No es sino para alegrarse. Por más de 20 años, la izquierda había superado a la actual oposición en alcaldes y concejales. Y esto con una concurrencia a votar cercana al 85% de los electores y casi 6 millones de electores nuevos. No sin causa decía un expresidente del Partido Socialista que “somos la mayoría social del país”. Bueno, eso ya no es cierto.
Mirando a la coalición de gobierno, este es su peor resultado en décadas: con un 41% de los votos, ya no son “la mayoría social” de Chile. Y a eso, habría que restarle votaciones que -como las de Puente Alto, y de La Araucanía- que difícilmente podrían calificarse de “gobiernistas”. Si hasta Claudio Orrego proclama no serlo, a pesar de participar en cuanto evento hubo con Irací, con el Presidente y -como no- con el exsubsecretario Monsalve.
Y en la votación de concejales, uno de los derrotados más notables es el PC, que apenas se empina por sobre el 5%, al igual que el antes todopoderoso PDC y del partido que manejo por años la política en Chile: el PPD. Por su parte, Republicanos tenía una altísima expectativa, luego de arrasar en la última elección constituyente, y midiendo su votación es superado por RN, y la UDI (golpeada por los “audios) sigue firme con un 10%.
Ahora vendrá el test de fuego para la oposición: una segunda vuelta, donde deben colaborar desde Republicanos hasta Demócratas, Evópoli, y el PDG. Según cálculos anteriores, de haberlo hecho podrían haber conquistado 11 de las gobernaciones en primera vuelta. No lo hicieron y ahora deberán unir fuerzas para conquistarlas.
¿Qué separa a Republicanos y Chile Vamos? Según los primeros, ellos tienen un proyecto político propio, distinto, que no han explicitado, y de lo poco que han dicho no se divisan diferencias, salvo su mirada del pasado y su tendencia irrefrenable a las acusaciones constitucionales sin destino (que a ojos del electorado suenan más a politiquería que a realismo político). En el resto: seguridad, educación, migración, inversión, etc., son casi idénticos. Y lo mismo podría decirse de Demócratas y de Evópoli. Salvo que nos metamos con los egos, donde parece estar la mayor parte de las diferencias que separan a quienes votaron “Rechazo” en aquel 4 de septiembre famoso.
Esta elección muestra claramente a un país de centroderecha/centroizquierda, cuyos partidos -en ambos lados- debieran colaborar y luchar por convencer a los votantes que ellos, el diálogo y la humildad en el lenguaje, es lo que Chile desea. Que la refundación, los empujones, la violencia verbal y la política pequeña, ya no están siendo validados. Que quienes se mueren de miedo con el PC, o creen que hay peligros en “la extrema derecha” están más perdidos que el teniente Bello, porque Chile no es un país de extremos. Si no, miren en detalle el resultado de la elección.
Y ahora para “el repechaje”, el gobierno del FA+PC, no la tiene fácil: la telenovela de Monsalve tiene para rato. El puzle del cambio de gabinete dejará heridos en el camino. Y los balazos nocturnos y diurnos, y las listas de espera en los hospitales seguirán tan vivas como antes.
La unión de quienes estuvieron por “el Rechazo” es una obligación, y una muestra clara de futura gobernabilidad. (La Tercera)
César Barros