institucional y el modelo de desarrollo que estuvo a punto de llevarnos al primer mundo.

Cuando, con Michelle Bachelet, abandonamos la prioridad conceptual por el crecimiento y la sustituimos por la búsqueda de la igualdad, cuando la presión política para tener un sistema electoral proporcional logró terminar con el mayoritario que teníamos, cuando el PC volvió a integrar -y ahora a liderar- la izquierda sistémica, rápidamente nos reencontramos con lo que siempre habíamos sido: uno más de los que romantizaban la revolución cubana y denunciaban el “imperialismo yanqui” y su sistema.

Y aquí estamos, leyendo noticias económicas de estancamiento, policiales de ajusticiamientos entre bandas y crimen organizado, políticas sobre proyectos delirantes como el de la eliminación de la UF, además de otras joyas por el estilo. Esta fuga grotesca sólo nos mostró que las decisiones equivocadas de la última década ya nos trajeron de vuelta a lo que siempre fuimos. Nada de qué sorprenderse. (La Tercera)

Gonzalo Cordero

Deriva opositora

El oficialismo fue capaz de organizar una primaria que remeció el tablero político; hoy Jeannette Jara ha despegado en las encuestas y tiene casi asegurada una primera mayoría relativa. En paralelo, las fuerzas de gobierno se aprontan a concretar un pacto parlamentario que les permitirá maximizar su rendimiento en las urnas, y aspirar a convertirse también en la lista más votada.

Las oposiciones, en cambio, se encuentran en las antípodas: divididas y tensionadas, no fueron capaces de hacer una primaria que las dejara con un solo candidato. De realizarla, hoy tendrían altas posibilidades de ganar la elección presidencial en primera vuelta y no depender de un balotaje cada día más incierto. Además, deciden ir separadas a la elección parlamentaria, con el riesgo no menor de dejar escapar escaños vitales.

Parece una estrategia sin sentido, y lo es, pero hay aquí algo que debe ser comprendido: existen sectores de oposición que no tienen como prioridad ganar las próximas elecciones, sino dejar establecida una identidad política y cultural, que no se vea ensuciada por la connivencia con actores con los que, ellos sienten, los separa un abismo infranqueable, y con los que no hay posibilidad de establecer mínimos comunes. Eso es lo que, inconfesablemente, algunos han buscado trasparentar en este tiempo: se prefirió perder la elección presidencial antes de efectuar una primaria y llevar un solo candidato. Ahora, tampoco se quiere competir a tres bandas mostrando un mínimo de coordinación, de amistad cívica y espíritu de convergencia.

Y lo mismo ocurrirá en la elección parlamentaria: no hay posibilidades de un pacto unitario que intente impedir que la lista del oficialismo resulte triunfante. Se prefiere trasparentar las diferencias, agudizar los contrastes, para que la ciudadanía tenga la certeza de que no existen caminos comunes, ni siquiera frente a la magnitud de las urgencias que vive el país. En rigor, si responder a esas urgencias fuera la verdadera prioridad de toda la oposición, no estarían dando el triste espectáculo de estos días, discutiendo sobre la salud mental de una de sus candidatas, sino proyectando una acción común para enfrentar a un oficialismo al que, sólo las desinteligencias opositoras, han convertido en una opción de triunfo.

En fin, canibalismo endémico, instinto suicida, vocación de minoría, culpas ancestrales, delirios mesiánicos o todas las anteriores. Explicaciones puede haber muchas; lo único incuestionable es que la oposición ha hecho todo lo necesario -todo- para tener al frente a una candidata del PC en condiciones de ser competitiva. Ya consiguieron asegurar que en noviembre sea la primera mayoría relativa y pase a segunda vuelta; ahora trabajan para que el pacto parlamentario del oficialismo obtenga una mayoría resonante. Porque a la larga hay cosas más importantes que saber ganar, sobre todo cuando las verdaderas urgencias de la gente se ven siempre a la distancia, desde la comodidad de saber que, en los hechos, ellos nunca han tenido nada que perder. (La Tercera)

Max Colodro

¿Por quién va a votar Gumucio?-Sebastián Edwards

Hace unos años un amigo argentino me dijo que la ubicación de una familia en el tinglado social chileno se podía medir por cuál obra de Roberto Matta exhibían en el living de su casa: el ejecutivo joven tiene una o dos litografías (firmadas, naturalmente); el gerente un dibujo original o un pastel y el dueño de la empresa un óleo sobre tela. Después de unos segundos, agregó que solo las familias muy ricas y entendidas tenían una de las “morfologías psicológicas”, obras tempranas, escasas y carísimas. Lo escuché con atención, le dije que era un gran observador y que tenía un punto. Cuando llegué a mi departamento, me senté frente a mi grabado, comprado con mucho esfuerzo. Yo no era ni ejecutivo ni gerente ni empresario, pero como tanto compatriota tenía mi cuadrito del “pintor”.

Rafael Gumucio ha escrito un libro sobresaliente –publicado por la reconocida Ediciones UDP– sobre el artista chileno que, en el decir de mi transandino amigo, sigue pauteando a la burguesía nacional. Como casi todo lo que hace Gumucio, el libro es sensacional. Ameno, de rápida lectura, insolente a veces, atolondrado siempre. El título –“El Vértigo de Eros”– es el de uno de los cuadros más famosos de Roberto Sebastián y capta a la perfección la personalidad del artista. Vivió como un torbellino, al borde del vértigo y del escándalo, con un apetito erótico sin límites. Este libro debe ser leído por toda persona que quiera entender el mundo del arte, del más alto nivel, de mediados del siglo pasado y la genialidad creativa de uno de sus artistas más influyentes.

Nicanor Parra dijo: “Voy y Vuelvo”; el poeta Miguel Hernández: “Me voy, me voy, pero me quedo”. Roberto Sebastián se fue y solo volvió a Chile en visitas cortas, en las que su amor/odio por la angosta y larga franja de tierra se manifestaba como un volcán. Pero, a pesar de no haber regresado, Matta nunca pudo sacarse del todo al país de sus lloros. Lo llevaba en sus sueños y pesadillas, en sus rabietas, en su lenguaje; lo llevaba en sus miedos.

Gumucio cuenta la historia de Matta en Nueva York, entre 1939 y 1948. Pintó mucho, se enamoró varias veces, se casó y tuvo hijos. Jugó juegos de salón y de otro tipo, cultivó amistades y logró predisponer a las esposas de varios colegas, las que lo consideraban el máximo exponente del patriarcado, en su contra. Tuvo una enorme influencia sobre los cultores del llamado “expresionismo abstracto”, incluyendo Jackson Pollock y Robert Motherwell, artistas que terminaron siendo mucho más famosos que el propio Matta. Pero Roberto Sebastián no es el único personaje de esta historia. Su autor, Rafael Gumucio, también lo es. Nos cuenta sobre sus propias aventuras durante una larga estadía, en plena pandemia, en la gran manzana.

Como tanto chileno de clase alta (y también los no tan encumbrados), Matta aborrecía a Estados Unidos. Encontraba que era un país vulgar, repleto de personas ingenuas con poca educación, sin ninguna sofisticación. Llegó ahí de rebote, arrancando de los nazis que habían ocupado París, su ciudad favorita, donde viviría por años, deambulando entre su casa y su estudio, entre la Galerie du Dragon (en el número 19 de la calle del mismo nombre) y el taller de George Visat.

Gumucio también detesta a Estados Unidos. Quizás es lo que más une a autor y personaje. Preferirían estar en otra parte, pero regresan una y otra vez. Tienen hijo/as americanos y en el fondo de los fondos admiran lo que dicen abominar.

La palabra “comunista” aparece 17 veces en el libro. Este es un número altísimo en un texto que no es sobre política. La primera vez que aparece la palabreja, es cuando Matta habla sobre Neruda, a quien conoció en 1936 en Madrid, en la famosa casa de las flores: “Neruda empezaba a ser comunista, y la gente de sociedad huele al comunista inmediatamente como un enemigo personal.”

Eso es, desde luego, verdad. Pero, había excepciones. Si el comunista de marras era miembro de “la sociedad,” no se le consideraba ni hediondo ni un enemigo. Nadie canceló al documentalista Fernando Balmaceda ni al arquitecto Santiago Aguirre. Y, desde luego, a nadie se le ocurriría rechazar a Matta, quien, aunque nunca militó formalmente, siempre tuvo gran simpatía por “el partido”.

En el Mayo del 68, en París, Matta marchó hombro con hombro con el contingente obrero. Los prefirió a los estudiantes. Ese mismo año la revista “Punto Final” alabó la posición antiimperialista del artista y su solidaridad con el heroico pueblo de Vietnam. En una foto aparece con el periodista Manuel Cabieses y el resto de la plana mayor de la publicación. En la entrevista Matta dijo que su “guerrilla interior” le permitía “ascender a revolucionario”. También confesó que su mamá, la señora Echaurren, heredera de varios presidentes y obispos, hubiera querido que él se vinculara con la “cultura oficial”, que hubiera sido un “pituco de Zapallar”.

Pero, Roberto Sebastián no cedió, y siguió siendo un rebelde. A Zapallar iba, pero solo de visita. No cabe duda de que en las primarias recientes hubiera votado por Jeannette Jara y que votaría por ella en primera y segunda vuelta. Y si la salud lo acompañaba, saldría a pintar –como lo hizo en 1971 con la Brigada Ramona Parra– un mural celebrando a la candidata.

La pregunta que me queda flotando es, ¿por quién va a votar Gumucio? (La Tercera)

Sebastián Edwards