El cierre de inscripciones para las elecciones legislativas, a las 23:59 de este lunes, expuso tanto la capacidad de coordinación como las fragilidades de la oposición. La firma de un pacto por omisión en Arica, Parinacota y Aysén permitió proyectar una imagen de unidad frente a la fragmentación de la izquierda. Sin embargo, detrás de ese pragmatismo electoral asoma una señal de debilidad: en ambos territorios, las colectividades optaron por no arriesgar candidaturas propias, reconociendo la falta de liderazgos competitivos.
El acuerdo entre Cambio por Chile y Chile Grande y Unido busca maximizar opciones parlamentarias, pero exhibe fisuras: Republicanos concentra poder con 77 candidaturas, Chile Vamos pierde a uno de sus rostros más visibles y la UDI apuesta por desafiar bastiones comunistas con alto riesgo de derrota.
El despliegue del Partido Republicano confirma su intención de capitalizar el momento político. Con 77 postulantes —65 a la Cámara y 12 al Senado, de los cuales 32 son mujeres— la colectividad liderada por José Antonio Kast no solo pretende asegurar presencia parlamentaria, sino también marcar distancia frente a Chile Vamos, que se ve debilitado por la baja del senador Felipe Kast en La Araucanía. La renuncia de una figura con capital político propio deja al oficialismo opositor expuesto, mientras Republicanos refuerza su narrativa de ser la fuerza que «recuperará el rumbo» y desafiará directamente al gobierno de Gabriel Boric.
En paralelo, la UDI optó por una estrategia de alto riesgo: presentar candidatos en distritos históricamente dominados por la izquierda, incluido el simbólico distrito 9, bastión del Partido Comunista. La apuesta, anunciada por su presidente Guillermo Ramírez, busca proyectar ofensiva y ambición, pero enfrenta la posibilidad de traducirse en derrotas que tensionen aún más la relación con sus aliados y refuercen la hegemonía republicana dentro del bloque opositor.
El tablero electoral que emerge no es solo una disputa por escaños, sino por el relato de quién liderará la oposición. Mientras Republicanos intenta consolidarse como la fuerza con mayor proyección y coherencia ideológica, Chile Vamos aparece atrapado entre el pragmatismo de los pactos, la pérdida de liderazgos visibles y la necesidad de sostener presencia en territorios adversos.
La pregunta de fondo es si estas jugadas alcanzarán para articular una mayoría parlamentaria efectiva o si terminarán profundizando la fragmentación de un bloque que, en la búsqueda de números, arriesga perder identidad y cohesión política. (Red NP-ChatGPT-Emol)



